Jeon Jungkook estaba de buen humor cuando salió de la biblioteca. Aquella refriega con Namjoon había sido divertida; él puso cara de póker, se sonrojó, pero no retrocedió ni un milímetro. Le recordaba mucho a su tía Bessie, con la que había pasado muchos veranos allí mismo. La tía Bessie era más estirada y ensartada que nadie, pero notoriamente tolerante para tener consigo a un chico lleno de energía al menos durante dos meses todos los veranos.
Aunque al principio se le había hecho insoportable eso de estar atascado en provincias, había llegado a sentir tanto cariño por su tía como por el tiempo que pasaba allí.
La tía Bessie vivió hasta los noventa y un años, y cuando murió, hacía tres años, él se sintió a la vez sorprendido y conmovido de que en su testamento le hubiera dejado a él su vieja casa. Casi inmediatamente tomó la decisión de mudarse de Nueva York a Hilisboro; acababa de divorciarse, y aunque no había dejado de ascender por el escalafón de la policía de aquel estado, se estaba cansando del estrés y el ajetreo de su trabajo.
Eva Fay Storie, su secretaria, estaba al teléfono cuando entró en su despacho, pero alzó un dedo para detenerlo y acto seguido le entregó una taza de café y un montoncito de mensajes de color rosa.
-Gracias -dijo él mientras continuaba hacia su despacho sorbiendo el café. No sabía cómo lo hacía Eva Fay, pero llegara cuando llegara a la oficina, ella le tenía preparada una taza de café recién hecho aguardándolo. La había heredado de su predecesor, y ambos estaban satisfechos con el status quo.
Una de las llamadas era de un detective de Marshall County con el que había trabado amistad desde que se mudó a Hilisboro. Jungkook dejó a un lado los demás mensajes y marcó de inmediato el número apuntado en el papel.
-Petersen.
-¿Qué sucede?
Jungkook sabía que no tenía necesidad de identificarse. Aun cuando Petersen no tuviera un identificador de llamadas, su acento bastaba para delatarlo.
-Hola, Jungkook. Escucha, tenemos un cadáver sin identificar en nuestras manos, una mujer joven, probablemente latinoamericana. La encontraron unos niños anoche.
Jungkook se reclinó en su sillón. De Hilisboro no faltaba ninguna persona que encajara con aquella descripción; pero en los últimos meses no se había dado parte en absoluto de ninguna persona desaparecida.
-¿Y?
-Bueno, no tenemos una mierda por donde empezar. La lluvia ha borrado todas las huellas y no existe ninguna causa obvia de la muerte. Ni heridas, ni marcas de estrangulamiento, ni golpes en la cabeza, nada.
-Sobredosis.
-Sí, eso es lo que he pensado yo. Pero lo que me tiene preocupado son los casos de GHB que han aparecido en Huntsville, en Birmingham, por todas partes, y cada vez más numerosos.
-¿Crees que la violaron?
-No hay modo de saberlo con certeza hasta que recibamos el informe de la autopista de Montgomery, pero yo diría que sí. Llevaba puesto un vestido, pero nada de ropa interior. De todas formas, me he acordado de un caso ocurrido en Huntsville hace un par de meses...
-Sí, ya lo recuerdo. Se parecía bastante...
Ambos guardaron silencio. Si alguien estaba dispuesto a drogar a una persona con GHB para poder tener relaciones sexuales con ella, era tonto pensar que no lo haría de nuevo.
El problema radicaba en que el GHB era muy común y muy fácil de conseguir; pero si era un disolvente de limpieza, por Dios. Y los hombres también lo tomaban como estupefaciente, y hasta los culturistas. Las probabilidades de encontrar a el culpable no eran muchas.
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Los Treinta y Cuatro
FanfictionEsta historia es solo una adaptación realizada solo con fines de entretenimiento. Todos los derechos pertenecen a el autor de dicha obra.