Capítulo 9

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PARTE 3

Continuación.

—Estefany, cuéntanos sobre todos tus crushes de la vida, por así decirlo. Si cada uno tiene historia, súper mejor. ¿Aún los recuerdas?

Sonrío mirando el techo.

—Cómo olvidarlos, además que siempre me caractericé por tener buena memoria.

» Vengo de una familia donde creían en dos religiones, estaban los que eran evangélicos y los católicos. Algunos no tenían una religión como tal, pero eran creyentes. ¡Ah! No olvidemos lo que eran ateos. Solo los que eran evangélicos iban a la iglesia, los demás no. En fin, mi madre era evangélica, ya que mis hermanos y yo éramos católicos y más porque nuestro kínder era católico, ella nos llevaba a su iglesia. Dato curioso y gracioso, mi padre era ateo.

» No se los voy a negar, a pesar de tener cinco años, no disfrutábamos estar ahí, nos disgustaban los gritos del pastor, los cantos, su forma de pensar, su vestimenta y no buscábamos la hora de irnos. La única distracción era cuando llegaba la hora de que los niños iban al área de escuelita. Era lo único que no me quejaba, era un ambiente agradable, nos educaban y jugábamos mucho.

» Pero un día todo cambió, nos cambiaron de profesor, tenía diecisiete años y se llamaba Jeffrey. ¡AH! tan solo acordarme de él me ponga roja y aun siento ese amor que le tenía. Él fue mi primer amor de la infancia. Desde ese día, no volví a quejarme de asistir a la iglesia ni de la religión, todos los días añoraba que fuese domingo.

» Lo mejor de todo, es que asistía a la misma educación privada donde yo iba. Qué curioso ¿no? era evangélico, pero iba a un colegio católico rodeado de monjas. Recuerdo que, en los cultos, siempre iba a sentarme con él, me enseñó a usar la biblia (o sea, identificar los capítulos y los versículos) a pesar que no sabía leer. En las horas de la escuelita, siempre se sentaba en la mesa conmigo y me defendía de los niños que me molestaban.

» Era perfecto ¡Ah! vivía en el mismo barrio de mis abuelos y siempre llegaba al minisúper de mis tíos, y cuando supe que llegaba a comprar ahí, siempre trataba de ir seguido para ayudar a "trabajar" aunque sea etiquetar los productos. Recuerdo que casi grito cuando llegó sin camisa.

» Cuando era recreo o la salida del kínder, él siempre estaba en una mesa haciendo sus cosas del colegio, a veces leyendo la biblia o con sus amigos, yo siempre me escapaba de la fila para ir a saludarlo y él siempre me abrazaba, y si era recreo, me leía la biblia, no entendía lo que decía, pero amaba escuchar su voz.

» Un día, en el día del trabajador, me disfracé de doctora, estaba en la oficina con aire acondicionado esperando que mi papá nos llegara a recoger, sí, mi papá era algo impuntual. Pero en eso, llegó él de por casualidad y se puso a jugar conmigo, él era el enfermo y yo su doctora. Pobrecito, le diagnostiqué varicela.

—¿Qué pasó con Jeffrey?

—No lo sé, un año después, no lo volví a ver, ni en la iglesia y ni en el barrio, ya no llegaba al minisúper. Supongo que se fue a la universidad. A pesar que me fui del país y tenía la mente en otras cosas, jamás lo olvidé.

—¿A quién más recuerdas?

—Había un chico que se llamaba Mariano. Era cinco años mayor. Mi papá trabajaba en un taller que estaba en una granja. Algo curioso, en el mismo barrió donde conoció a mi madrastra actual y su casa está a los veinticinco metros.

» En esa misma granja, había una casa en donde vivía Mariano y su familia, quienes hacían los trabajos de la granja del dueño de todo eso que era un empresario y dueño de una marca, mi papá era el mecánico de los camiones de dicha empresa.

Estefany Hoffman © [Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora