Batalla de luces y sombras

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Un estruendo sonó a sus espaldas y varias sirenas entraron en la sala portando armas en actitud amenazante. Las dos centinelas también se habían acercado tomando posición alrededor de la Madre. Laura las miró asustada. No había rastro de esa belleza etérea y esa gracia angelical que había visto hasta ahora. Su apariencia se había transformado dramáticamente revelando una faceta feroz y guerrera cambiando por completo las facciones de sus rostros. Sus ojos que normalmente reflejaban los colores cambiantes del océano, ahora se tornaban brillantes y su mirada acogedora se había vuelto fría y amenazante. Todas enseñaban los dientes. Unos dientes afilados y temibles capaces de desgarrar con facilidad. Sus colas, antes elegantes moviéndose en el agua, se habían tensado preparadas para el combate. Y las escamas que normalmente cubrían ligeramente su piel ahora se extendían por todo su cuerpo, acentuadas y endurecidas, como si de una armadura se tratase capaz de resistir golpes y cortes. La tensión era palpable entre ambos bandos, cargada de emociones reprimidas y antiguos rencores. La transformación las había convertido en unas guerreras formidables, una fusión de belleza y peligro reflejando la dualidad de la naturaleza del mar; sereno y acogedor en un momento, y feroz y mortífero en el siguiente.

-Madre tenemos que sacarla de aquí.- dijo una de las guardianas mientras algunas más cerraban filas alrededor de su reina.

Aerwyna, se erguía magestuosa sobre su cola azul cobalto, manteniendo una dignidad serena, mirando fijamente a su hermana que en contraste, parecía una tormenta encarnada.  Los ojos de Ianthe brillaban con una furia tempestuosa mientras las sombras se arremolinabn a su alrededor.  

Los ojos de Aerwyna buscaro a Laura entre el resto de miradas. Unos ojos que pedían perdón por aquella traición y Laura comprendió al instante que no tenía nada que ver, y que los ayudaría a salir de allí costase lo que costase.

En un gesto rápido Aerwyna cogió una daga del fajín de una de las guardianas haciéndose un corte en su brazo derecho. Ianthe soltó un grito de dolor cuando aquel mismo corte se marcó en su brazo pillándola desprevenida e instintivamente soltó a Laura de su agarre.

-¡Vamos!

Corrieron hacia la Madre mientras las centinelas les cubrían la huida.

-¡Coged a la chica!

La voz de Ianthe sonó furiosa a su espalda y la batalla se desencadenó en el salón del palacio de Lumoria con tal intensidad, que en escasos segundos se transformó en un campo de batalla caótico y despiadado. Hermanas enfrentadas en un conflicto desgarrador blandiendo sus espadas de plata en una danza macabra.

Las sirenas se movían con una agilidad impresionante en el agua, sus colas propulsándolas con ráfagas de velocidad. Cada una de ellas era una guerrera entrenada, sus cuerpos girando y deslizándose a través del agua con una gracia mortal. Las espadas de plata de las sirenas cortaban el agua con destellos brillantes, cada golpe y parada era un testimonio de su habilidad y entrenamiento. Además del combate físico, algunas de las sirenas usaban hechizos de magia menor, lanzando esferas de luz y energía que iluminaban el salón con destellos de colores vivos o creaban corrientes y remolinos que desorientaban a las oponentes.

Ianthe, en medio del tumulto, se destacaba por su ferocidad. Su espada se movía en un arco mortal, chocando contra las de sus oponentes en un sonido metálico y agudo. Sus ataques eran rápidos y precisos, dirigidos a incapacitar a sus enemigas sin vacilación. Tratando de avanzar entre los cuerpos de sus hermanas para llegar hasta su objetivo. Su voz cargada de furia y dolor, resonaba por encima del caos.

-¡Esto es por nuestro futuro, por nuestro reino!- gritaba, tratando de justificar su traición.

A su alrededor, el choque de las espadas y los gritos de batalla creaban un coro desolado donde antes resonaban las risas y el tintineo de las copas. El agua, iluminada por la luz tenue que se filtraba desde arriba, era ahora un torbellino de colores y reflejos mientras sirenas de ambos bandos peleaban de forma incansable y despiadada por su vida.

Aetheria. Las Hijas de los Dioses - Libro 1 [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora