La ciudad oculta

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La noche envolvía las ruinas de Nordon en un manto de silencio y oscuridad

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La noche envolvía las ruinas de Nordon en un manto de silencio y oscuridad. En el campamento improvisado, los guerreros de la resistencia dormían en sus tiendas de campaña, agotados por los días de entrenamiento y planificación. Laura, acurrucada en su tienda, se había entregado al sueño con la espada Corazón de Dragón a su lado.

Poco antes del amanecer, un ruido sordo y profundo rompió la tranquilidad de sus sueños, seguido por un temblor que sacudió el suelo bajo ellos. Laura se despertó de golpe, su corazón latiendo con fuerza mientras escuchaba el sonido de rocas cayendo en las cercanías.

-¿Qué está pasando?- exclamó, saliendo de su tienda con rapidez.

A su alrededor, los demás miembros del campamento emergían, confundidos y alarmados. La respuesta no tardó en llegar.

-¡Gigantes moviéndose!- gritó Elyan señalando hacia las montañas mientras corría junto a Laura.- Pero, ¿por qué ahora?

Los miembros de la resistencia volvieron la mirada hacia las montañas, estupefactos ante una vista majestuosa y aterradora: gigantes, criaturas enormes como torres, se desplazaban lentamente por la ladera de la montaña. Era un espectáculo increíble, pues esas criaturas rara vez se movían, permaneciendo estáticas durante meses debido al gran esfuerzo que les suponía desplazarse. Pero ahora, ahí estaban, varios de ellos a la vez, y el suelo temblaba violentamente bajo sus pasos pesados como un terremoto. ¿Qué podía haber despertado a un grupo tan numeroso de gigantes de su letargo?

Antes de que pudieran procesar la escena, el auténtico terror se reveló. Una sombra negra y tenebrosa se cernía detrás de los gigantes, arrasando con todo a su paso. Desde la oscuridad, surgieron los golers, las destructivas criaturas del nigromante, avanzando hacia el campamento.

-¡Golers!- gritó una voz.- ¡En las montañas!

El sonido cercano de lo que parecía una trompeta terminó de dar la voz de alarma.

-¡A las armas!- gritó un comandante, y los guerreros de la resistencia se reunieron rápidamente, formando líneas de defensa.

El campamento se transformó en un hervidero de actividad. Los arqueros tomaron posiciones, los guerreros se unieron rápidamente formando dos filas paralelas.

-¡Mantengan la línea!- volvió a gritar el comandante organizando las posiciones para repeler al enemigo.

Los golers se acercaban, una marea de destrucción oscura, sus figuras retorcidas y sombrías contrastando con la imponente presencia de los gigantes. A pesar de su tamaño, los gigantes parecían confundidos y asustados, empujados ladera abajo contra su voluntad.

Seraphine miró nerviosa a Darius, quien asintió levemente con la cabeza antes de tomar del brazo a Elyan y a Laura.

-Es hora de sacaros de aquí chicos.-dijo casi en un susurro.

Se dirigieron deprisa hacia el más cercano de los carros, y Darius les indicó que se subieran.

-No puedo marcharme ahora con vosotros, pero os prometo que nos reuniremos pronto. No salgáis bajo ningún concepto, y no permitáis que detengan la marcha. Es imprescindible que lleguéis a la costa antes del amanecer del próximo día. Allí os estarán esperando para ayudaros a cruzar en barco. Separaos del cochero y escondeos en el bosque hasta mi llegada.

Aetheria. Las Hijas de los Dioses - Libro 1 [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora