Capítulo 5

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Aemond se molestó cuando Lucy caminó por los pasillos delante de él con el cabello suelto.

Una parte posesiva dentro de él quería verla con el cabello recogido y enseñara su Marca.

—" Muéstrales que eres mía" — pensó la bestia posesiva suya.

En la sala del Consejo estaban todos los señores, su madre, abuelo, el Septón Eustace hermano. Lucy miró a cada uno con una mirada fría.

—Tío— Lucy le dio una leve reverencia, claramente descontenta de la corona que llevaba.

—Sobrina— saludó Aegon.

—Princesa Luceanerys— el septón Eustace se acercó a Lucy y la tomó de las manos. —Los Dioses han sido gentiles y nos han enviado a una Omega luego de muchos años. ¡Una bendición para el reinado del rey Aegon!

Aemond dio un paso al frente, pero Lucy quitó rápidamente sus manos sujetas por el Septón.

—O tal vez es una señal de que mi madre es la heredera legítima— contestó Lucy con frialdad — Después de todo salí de su vientre. Y tengo tres hermanos que aún no se han presentado junto a un nuevo bebé dentro de su vientre. Tal vez los dioses nos dicen que ella deba ser la reina ante tales bendiciones.

Aemond observó cómo su madre golpeó con ambas manos la mesa y se inclinó con el rostro rojo de la ira. Lucy sonrió ante la reacción de la reina Madre.

—Mocosa insolente— siseó la reina Verde.

—No miento. Soy la sangre de la reina Rhaenyra— sonrió Lucy con inocencia — Cualquier esperanza de paz, ustedes la acaban de destruir.

—Su enlace con el príncipe Aemond no es ningún crimen de guerra — trató de mediar Lord Hand — La princesa Rhaenyra deberá entender que causar una guerra no beneficia en nada. El rey Viserys con su último suspiro pidió que Aegon fuera el rey.

—Además. Ha de ser la voluntad de los Dioses que la tarea sagrada de la princesa Rhaenyra sea en procrear más bebés para la corona y no gobernar como reina— agregó Eustace

—¿Alguna declaración escrita? ¿Testigos confiables? — preguntó Lucy ignorando lo dicho por el Septón — Porque si no hay declaraciones, solo son palabras inútiles.

—Soy el rey, sobrina— dijo Aegon — Y eso no cambia nada.

Lucy se cruzó de brazos, pero no dijo nada.

—Deberíamos tocar un tema importante— dijo el Septón —La boda entre los príncipes. Si bien muchas religiones como la de los Norteños y los Hombres de hierro consideran que la marca es suficiente para declararlos esposos, los Siete deberían bendecir esta unión.

—¿Boda? — dijo Lucy mirándolo con temor.

—Una formalidad— contestó Aemond. Él no lo creía necesario, la marca en su cuello era más que suficiente.

—Una boda en el Gran Septo— siguió hablando Eustace emocionado — Una unión de una omega luego de mucho tiempo con un príncipe Targaryen debería ser bendecida ante la luz de los Siete. Entre más pronto mejor... Es una pena que no haya tiempo para que la princesa Luceanerys elabore su Capa de Doncella.

—No la necesita— respondió mordazmente su madre — Ya no es una doncella. Me pregunto si lo era cuando Aemond se acostó con ella.

Aemond golpeó fuertemente la mesa sobresaltando a todo mundo.

—Les puedo asegurar que yo fui quien tomó la doncellez de Luceanerys— contestó Aemond. Todo mundo lucía cómodo, menos Aegon que soltó una carcajada y Lucy que lo miraba como una fiera.

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