XXVIII

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Posesivo – XXVIII

Selena's POV

Todo parecía oscuro, mi mundo giraba y se desmoronaba de a pequeños pero dolorosos trozos, me había engañado, él, mi futuro esposo, me había engañado y había tenido el descaro de hacerle jurar a su amante que no me dijera nada por ''mi bien''.

Irónico ¿no? La persona en la que más confié, a la que más amé, por alguien por la cual me propuse morir o hacer lo que sea por estar a su lado, esa persona me había engañado, la había preferido a ella. Había preferido estar una noche de placer, ni una noche, unas horas de placer antes de estar a mi lado.

Y sí, duele, demasiado. Pero parece que a medida que el tiempo pasa, comienzas a hacer un gran borrón y cuenta nueva, dejas todo en el pasado. Y ese es el problema, mi pasado con Harry no es exactamente el más hermoso y perfecto que existe y recordarlo duele.

Pero no me dañaría más, me alejaría de Harry y que esta vez, sería permanente.

Mas manos estaban sudadas mientras mis puños se mantenían presionados. Tome la manija de la puerta e introduje la llave hasta girarla y abrirla, estaba abierta para mí. Camine adentro de la sala mientras con mi pie cerraba la puerta de un portazo. No es como si tuviera ánimo. Mi mente fluía lentamente, mi corazón estaba acelerado y el sudor me recorría por completo. Me acerqué a la cocina con el mismo disgusto y deje caer las lleves en la barra junto a mi chaqueta, aún llevaba los bordes cubiertos de hierba artificial y barro después de mi leve carrera camino a casa. Abrí el refrigerador tomando una Coca–Cola, camine hasta mi habitación abriendo la lata y me deje caer a la cama mientras me terminaba la bebida en pocos tragos. Aún mis manos estaban temblorosas, sucias y rojas. Limpie de mi manga mi boca y tan solo tome el control de la TV mientras la encendía. Tal vez me animaba pero no fue así. Las lágrimas comenzaron a resbalar por mi mejilla y por más que las limpiara, corrían aún más.

Mi cuerpo se acomodó quedando contra el espaldar de la cama mientras mis manos en mi rostro bajaron hasta quedar a la altura de mis piernas levantadas contra mi pecho. Él me había lastimado y dolía como si te hubiesen clavado una espada por la espalda. Dolía.

Pero no me dejaría caer de nuevo en esa depresión, él había tomado su decisión, la eligió a ella y yo elegí disfrutar mi vida. Limpié con fuerza mis lágrimas mientras arroje el control con el piso dejándolo hecho pedazos y tome mi teléfono.

Este no sería el final de una historia triste, no de mi historia.

La pantalla de mi teléfono alumbro en medio de la habitación hasta solo quedar cierta sombra al acercarlo a mi oreja. Tres tonos y había contestado.

–¿Hola?

–Hola. –conteste.

–¡Selena, cariño! ¿Cómo estás?

–Bien... supongo. –mentí limpiando otra lágrima.

–¿Qué pasa?

Le conté a Demi todo lo que había pasado la última semana después de la muerte de mamá y la llegada de Kendall. Podía escuchar los jadeos y suspiros fuertes de Demi desde el otro lado de la línea mientras limpiaba una que otra lágrima que se había escapado sin permiso.

–¿Estás bien? –volvió a preguntar.

–No. –Dije más segura de mi misma. –No lo estoy.

–Por supuesto que no, ¿quién lo estaría? Que tonta soy. Lo siento.

Negué con la cabeza y sonreí al recordar que no podía verme.

–¿Quieres hacer algo? Digo, para distraerte, podría llamar a las chicas y...

–No lo creo. –la interrumpí sin ánimo.

–Oh... –jadeo decepcionada. –Está bien.

–¿Sabes qué? Me da igual. Llama a las chicas, te veo en tu casa dentro de veinte minutos.

Demi rio. –¡Noche de chicas!

Chilló contenta. Colgué la llamada y después de una ducha, algo de corrector de ojeras y un buen maquillaje, quince centímetros de tacones y un vestido más arriba de las rodillas, estaba lista. Debía disfrutar esta noche como si fuera la última.

Demi había aparcado a una cuadra del bar para no estar atrapadas en el aparcamiento por lo que tuvimos que caminar en plena noche, durante cinco minutos, congelándonos del frío por más de doscientos metros. Para cuando al fin llegamos, las chicas estaban al final de la cola esperando por nosotras para entrar.

No pude evitar acercarme rápidamente y abrazarlas a todas al mismo tiempo, llevaba un tiempo sin verlas. Todas sonrieron y se introdujeron a la cola hasta llegar al guardia, mostramos nuestras identificaciones y junto a unos cuantos billetes de veinte dólares, entramos.

Las chicas ya se habían dispersado cuando yo tan solo me había sentado en la barra, justo antes de que se acercaran jadeando y sudadas a pedir una bebida, quizás más. Después de muchas copas ya habíamos perdido la noción del tiempo y la cuenta de las copas. Solo reíamos y bailábamos como locas adolescentes recién salidas de la secundaria. Me hacía sentirme joven y sin nada que perder.

Había ido un par de veces a bailar con un chico de ojos azules muy cautivadores, mientras las chicas solo me miraban un poco confundidas y sorprendidas mientras bailaban al mismo ritmo de la canción, solo Demi sonreía y me lanzaba una mirada de apoyo cada cierto tiempo.

Estaba cansada, mi cuerpo jadeaba de dolor, mi mente me pedía un respiro y mi cuerpo igual, entonces me detuve dándole un guiño al chico y me senté en la barra junto a las chicas que me miraban expectantes.

–Pero... –trato de pronunciar Miley.

–¿Y Harry? –Preguntó la rubia.

Me encogí de hombros. –No sé ni me interesa.

–¡Selena! –Jadeo Danielle con la mano en su boca.

–¿Qué?

Eleonor me miró y mientras absorbía un trago de su bebida me miró profundamente. –Tú y Harry están peleados, haces esto para darle celos pero todas sabemos que al final de la noche. –Sonrió de lado. –Terminaran juntos.

Negué con la cabeza. –No esta vez. No habrá un luego entre Harry y yo. –todas me miraban tan inocentes. –Me engaño.

Eleonor escupió toda su bebida de repente mientras Perrie y Danielle la ayudaban dándole leves golpes en la espalda. Demi solo se había quedado detrás de Miley sosteniéndola por la espalda para que no se desmayara, cosa que sucedería pronto sino se sentaba.

–Hijo de... –admitió Eleonor, pero decidió callar.

–Lo voy a matar. –Escupió Miley recuperándose.

–Somos dos.

–Tres. –Se unieron Danielle y Perrie.

–¿Te molesta si lo castro? No me importaría. –murmuró Demi con furia. La mire fijamente pero solo pude negar riendo.

–No, Demi. Conozco algo que le dolerá más.

–¿Que tú lo engañes? –preguntó Miley irónica. La miré fijamente y sonreí. –Oh, no, no. No, no, no y no. No harás esto.

–Lo haré, Miley. Dos pueden jugar este juego.

Me levanté de mi silla y les guiñe el ojo antes de salir por la puerta de atrás hasta parar un taxi y detenerme frente a la casa de los padres de Niall.

En menos de un minuto ya estaba abriendo la puerta de la gran mansión.

–Hola. –saludo. –¿Qué ha...?

–¿Están tus padres? –pregunté. Negó con la cabeza y antes de que pudiera preguntar algo más, mis labios estaban sobre los suyos.

Posesivo |H. S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora