XXIV.

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MARATÓN 1/2

Por algún motivo el deja vu vino a mi mente, ya había escuchado esas palabras antes pero claramente, no podía hacer nada. Luche conmigo misma, con mi impulso de detenerlo y pedir explicaciones, de seguirlo como la última vez, con tan sumo cuidado, que no pase ni por su mente. Pero no.

Espere a escuchar la puerta cerrarse y dirigí mi mirada hasta la ventana panorámica de la habitación, caminé hasta quedar frente a esta y viendo más allá de mi reflejo, las luces de la ciudad iluminaron mi visión hasta el deportivo de Harry saliendo del estacionamiento y desapareciendo al final de la calle. Esta era mi oportunidad. Baje hasta la sala donde  estaban todas las cajas que Harry había traído de su ahora, viejo departamento. Me senté en el sofá de terciopelo y coloque la caja donde yo había colocado las cosas que quedaban en su habitación y la abrí, sacando todo lo que había adentro. Me sorprendí al encontrar un álbum de fotos de color blanco perla y bodes dorados.

Lo abrí y solo encontré fotos de Harry con Gemma pero al final había una fotografía de nosotros, mirándonos mientras sonreíamos, era una fotografía que fue tomada en el campus de la escuela. El recuerdo vino a mí como si hubiese sido ayer.

La saque del empaque para verla más de cerca y otra foto en blanco y negro cayó de detrás de esta. La foto estaba rota a la mitad y la única parte que se veía era aquella chica de cementerio. ¿Cómo se llamaba? Kenny, Kelly... Kendall.

Solo sonreía mientras miraba al cielo, lo que me hizo recordar una foto que acaba de ver en la primera página, la busqué y la saqué juntándola con la otra, encajaban perfectamente. Harry la miraba con esos ojos, esa sonrisa, ese cariño que había visto solo hacia mí. La parte de atrás de la foto solo llevaba unas palabras.

''El amor de mi vida eternamente. ''

Estoy rompía el polvo que se hacía llamar mi corazón, él la amaba, y tal vez aún lo hace.

Harry's POV

Después de cinco minutos de conducir, llegué al viejo bar en remodelación que acaba de comprar, en pocos días, estaría listo, lo que me preocupa es Selena. Ella no tiene ni idea de esto y no estoy seguro de cuan feliz o mal esté con esto. Apago el auto y bajo, tomando una bocanada de aire fresco después de tantas cosas en mi mente. Y ahí estaba ella, con su rostro inocente, moviéndose inquieta de un lado al otro. Frotando sus manos en sus muslos que se encontraban descubiertos ante el viento helado. Mordía su labio con impaciencia mientras miraba a cada lado del lugar en busca de una razón por correr, con sus ojos pestañeando tímidamente y su cabello alborotado por el viento.

–Hola...Kendall. –saludé por su espalda, aún me costaba pronunciar ese nombre, había sido el hecho de perder mi corazón, no una, dos veces. Ella se giró asustada y sus manos se frotaron en forma tímida, temblando por el frío. Quite mi chaqueta y la tendí por sus hombros.

–Gracias. –murmuró con una breve sonrisa.

–Pasemos. –camine dirigiéndola y antes de cerrar la puerta del bar, detrás de mí, miré a todos lados para luego introducirme a la acogedora sala caliente.

La lleve hasta la gran barra de madera al final del bar, donde aún el chico encargado de servir las bebidas, colocaba con otro contratista, el refrigerador y los elementos que faltaban en la barra. Ya estaba casi listo, tan solo faltaba limpiar el escenario, fijar las mesas del segundo piso, las decoraciones y las llegadas de las bebidas antes de que el bar pudiera ser abierto.

Encendí un cigarrillo y lo coloque en el borde de mi labio inferior, inhalando una bocanada de humo. Era tranquilizante el efecto que producía en mí. Nos sentamos uno frente al otro mientras su mirada estaba fija en mí. Mire a otro lado y solté un poco de humo lentamente, disfrutando cada segundo.

–Hey. –me tomo del brazo y bote el resto de humo en mi boca, de manera exasperante.

–¿Qué? –hablé con amargura. Su mirada parecía buscar algo.

–¿Fumas? –su voz salió sorprendida.

Me encogí de hombros. –A veces...Cuando estoy pasando un mal rato. –Tome otra bocanada de humo y la dejé salir rápidamente.

–Esta chica... Tu novia...– comenzó pero se detuvo a pensar lo que diría.

–Prometida. –corregí.  Ella asintió sin importancia y miro a otro lado. –Su nombre es Selena.

Me miro de nuevo. –¿Ella lo sabe? ¿Sabe que fumas?

Negué y su mirada cambió, fue como su una gota de luz hubiese caído en sus ojos, como si tuviese alguna esperanza. No era buena señal. Tome otra lenta bocanada y decidí mantenerla.

–¿Y ella lo hace? –pregunto. No sabía que había venido para una entrevista pero negué. Una leve sonrisa de lado apareció en sus labios. –¿Te has puesto a pensar que ella no lo hace porque tú no lo haces? ¿Que pudo haberlo hecho y luego dejado por ti? No, supongo que no, porque claro, no pensaste en ella.

Deje escapar el humo que tenía reservado en mi boca y aplasté en cigarrillo en la madera de la barra de manera amarga.

–¿Qué es lo que quieres Kendall? –escupí sintiendo el ardor en mis ojos y en mis venas, no eran lágrimas, era la furia que me recorría.

Ella se encogió de hombros. –Solo quería hablar contigo, pero veo que has cambiado. –su mirada se volvió a todo su alrededor, observando con detalle el bar.

–¿Tú no? –Ella se encogió de hombros de manera tan inocente. Su fingida inocencia me daba cierto asco. Mantuve mi mirada fija en la de ella y le hice una seña al chico de la barra. –Una botella de vodka y un vaso con hielo.

–Si Sr. Styles. –dijo.

–Espera. –dije aún sin dejar de mirarla y entonces gire mi silla para ver directamente a los ojos marrones del chico. –No me digas Sr. Styles. Me conformo con jefe.

El chico asintió y le di una leve sonrisa. Me volví a ella y parecía impresionada por lo que acababa de decir, pero ignoré su mirada y continué.

–Sabes...Tengo mejores cosas que hacer. –dije tomando la botella de vodka y el vaso que el chico acaba de dejar sin interrumpir y me serví un vaso. –Si no hay nada más de qué hablar, entonces... –me bebí el vodka de un trago. –Debo irme.

Ella aún permanecía plasmada en su asiento, como esperando o buscando algo en mí, pero sus palabras se escaparon si su previo permiso.

–¡Necesito trabajo! –escupió rascando de manera nerviosa su nuca. –Acabo de llegar y posiblemente me quede, así que... necesito trabajar.

La mire y reí por lo bajo. –¿Te llego la hora del karma no? –volví a reír con la botella en mi mano. –Antes yo rogaba y ahora tú vienes a rogarme.

Ella asintió con manos temblorosa y se levantó de su silla, acercándose. –Por favor.

–Estamos llenos. –dije mirando a cada constructor, decorador y encargado del lugar.

–Por favor. –volvió a rogar. –Puedo trabajar en la barra. Hare lo que sea.

La miré con cierto desprecio, ella no lo merecía pero por primera vez en años, sería flexible con alguien más que Selena.

–Hay un puesto vacante. Pero... –dije deteniendo su sonrisa. –Hay reglas y debes cumplirlas. Tu primera paga será al final de la semana que viene. Te necesito aquí mañana para terminar los detalles. A las siete en punto, ni más ni menos.

Ella sonrió y se abalanzó sobre mí en un abrazo, dude, pero al final termine correspondiéndole, educadamente.

Entonces la entrada se abrió, Selena estaba temblando del frío mientras sus manos se frotaban unas con otras. Su mirada admiro el lugar hasta que sus ojos se abrieron como platos. Me había visto y ahora se dirigía hacia mí.

Posesivo |H. S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora