El día amaneció radiante. En el cielo no había ni una sola nube y la hierba relucía fresca, bañada por las gotas del rocío matutino. Aquella mañana todo parecía perfecto, hasta que el estómago de Laura rugió desesperado y a su cabeza volvieron de golpe todas las vivencias de las últimas horas obligándola a recordar que estaba completamente sola y perdida en un lugar desconocido. No sabía aún qué es lo que encontraría en aquel pueblo, pero su estómago hambriento comenzaba a hacer que sintiera náuseas y su cuerpo cada vez estaba más débil. No podía esperar ni un mísero segundo más, tenía que encontrar ayuda, así que se armó de valor para continuar su camino. Justo cuando pensaba reanudar la marcha la imagen del pequeño dragón voló hasta su mente y excitada miró hacia el lugar en el que se había acurrucado la noche anterior, pero el animal ya no estaba allí. Giró la cabeza frenéticamente en todas direcciones, tratando de localizarlo, pero no había ni rastro de aquel ser mitológico. Laura dejó escapar un profundo suspiro frotándose los ojos. Una vez más se sentía tremendamente sola en aquel lugar desconocido y se convenció de que seguramente, aquel encuentro mágico que ahora habitaba en su recuerdo, no había sido más que fruto del cansancio y de su viva imaginación.
Se levantó con esfuerzo puesto que tenía las piernas entumecidas por el frío de la noche y dirigió la mirada hacia el río. Hasta lo que alcanzaba a ver el pueblo parecía muy normal, algo abandonado tal vez. Podía distinguir varias plazas, una especie de mercado y empedradas calles estrechas que circulaban entre hileras de casitas bajas algunas de las cuales parecían estar en ruinas. No se lo pensó dos veces y comenzó a avanzar hacia el río con paso ligero. Cuando llegó a la orilla se paró y miró hacia atrás con un atisbo de esperanza anidado en su corazón, esperando ver al pequeño dragón corriendo hacia ella, pero de nuevo todo quedó en una fugaz ilusión. Rodeó el río hasta que llegó a un viejo puente de madera carcomida y lo cruzó con sumo cuidado, esquivando algunas de las tablas sueltas. A cada paso que daba la estropeada madera crujía bajo sus pies descalzos.
Mientras Laura se adentraba en las estrechas calles de aquella ciudad desconocida, su corazón latía con una mezcla de anticipación y nerviosismo. Los edificios a su alrededor, cuyas fachadas estaban adornadas con símbolos extraños, parecían susurrar historias de un pasado lejano y desconocido. Después de llevar un rato andando llegó hasta una amplia plaza abarrotada de mercaderes y transeúntes comprando todo tipo de objetos y comidas. Los aromas intensos de especias y alimentos desconocidos flotaban en el aire, mezclándose con el olor a madera húmeda y tierra.
Laura comenzó a avanzar entre la gente intentando no ser arrastrada por el bullicio, pero aquello resultaba bastante difícil con la cantidad de personas que había en la plaza andando en todas direcciones. Ni siquiera podía ver el suelo que pisaban sus propios pies. Con bastante trabajo fue avanzando entre el gentío observando el entorno que la rodeaba. Los puestos de comercio estaban repletos de objetos que brillaban bajo el sol, desde joyas que parecían contener luces propias hasta telas de colores que ondeaban como banderas de naciones desconocidas. Los sonidos del mercado eran un torbellino de voces, risas y cantos en idiomas que Laura no podía entender, creando una melodía extraña pero fascinante. Se detuvo un momento, intrigada por los seres que la rodeaban. Había criaturas de piel azulada conversando animadamente, sus voces altas y melodiosas. Un grupo de pequeños seres con orejas puntiagudas reía a carcajadas, mientras un individuo con rasgos felinos y piel verdosa examinaba con cuidado una pieza de artesanía. Un escalofrío recorrió su cuerpo y sintió que comenzaba a marearse. Aquel lugar, aquellas personas que de vez en cuando se volvían a su paso para quedarse fijamente mirándola. Sus rasgos, sus ropas, su piel. Todo lo que la rodeaba le fascinaba y le aterraba por igual.
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Aetheria. Las Hijas de los Dioses - Libro 1 [Completa]
FantasyLaura es una joven de 18 años con una vida normal pero eso cambiará para siempre este verano. Un viaje inesperado, un mundo lleno de criaturas que sólo existían en su imaginación y un pasado por descubrir, marcarán para siempre su futuro.