XXVII

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Posesivo – XXVII.

–No...Espera...Selena... –dije tratando de detenerla, pero no quería hacerle daño y arriesgarme a una denuncia, no perdería solo a Selena, sino al bar, mis amigos, todo lo que me quedaba.

–Sh...– ahora su dedo estaban sobre mis labios hinchados. Se inclinó un poco más, mostrando su escote lentamente. –Ella... –se alejó riendo y tiro de su vestido hacia abajo, no llevaba nada debajo de este. Gruño. –No se va a enterar.

Sus movimientos se volvieron más rápidos hasta estar sobre mí y sin nada más que decir, su lengua entro a mi boca rozando con la mía.

Sus manos bajaron a mi saco y lo arrojaron al suelo, por algún motivo no podía detenerme. La deseaba, pero no más que a Selena, la necesidad de tenerla se hacía mayor, como una sed en mí, como si estuviéramos solos. Era un hambre de eso que ella poseía y yo no podía obtener, algo que quería para sentirme bien conmigo mismo. Era solo eso, sexo, para despejarme, solo eso, para hundirme en su perfume como lo hacía con Selena, para besarla por cada centímetro de su piel, saborearla. Solo sexo.

¿Pero cómo podría hacerle esto a Selena? ¿No había sido suficiente?

–Espera. –dije alejándola. –No puedo hacer esto, no a Selena, no.

Negué pero eso pareció atraerla más. –Oh, vamos. El pequeño Styles dependiendo de su novia. –Ella rio y fue como si estuviéramos dentro de una cueva, podía escuchar su risa por todos lados inundando la sala. –Wow, nunca te había visto tan débil, dependiente de algo, ella te debe gustar mucho.

Negué con la cabeza y sonreí cabizbajo. –La amo. –susurre.

–Bien, no es como si después de esto, dejaras de hacerlo. Será rápido como tanto te gustaba. –Se movió pícara y me levanté de la silla caminando hacia la puerta.

–Levanta tus cosas y lárgate. –Escupí.

–Oh, Styles. –ella sonrió y se acercó a mí tomándome del mentón para acercarme a sus labios. –Tú...– bajo su dedos por los botones de mi camisa, abriéndose en dos. –no puedes rechazarme, pequeñín. –Me tomo de los hombros y bajo mi camisa dejándola en el piso mientras miraba impaciente mis labios. –Hazme tuya...

Eso fue lo último que escuche antes de que se lanzara sobre mí y me rodeara la cintura con ambas piernas mientras mordía mi labio inferior ferozmente, sus manos se apoyaron de mis hombros y sus uñas se quedaron clavadas en mi espalda.

La corriente que esta chica producía en mí, me extasiaba, era como una pequeña mina que había esperado durante un largo tiempo, en ser pisada y ahora, estaba a punto de explotar.

– ¿Qué pasa? –Preguntó al no obtener respuesta de mi parte. –Me doy cuenta, se te olvido como follar duro...

Y ahí iba cayendo mis resistencia, había perdido todo el control en mí y en un par de segundos, mis manos sujetaban su cadera mientras la besaba ferozmente, de la manera más excitante, de la manera menos seductora que pudiese tener, de una manera que ella nunca olvidaría. La subí sobre mi escritorio, tirando todos los papeles al suelo junto a mis pantalones, mi bóxer y la poca dignidad que me quedaba, la hice mía.

Estábamos sudados, empapados de sudor, nuestros corazones agitados y nuestra respiración entrecortada. Solo habían pasado treinta minutos y me sentía como si hubiese corrido todo el día. Salí de ella y recogí mi bóxer y los pantalones del piso. Abotoné mi camisa y recogí los papeles colocándolos en orden en una fila sobre el escritorio. Ella ya había levantado su vestido y lo llevaba puesto. Sonrió y yo solo me gire con disgusto. Ya había acabado y me volví a sentir vacío, no era lo correcto, y solo había una respuesta para llenar el vacío. Selena.

La había engañado y eso me hacía sentir como un cobarde. Negué y me senté en la silla.

–Bueno, bueno...–dijo la castaña rompiendo el silencio. –Lo he visto todo, Styles. ¿Sabes? De verdad te creí... más fuerte.

Escuche una leve risa y la fulmine con la mirada.

–De veras estás ''loco'' por ella... –dijo haciendo comillas con los dedos. –Pero no tanto, aunque lo suficiente como para gritar su nombre mientras me lo hacías. –Soltó una leve risa irónica. –Estoy muy segura de que dijiste su nombre cinco veces y fui lo único que hablaste en nuestro ''encuentro''.

De nuevo las comillas.

–Ve al grano. –escupí amargamente.

–Bien. –asintió. –No la amas, cariño. Si lo hicieras te hubieras resistido y eso no fue lo que pasó. Me dejaste ganar, y lo mejor es que tarde solo dos minutos.

– ¿Qué? ¿Es un nuevo récord? –pregunte tan disgustado como era posible.

Se encogió de hombros. –Eso no es lo importante ahora, lo importante es que me lo hiciste, me diste el poder de jugar contigo como lo hiciste una vez conmigo, caíste en mi trampa y eso...me hace realmente feliz. –Suspiro.

– ¿Quieres que te aplauda?

–Ahora, debes ir con tu prometida. –rio. –Decirle que la amas, mentirle y casarte con ella aunque no sea justo, no para ella, la engañaste por simple placer, y como yo hay muchas, que te engañaran, tal vez dentro de un año ya se hayan separado, no solo por mi sino por otras, muchas otras que así como me lo permitiste a mí, se lo permitirás a ellas y Harry...Mi querido, hermoso y muy maleducado, Harry...Tendrás de tu propia medicina.

Sonrió con mucha malicia.

–Largo. –dije señalando la puerta.

–Bien, pero Harry. Recuerda lo que te digo cuando la obligues a contestar que sí en el altar, la atarás a ti en vez de dejarla ser feliz. Eso sería muy egoísta de tu parte ¿no crees? Yo sí.

Sonrió cabizbaja.

–Creo que no me entendiste, dije que largo. –Trague amargamente al verla sonreír una vez más, era tan repulsivo.

–Es una lástima que hayas reprobado...– murmuró tomando la manilla de la puerta.

Espera ¿Qué? – ¿De qué hablas? –pregunte dándole la vuelta al escritorio y sentándome sobre él.

Ella se acercó con cierta forma retante y victoriosa.

–Lo que escuchaste, esto era una prueba, y la reprobaste. No me extraña, de verdad sabía que no tenías corazón y que se lo romperías a ella y eso... Eso prueba mi teoría, eres solo un...bastardo mujeriego. Te seduje, sí, pero qué pensara ella cuando se entere, estoy muy segura de que no le va a gustar. Eres el peor hombre que pueda existir y así como jugaste con mi corazón y con el de Selena, tu futuro se basará en eso, romper el corazón de muchas más, usarlas a tu gusto en la cama o, en cualquier lado que te convenga, sin importarte sus sentimientos. Eso eres tú, esa es tu maldición, algo con lo que deberás cargar el resto de tu vida.

Reí a carcajadas, no podía creer lo que decía pero al verla tensar su mentón me di cuenta de que no mentía. Me acerqué a ella y la tome por el brazo, dejando la otra mano sobre la puerta.

–Jura...– la apreté más fuerte. –Jura que no le dirás nada.

Ella negó y me alejo de un empujón. –Yo no diré nada, pero creo que...– abrió un poco la puerta. –Podrías explicárselo tú mismo.

Dejo abierta la puerta mostrando a Selena detrás, sus ojos estaban rojos, de furia, de lágrimas, de dolor. Yo la había traicionado. Idiota.

–Selena, yo...

Antes de poder decir algo más la vi correr y fui tras ella, antes mire atrás y Kendall me sonreía pícara y triunfante desde mi oficina mientras me despedía con un movimiento de manos. Esto era su culpa.

Corrí detrás de Selena y al gritar su nombre y ver que no se detenía entendí que mi vida con ella había acabado.

– ¡Selena! –grite antes de perderla de vista en las afueras del bar. Eso era todo. La había perdido, ella no volvería y todo por mi culpa. En resumen, mi vida se había vuelto vacía como cuando la perdí la primera vez, era el final de una feliz historia. Ella ya no estaba y no volvería... jamás.

Posesivo |H. S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora