O33; Supanut

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Nunca había amado tanto unos ojos tan brillantes. Nunca había amado tanto a un hombre tan taciturno como él.

Pense que todo quedaría como un crush normal. Él viviría en escenas románticas en mis sueños, anhelante de cualquier cercanía que pudiesen tener y agradeciendo sí por casualidad chocaban nuestros hombros por "accidente".

Sí. Así de estúpido me comportaba cuando se trataba de Supanut Jongcheveevat. Eramos amigos desde la escuela básica pero ahora, me sentía extrañamente intimidado por su apariencia.

Supanut destacaba, destacaba por por mucho en realidad: alto, cabello castaño y el rostro perfectamente perfilado. No solo era un buen estudiante, también tenía habilidades increíbles en la música. Tocaba piano, guitarra clásica, acústica, eléctrica y electro acústica.

Me gustaría decir que nuestro primer encuentro dentro de la secundaria fue como el de una película romántica.

Qué el protagonista de su historia cayó en el amor a primera vista, qué apenas lo miro, lo beso con frenesí. ¡Qué tontería! Supanut ni siquiera era capaz de verlo pese a ir en el mismo salón, y durante el primer año no coincidimos en absoluto en ningún equipo de trabajo.

Espere lo mismo para el segundo año, realmente espere que mi enamoramiento con el castaño se acabara en ese verano. Pero mi terco, terco corazón... parecía no entender que no tenía oportunidad de alcanzarlo. Iba tan lejos, tan apartado.

Mi mundo se detuvo a volver a clases... El primer mes fue bastante tranquilo, Nut seguía siendo hábil y yo seguía fallando en hacerme notar. El cuento de nunca acabar.

Fue una mañana caótica, los alumnos cuchicheaban por aquí y por allá, sinceramente no estaba interesado así que arrastre mi ser hasta mi lugar y entonces una mano conocida apretó mi hombro.

— ¿Ya te enteraste? – Dijo con un tono sombrío, y preocupante.

— ¿Paso algo? – Pregunté confundido.

— Mierda Petch... – Lo escucho murmurar.

— ¿Qué pasa Boss?

— Nut, está saliendo con Jennie.

— ¿Qué?

— Todo mundo lo sabe... Y todos están sorprendidos.

Mi corazón se encoge, pero me niego a permitir romperme... tampoco es como si hubiese tenido oportunidad desde el inicio.  Trago el sabor amargo y devuelvo mis ojos hacía mi único amigo.

— Estoy bien – finjo, quizá si lo repito, llegará un momento en que lo crea – sí él es feliz, entonces todo está bien.

Es todo lo que mi boca dice cuando vuelvo a fijar la vista en la libreta amarilla y sonrío, auto compadeciéndome por esta situación, alegando que mi corazón debe estar bien. Por qué en primer lugar él ni siquiera lo mira. Ni siquiera ocupa un lugar en la vida del castaño.

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¿Cómo llegamos a esa situación?

Sinceramente no lo recuerdo, pero justo un lunes a mediados de diciembre en un local que frecuentamos. Supanut me está comiendo la boca como un animal hambriento en el baño y me dejo, me dejo manipular por los hábiles labios y me contraigo ante el tacto caliente de sus manos. Supanut ya no tiene novia, y en realidad debido a mi ensoñación nunca tuve claro cómo fue que nos acercamos.

¿Fue acaso porque era malo para las actividades de cocina?

Probablemente.

Un día a los pocos meses de entrar a segundo de la escuela secundaria, Petch preparo muffins para Boss, sus muffins favoritos. Apenas destapo el tupper, todo el salón se impregno del delicioso olor de chocolate y almendras. Y con él... atrajo al fin la mirada anhelante de Supanut.

╰┈ 𝐂𝐎𝐃𝐄𝐖𝐎𝐑𝐃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora