XXI.

977 64 16
                                    

Posesivo – XXI

Aunque no lo crean y aunque sabía que no era cierto, una parte de mí muy en el fondo, creía que todo esto era una pesadilla, que me levantaría con Harry a mi lado, lo besaría y después de cumplir nuestro propósito aquí en Las Vegas –que aún no sé cuál es– volvería a casa y mi madre me esperaría en la puerta para recibirme con sus cálidos abrazos y una gran sonrisa, que detrás de ella estaría Brian con Gracie en sus brazos y todos sonreiríamos, felices para siempre. Pero no, la realidad me golpeo de manera dura e intensa. Yo sabía, que esa parte mu en el fondo de mí no era suficiente para traerla de vuelta, ni siquiera con mi mente. Ya había olvidado su voz, llevaba realmente mucho tiempo sin escucharla  no recuerdo la última vez que la vi sonriendo, y su único recuerdo no borroso, era aquel momento donde supe de la carta De Harry. No ha pasado mucho tiempo desde entonces, tal vez un par de semanas, pero por primera vez, sabía lo que era estar perdida, incompleta, sabía lo que era estar en completa soledad.

–Vamos... –dijo Harry entrelazando nuestras manos mientras bajábamos las últimas maletas a la entrada del hotel y esperábamos un taxi que nos llevara al aeropuerto.

Me había aislado por completo, desde ese momento en el que Harry me susurró la situación, mi mente, mi manera de ser, incluso yo, había cambiado. Había creado en pocas horas lo que era conocido como un muro, y afuera de él estaban todas las personas, incluso las que amaba, incluso... Harry.

No lo había mirado más de cinco veces en todo ese tiempo, no había dicho más de diez palabras desde entonces, y eran siempre las mismas, sí y no. No había querido hacer esto, no de esta forma, no a él, que quería ayudarme, alentarme, darme esa fuerza que acaba de perder sin siquiera luchar, pero no podía, no lo haría aunque lo intentara, era simplemente tarde.

El taxi llegó y aparcó frente a nosotros mientras el conductor bajó. –Hola, soy Josh. Déjeme ayudarle con eso.

El hombre vestido de blanco y negro ayudo a Harry con las maletas y el resto del equipaje, al terminar de subirlo por completo, abrió la puerta del  auto, para dejarnos entrar. Subimos.

Por más que tratara de alejar a Harry, él no entendía que quería estar sola, pensar, llorar, gritar y desahogarme pero no con él. No quería ser un peso más y si no decía nada, eso sería para él, una carga.

Él entrelazó nuestras manos y por un momento me tensé, estoy segura de que lo noto pero no haría esto con él. Deje mi orgullo de lado y me deje llevar por su caricia, aflojando el agarre. Él sonrió y dejo un beso en mi mejilla, uno largo y después me giró para darme uno en la comisura de los labios. –Te amo, no lo dudes.

–No lo hago. –le contesté sincera pero algo en él cambió, ese tierno brillo en sus ojos pareció desaparecer, algo lo había molestado, tal vez la falta del ''Te amo'' de mi parte.

Esto sería duro para él y traté de evitarlo lo más que pude. Llegamos al aeropuerto y el conductor nos ayudó a bajar las maletas y el resto de nuestras cosas y las subió a un carrito para que la lleváramos hasta la cinta de seguridad. No dijimos nada, solo caminamos y entramos antes en la tienda para llevarles algunas postales a los chicos y sin darme cuenta, un ataque de nervios se llevó esa calma que tanto me costó formar. Comencé a temblar y sentir que me faltaba el aire, imágenes vinieron a mi mente y nada las desaparecían. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas mojando las postales y cuando Harry lo noto, se acercó a mí y me rodeo con sus brazos mientras me acariciaba la espalda. Tomo un par de postales más y pago rápidamente. Me llevo directo a la cafetería y me sentó en una mesa, corrió hacia la barra y cuando regresó traía una botella de agua consigo, me la entregó y antes de terminar de abrirla, comencé a beber hasta que los nervios cesaron. Harry rio, me había terminado el agua. En un momento volvió con más y la dejó ahí en la mesa para mí mientras tomaba asiento. – ¿Estás mejor?

–Eso creo. –contesté dándole un media sonrisa tímida para que no se preocupara. – ¿Cuándo llega el avión?

–En... –miró el reloj negro  en su brazo. –Cinco minutos. ¿Nos vamos?

Asentí y pasamos por seguridad un minuto después de que el avión aterrizó. Nos sentamos ya con mucho silencio y así permanecimos. Durante varias horas hasta llegar a Los Ángeles. Bajamos y después de buscar nuestro equipaje y asegurarnos que era el correcto, buscamos un taxi.

– ¡Taxi! –grito Harry, pero ninguno se detenía. – ¡Taxi! –volvió a gritar cuando uno se acercó pero otra pareja se nos adelantó.

–Dudo que tomemos un taxi aquí. –dije encogiéndome de hombros. Harry suspiró.

–Yo tú, le creería. –dijo una voz detrás de nosotros y al girarme, unos ojos azules intensos, me miraban junto a una sonrisa. –Hola, Selena.

Saludo Niall. –Styles. Mi auto está por allá.

Señaló el aparcamiento y Harry y yo asentimos. Subimos a su auto el equipaje y luego nosotros. Por más de cinco minutos me había torturado con comerme las uñas, hasta que llegamos a casa de mis padres. Mi hogar.

Incluso las flores, el jardín, la casa, ya no eran lo mismo sin ella, hacía falta.

– ¿Cómo supiste cuando llegábamos? –pregunté a Niall caminando hacia la puerta.

–Brian me dijo que fuera por ustedes. –contestó abriendo la puerta de mi casa. Todo rodeaban en ataúd, algunos lloraban, otros solo veían pero lo que más me impresionó, fue aquella figura que se giró junto a Brian al yo entrar.

– ¿Papá? –pregunté.

– ¿Tío?

Posesivo |H. S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora