O31; ¿Quién más?

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- Win 🐰

El aire y los rayos del sol se colaban por la ventana, elevando las cortinas marrones estratégicamente colocadas para un día libre.

Se despertó pegado al pecho firme y desnudo de Bright, bajo el calor de las sábanas y sus brazos firmes, atrapado. Gimo bajito, juntando sus cejas cuando el ardor en la parte baja y en las caderas se hace presente.

Mis piernas se sienten entumecidas, podía describirlas como gelatinas, mi vejiga está llena y la espalda baja me arde. Cuanto más quiero liberarme de los fuertes brazos, más Bright se niega a soltarme. Bufo ligeramente pero la exasperación me dura realmente tan veloz qué apenas y puedo recordar que me sentía de ese modo.

Las largas pestañas descansan en sus mejillas y la curva perfecta de su nariz, sus facciones tan marcadas y la respiración pausada, ese hombre que parece sacado de un cuento de hadas, es real, es tan real que su piel está pegada a él. Mi tono blanco rozando con la piel dorada de Bright.

Dibujo círculos con la yema de los dedos sobre el pecho marcado por el ejercicio, los pectorales del se volvieron prontamente sus favoritos, Bright pareció relajarse ante su acto y sus brazos dejaron de apretar.

Me arrastró hacía el borde de la cama, decidido a emprender la huida hacía el baño, pero...

No me fue posible.

Mis piernas no solo se sentían como gelatinas, lo parecían, totalmente. No pude ser capaz de avanzar, el dolor creció de formas abismales y maldije a mis adentros cuando mi trasero azoto contra la alfombra, chistando bajito.

— Joder. – Musito, apenas en un suspiro audible, no quería despertar a Bright. Estoy dispuesto a arrastrarme hasta el baño de ser necesario. – No debí pedir una tercera ronda, ¿verdad? – Me regañó mi mismo.

Pero, ¿alguien podía culparlo? Desde el momento en que se dejó dominar por los bajos instintos de este dios sexual, solo era capaz de envolverse en la nube de humo lujuriosa que le ofrece en bandeja de oro y plata.

— No, no debiste. – La voz ronca y preocupada se escucha tras él, rasposa y recién despierta. Las manos cálidas lo toman por las caderas y gime de dolor. Todo el cuerpo le duele, pero no planea quejarse por eso.

— Estoy bien. – Digo como si no fuera la gran cosa e intento tranquilizar al pelioscuro, quien tiene la intención de guiarlo hasta el final de su destino.

— De acuerdo, de acuerdo, pero tres rondas no pasarán otra vez. – Afirma.

— ¡Bright! – Dios mío.

Han atravesado el marco de la puerta de baño, y sus piernas no parecen querer reaccionar. Se niega rotundamente a ser ayudado por su novio así que apenas se acerca lo suficiente a la taza del baño, posiciona una de sus palmas contra la pared.

— Listo, gracias. Ahora puedes volver a la cama. – Le digo.

Bright entre abre los labios debido a la sorpresa de mis palabras y ríe, sabe que su novio se exaspero con lo que dijo antes, puede recordar exactamente las palabras la noche anterior:

Después de la segunda ronda Win había terminado tumbado sobre su pecho, respirando tan pesado y cansado como el propio Bright, quien se dedicó a acariciar sus cabellos y hundir su nariz en el centro de su cabeza. Pensó que era momento de comer algo, era bastante tarde y la actividad le había devuelto el apetito, pero antes de si quiera pensar en levantarse para arrastrar sus pies a la cocina, su animado conejo ya lo tenía preso de las muñecas mientras se frotaba una vez más contra él.

— Winnie... – gimió.

— Umhh...

— Cielo, si quiero pero si seguimos... mañana no podrás andar y podrías tener o no, dolor – suspiró.

╰┈ 𝐂𝐎𝐃𝐄𝐖𝐎𝐑𝐃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora