Aemond estaba entrenando con Daeron cuando sintió las emociones desgarradoras de Lucy por medio del vínculo. Rápidamente dejó caer su espada y corrió hacia sus habitaciones donde su esposa estaba con las Septas.
Cuando llegó a la puerta escuchó los gritos de Lucy y las súplicas de las Septas. Aemond abrió la puerta de golpe topándose con una escena de horror.
Una de las Septas tenía a Lucy sujeta de las muñecas, su esposa estaba recostada en la cama, con la Septa en la cabecera sujetándola. Ella movía las piernas juntas para evitar que Munkun la revisará.
Su madre estaba en una esquina con la mirada baja mientras la otra Septa le susurraba cosas. Rhaena estaba en uno de los extremos de la cama tratando de consolar a Lucy.
—¡No! ¡No! — gritó Lucy mientras se revolvía en la cama. En un movimiento vio como de su tobillo descendía sangre. — ¡Suélteme! ¡Es mi bebé!
—¡¿Qué sucedió?! — le gritó Aemond al Maestre. Su madre al notar la presencia de él levantó la cabeza y se acercó, cuando trato de tocarle el brazo él se apartó
—Lucy está teniendo un aborto— le explicó su madre. Aemond miró a su esposa que seguía gritándole al Maestre.
En un movimiento rápido, logró darle un golpe en la cara a la Septa que la sujetaba. La mujer de gris cayó al piso.
—¡No! ¡No! ¡No! — gritó Lucy para luego verlo. Sus ojos azul grisáceo se mostraron en completo pánico. —¡ Aemond! ¡Mi bebé! ¡AEMOND!
—Príncipe Aemond. Debo limpiarla por completo. Esto podría matarla si no la curo completamente. — insistió el Maestre.
Lucy golpeó su cabeza contra la cama chillando de dolor. Aemond se sentó al borde de la cama mientras juntaba su frente contra el cabello rizado de ella y le sujetó la mano.
—Deja que el maestre le cure Lucy — le pido. Sentía que se desmoronaba, por el vínculo podía sentir la completa agonía de ella, pero necesitaba estar de pie.
—Mi bebé...Aemond...mi bebé.
Como pudo, Munkun abrió las piernas de Lucy y con su instrumental empezó a revisar. No demoró mucho, solo pasó varios paños de linos blancos que quedaron manchados de sangre. Lucy seguía llorando y sus lágrimas mojaron su cuello y parte de las sábanas.
Aemond por un momento alzó la mirada a las Septas, que rezaban en voz baja.
—Ya terminé— dijo Mukun enderezándose mientras se limpiaba las manos — El feto se desprendió por completo. No hubo que limpiarla internamente, pero le daré algunas hierbas para evitar fiebres e infecciones.
Lucy permaneció inmóvil, aún las mejillas mojadas y la mirada vacía, su pecho subía y bajaba por su suave respiración.
—Gracias Maestre — dijo madre con voz suave. Munkun se retiró dejándolos solos, Rhaena seguía acariciando el cabello de Lucy mientras le susurraba palabras de consuelo.
—Gerardys dijo que Lucy estaba saludable y que su embarazo no tendría complicaciones— dijo Aemond acercándose a su madre. Las Septas retrocedieron asustadas — ¿Qué sucedió?
—La princesa se alteró en nuestra lección de bordado— dijo la Septa más alta — Estábamos dando indicaciones.
—¡Mentira! — les gritó Rhaena —¡Lucy se quejaba del corsé y sus ustedes, aves carroñeras la criticaban! ¡Ustedes le provocaron el aborto a Lucy!
Las Septas palidecieron, y un rugido se escuchó. Arrax sobrevoló cerca de la ventana rugiendo de furia.
Aemond en un movimiento rápido, con ambas manos las agarró del velo que les cubría el cabello y se las llevó arrastrando a los jardines de Red Keep. Escuchó a la distancia los gritos de su madre, pero solo podía escuchar su sangre recorrer su cuerpo, en busca de venganza.
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Dragon's Obsession
FanfictionLuceanerys Velaryon estaba maldita. En un mundo donde los omegas son tratados como regalo de los Dioses, ser una significó grilletes de oro, cuando en medio de La Guerra de los Cuervos tuvo su primer celo y fue atrapada por Ameond Targaryen. Sellánd...