Posesivo – XXVI.
Suspire exasperado mientras llevaba otra copa de Vodka para que quemara mi garganta y al sentir el ardor solo gruñí por lo bajo.
–¿Qué haces aquí? –pregunté. No quería ser grosero pero... ¿De qué estoy hablando? Lo estaba siendo, trataba de serlo. Parecía aparecer siempre y dañar todo, siempre pasaba así y al final la cobardía le ganaba y terminaba por irse, en el momento menos necesario para mí. Me servía más vodka cuando le hice un gesto de que tomara asiento pero no había uno. Se acercó a la silla al revés en una esquina de la habitación y la coloco boca arriba, dejando su cuerpo caer en esta.
–Debía preguntarte algo.
Coloque mis ojos en blanco. No es el momento.
–¿Qué? –repugne ahogándome con más alcohol.
–Yo... solo... No importa.
–Bien. –dije y me encogí de hombros mirando a sus ojos fijamente, había algo que debía preguntarle. –¿Cómo entraste?
Ella sonrió de medio lado y se encogió de hombros.
–Quería preguntarte eso y no deseaba interrumpir o que las cosas se pusieran peor. –
¿En serio? –pensé. –No me digas.
Suspiro antes de continuar. –Entonces espere a que Selena se fuera, estaba realmente furiosa cuando subió al auto con ese rubio.
–Espera ¿Qué?
Ella asintió. –Un rubio. No importa, entre y subí directamente pero veo que no estás en condiciones. –Me miró y pronto bajo su mirada a la botella de Vodka. El sonido de sus pies chocando contra el piso de madera de manera impaciente mientras giraba a un lado y al otro haciendo rechinar la silla.
–Creo que, mejor me voy...Te veré mañana.
Su mirada cayó a mis ojos y luego su cuerpo pasó a mi lado, cerrando la puerta detrás de sí. Soledad dulce soledad. Aún seguía escuchando sus tacones golpeando en piso una y otra vez. ¿Debería detener su caminata? ¿Abandonar la idea de la soledad?
–Hey... –llamé levantado y afuera de la habitación. Su mirada se cruzó con la mía mientras cierta sonrisa arrogante parecía pasar por su rostro. –¿No...Puedes...? ¿Podrías quedarte?
Ella sonrió y se acercó a mí, dándome aquel abrazo reconfortante.
–Lo intentaré.
Durante más de tres horas no paramos de reír y recordar el pasado, aunque parte de eso se sentía como tocar una vieja herida y hacerla sangrar de nuevo. No importaba, estaba feliz en ese momento.
Llegué al que sería mi nuevo hogar y encontré todas mis cosas en un par de cajas. Ella no podía hablar en serio, no sería capaz ¿no? Lo era.
Tome algo de ropa de las cajas y me cambie dejando la sucia aparte, me recosté del sofá y me deje caer en un profundo sueño.
Fuertes pisadas impacientes sonaban haciéndome despertar. Selena.
Me despoje de las sábanas y antes de poder ver lo que pasaba, me encontré con una mirada perturbada. Ella estuvo llorando.
–Debes irte...
–¿Qué? ¿A dónde?
–Ve a tu estúpido bar con tu estúpida zorra.
–Bien. –tome mis cosas y me dirigí a la puerta pero algo me detuvo, sus manos estaban alrededor de mi brazos. Sabía que no podía. Me gire evitando reír pero su cara estaba seria.
–No te olvides de no volver. –y cerró la puerta en mi rostro.
Gruñí por lo bajo. Ella no podía hacer esto. Pero lo hacía.
Tome mis cosas del suelo y me dirigí hacia el ascensor, no sin mirar por última vez aquella puerta por la que había felizmente entrado.
Pero lo dejaría pasar, esperaría a que la culpa la llenara y volviera a mí. Ella... Ella no podría vivir sin mí ¿no? No, claro que no ¿o sí? Tal vez...Podría ser, sí.
Las puertas del ascensor se cerraron y una lágrima cayó por mi mejilla. Sería un largo tiempo sin ella. Subí las cosas a mi auto al llegar al aparcamiento y lo encendí. Cinco minutos después estaba frente a mí no tan antiguo departamento. Introduje la llave en la cerradura y con la espalda mientras cargaba varias cajas del piso, empuje la puerta dejando a la vista la oscura habitación a la que había dejado de llamar sala hace mucho tiempo.
Llegué al bar después de acomodar todo y subí a mi oficina. Ella estaba ahí, sonriendo mientras mostraba una oficina limpia y decente otra vez. Sonreí de lado.
–Veo que has estado ocupada. –Digo cerrando la puerta y dejando mi chaqueta en el perchero.
–Sí. –sonríe y tomo asiento frente a mí. –Llegue antes y me dispuse a dejarte la oficina como se supone debe ser una oficina.
Reímos y tome asiento a su lado, era bueno este tiempo con ella.
–Iré a trabajar. –susurro y salió del lugar.
Sábado 20. Lunes 22. Viernes 26. Lunes 29. Así pasó el resto de la semana, Kendall llegaba antes y se sentaba a hablar conmigo. Yo solo podía pensar en Selena, lo larga que estaba siendo la espera. Y pensar que este bar se quedaría en una semana a cargo de Zayn mientras yo me encargaba de mi graduación en Julliard. Pero luego volvería, lo que no sabía, era si Selena haría lo mismo.
Eran las 12:15 a.m.
La música aún sonaba fuerte, las bocinas rechinando, los gritos recorriendo el lugar. Mi noche apenas había comenzado y tal vez acabaría pronto.
La puerta se abrió revelando a una Kendall sudada, con su cabello pegado a la frente, sus labios rojos entre sus dientes, sin uniforme, solo un vestido que parecía un top y sus manos en sus caderas. Suspiro.
–Hola. –dije intentando mirar para otro lado. Ella sonrió y cerró la puerta con seguro. Esto no me gusta.
Se acercó alejando mi silla del escritorio y sentándose en este, frente a mí. Me levanté pero ella me cogió de los hombros y me volvió a sentar. –No iras a ningún lado...cariño.
Negué. Tomo mi pecho y lo empujo dejándome contra la silla y se sentó en mis piernas comenzando a tocar mi miembro. Me endurecí pero antes de que pudiera refutar, sus labios, se fundieron suavemente con los míos.
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Posesivo |H. S.|
FanficUna carrera. Dos concursantes. Un ganador ¿El premio?...Ella. ''No soy bueno para ti, pero si lo suficientemente egoísta como para no dejarte ir. Eres MÍA''. Todos los Derechos Reservados© Registrado en Safe Creative bajo el N° 1509135153067. Prohib...