Revelaciones

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En la quietud del bosque, una voz melódica pero firme rompió el silencio, resonando entre los árboles milenarios.

-¿Qué hacen aquí?- preguntó la voz, llena de curiosidad y cautela.

Laura se sobresaltó, buscando la fuente de la voz. La princesa se puso de pie, su expresión tranquila pero seria.

-Hemos venido en busca ayuda. Te aseguro que ella es de total confianza; es una de las hijas elegidas por las diosas.

De entre las sombras de los árboles, emergió una figura que dejó a Laura sin aliento. Una criatura del bosque, cuya apariencia era una fusión sublime y mística de humano y árbol. Su piel tenía la textura y el color de la corteza del roble, y su cabello parecía estar compuesto de hojas y ramas vivas que se mecían suavemente con el viento. Sus ojos, de un verde profundo, reflejaban la sabiduría de los antiguos bosques.

-¿Por qué buscas nuestra ayuda, hija de las diosas?- dijo la dríada, su voz tenía el tono de las hojas susurrando.

Laura, aún asombrada por la aparición de la dríada, luchó por encontrar las palabras.

-Estamos en una misión para enfrentar a un poderoso enemigo que amenaza nuestro mundo y, creemos, también el vuestro. Necesitamos encontrar al tercer vínculo de la profecía.

La dríada observó a Laura detenidamente, como si pudiera leer la verdad en su alma.

-Los vínculos de las diosas fueron entregados a distintos reinos por una razón. No era su intención que se encontraran.- dijo finalmente.- El bosque sabe que tus intenciones son puras pero lo que pedís pondría en riesgo todo nuestro reino.

La princesa intervino.

-Confío en ella como confiaría en mi propia familia. Su causa es justa, y su corazón sincero.

La dríada asintió lentamente, luego se dirigió a Laura.

-Si realmente eres una hija elegida por las diosas, debes demostrar tu conexión con ellas y con la naturaleza. Solo entonces, podré considerar la ayuda que buscas.

Laura asintió, sin comprender del todo la gravedad de la prueba que se le presentaba. Frente a la dríada, un ser tan antiguo y enigmático como el propio bosque, sabía que debía demostrar su valía y su verdadera conexión con las fuerzas mayores que guiaban su misión. En el corazón de Whisperwood, bajo la atenta mirada de sus acompañantes, Laura se preparó para enfrentar su prueba. A su lado, la princesa élfica sostenía su báculo, un objeto de poder antiguo y sagrado, mientras la dríada apartaba las ramas de su torso para extraer de él un amuleto, una reliquia que brillaba con una luz interna. Laura empuñaba la espada Corazón de Dragón, sintiendo su calor y energía fluyendo a través de ella.

Las tres se unieron en un círculo, cada una sosteniendo su objeto mágico. La princesa élfica comenzó a recitar palabras en el antiguo idioma élfico, palabras que resonaban con el poder de los bosques y la tierra. La dríada se unió, entonando un canto suave pero poderoso que parecía emanar de la misma esencia del bosque.

Laura cerró los ojos, concentrándose en la energía que fluía a través de los objetos mágicos. Sintió cómo la energía se entrelazaba con la suya, creando un vínculo que trascendía lo físico. Las palabras de la princesa y el canto de la dríada se mezclaban en un torbellino de poder que envolvía a Laura, llevándola más allá de los límites de su ser.

De repente, la realidad se desvaneció. Laura se encontró en un lugar que era de otro mundo, una dimensión donde la luz y el color brillaban con una intensidad sobrenatural. Frente a ella, aparecieron las diosas, seres de una belleza y poder indescriptibles.

Aetheria. Las Hijas de los Dioses - Libro 1 [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora