Jungkook reía a carcajadas mientras se alejaba en su automóvil de la residencia de los Kim; su vida se había iluminado desde que le tomaba el pelo a el joven Nam. Él reaccionaba a la menor provocación como si lo hubiera tocado con un pincho para el ganado. Cuando dijo que llevaban viéndose una semana o así -lo cual, estrictamente hablando, era cierto- él dio un respingo y se lo quedó mirando con una expresión de horror sin disimulo antes de farfullar: «No es verdad» en un tono tan consternado que él sintió la urgente necesidad de mirarse en un espejo a ver si le habían brotado de pronto dos cuernos y una cola bífida. A excepción de su ex parrja, jamás se habían quejado de él, de modo que la reacción de Nam lo molestó un poco. Y ni siquiera su ex se había quejado nunca en la cama. ¿Qué problema tenía el joven Nam?
Luego se puso rojo como la grana e intentó explicar las cosas:
-No somos más que amigos... Bueno, no del todo. Quiero decir que él es yanqui. Anoche estuvo en el club conmigo... conmigo no, estaba allí al mismo tiempo, así que cuando estalló la pelea...
-¿Una pelea?
Una armonía de voces coreó la palabra. Su madre y su tía mostraron una expresión de espanto, su hermano estaba estupefacto, su cuñado alarmado, y sus dos sobrinos fascinados.
-No la empecé yo -se apresuró a decir Nam-. No exactamente. No fue culpa mía. Pero el jefe de policía...
-Jungkook -apuntó él.
Nam lo miró con hostilidad.
-... Jungkook me sacó de allí, y hoy ha venido a hablarme de las drogas de violadores y... oh, Dios santo -acabó diciendo, cuando se dio cuenta de que sus sobrinos estaban escuchando con gran atención.
-Drogas -dijo su madre con voz desmayada y palideciendo. El cuenco de helado le tembló en la mano. Nam respiró hondo y trató de tranquilizarlos a todos.
-Yo no vi ninguna. Y voy a tener cuidado.
-¿Qué tiene de malo ser yanqui? -quiso saber Jungkook, con los ojos brillantes de un regocijo que procuró esconder.
Nam empezó a farfullar de nuevo al comprender que había sido descortés... en público, lo cual, por lo visto, a él le parecía muy importante.
-Bueno... nada, excepto que... quiero decir que no es exactamente como... -Era evidente que sus ideas chocaron contra una pared, porque se fue quedando sin voz.
-Creía que éramos amigos. -Jungkook se las arregló para mantener una expresión serena y solemne, hasta un poquito herida. ¿ Qué no era exactamente? ¿Su tipo? Eso podría soportarlo. Nam era un ingenuo mojigato, y él un policía; ya estaba todo dicho.
-Ah, ¿sí? -preguntó Nam con aire dubitativo, mientras él introducía la cuchara en su helado para distraerse. El helado frío y blando se le derritió en la lengua, y a punto estuvo de dejar escapar un gemido de placer. No había nada, nada en absoluto, como el auténtico helado casero.
Tragó y dijo:
-Claro. Hasta me hiciste la prueba del color malva. Eso no se le hace a nadie que no sea un amigo.
Su familia escuchaba fascinada, con ojos como platos. Su madre y su tía lanzaron una leve exclamación.
-Santo cielo -dijo tía Joella débilmente-. ¿Y logró superarla?
Él se frotó la mandíbula para disimular la sonrisa. De modo que de allí era de donde venía la cosa.
-No lo sé. Si uno ya conoce la respuesta, ¿significa que ha superado la prueba o no?
La tía Joella parpadeó.
-Pues... ni lo uno ni lo otro, diría yo. Sólo significa que se es homosexual. -Hizo una pausa-. ¿Usted lo es?
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Los Treinta y Cuatro
FanficEsta historia es solo una adaptación realizada solo con fines de entretenimiento. Todos los derechos pertenecen a el autor de dicha obra.