Luceanerys Velaryon estaba maldita. En un mundo donde los omegas son tratados como regalo de los Dioses, ser una significó grilletes de oro, cuando en medio de La Guerra de los Cuervos tuvo su primer celo y fue atrapada por Ameond Targaryen.
Sellánd...
Luceanerys ha tenido una semana con náuseas matutinas.
No sabía por qué estar en casa la despertaba de esa manera y Aemond estaba muy preocupado de ese pequeño bajón en su salud.
Ella trataba de no ser un estorbo. Sus padres, hermano y esposo estaban armando un plan de batalla.
La guerra la dieron inicio cuando Sunfyre derribó a Meleys llevando a la muerta a la abuela Rhaenys que fue en ayuda a Lord Staunton cuando fueron asediados por los Verdes. El maldito de Cole instaló una veintena de Escorpiones gigantes que apuntaron a Meleys, pero en vez de darle el golpe de gracia
Murió como una guerra, con un grito de guerra y su látigo en mano.
El abuelo Corlys en venganza a su amada esposa, bloqueó con su flota la bahía de Aguas Negras.
Lucenys lloró la muerte de su abuela como nunca, era una mujer valiente que dio su vida por evitar que le robaran a Rhaenyra lo que una vez le robaron a ella.
Lucenys se miró al espejo, se puso jubones y patrullaba los cielos en Arrax ante cualquier ataque de los Verdes. Al igual que su abuela, Lucy empezó a llevar un látigo de cuero que servirá al momento de luchar en el aire.
—Té de jengibre princesa— Laina le extendió una taza — Para sus náuseas.
—Gracias Laina — dijo Lucy tomando el té, el sabor era asqueroso que le revolvía el estómago — Tengo antojo de comer aves. — miró a su leal criada — Faisanes con salsa semi dulce y papas horneadas.
—Veremos que se cumpla para el almuerzo — sonrió Laina mientras se iba.
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Aemond no quemó la carta de su madre que envió luego de que él se cambiara de capa a favor de Lucy y su madre.
Él había vivido según como su madre y abuelo diseñaron para él durante años. Una espada leal hacia Aegon, diseñando su vida al servicio del inútil de su hermano.
Luego llegó su vínculo con Lucy y la paz que se respiraba en Dragonstone. Perder al bebé demostró la frialdad de su familia ante la pérdida, no de un miembro de la familia, sino de una pieza en su juego.
Aemond salió de sus pensamientos ante las risas infantiles. Lucy caminaba con el bebé Aegon y Viserys en sus brazos, los niños jaloneando a Lucy.
—Ayúdame — sonrió Lucy cargando en brazos a los niños — Tu sostén a Aegon. Se pusieron celosos cuando volaron a Visenya hace un par de horas y ahora quieren pasear.
—Damelo — Aemond extendió sus brazos y recibió a Aegon — Yo llevaré a Aegon y tu a Viserys.
—¡Vamos! — sonrió Lucy emocionada.
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Daemon odiaba a su sobrino tuerto.
Primero se llevó a una de sus chicas, Baela y Rhaena eran muy Laena en su juventud, mientras que Baela, una alfa, que tenía el alma salvaje de Laena, Rhaena, una beta que tenía su elegancia y tacto.
Pero Luceanerys podía decir que era más de él que de lo que fue de Strong y Laenor. Una niña emocionada ante la perspectiva de seguir una vida de jinete en busca de gloria, un alma libre.
Le recordaba mucho a su madre Alyssa. Tan feroz mientras montaba en Meleys. Pero ver a Lucy marchitarse tras su aborto le recordó como la vida se le escapaba la vida a su madre luego de su tercer parto.
Ahora Meleys estaba muerta y con ella el ultimo recuerdo de su amada madre.
Aemond casi lleva a Luceanerys a una prematura muerte, y ahora él la hacía reír.
La pareja volaba por la isla en sus dragones, cada uno llevando a un infante en sus brazos.
Lucy recuperó la sonrisa.
—" Maldito tuerto" — pensó Daemon.
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Aemond marcharía a reclamar Harrenhal en dos días. Lucy se quedaría en Dragonstone como segunda defensa.
Jace iría a Driftmark como defensa junto a Baela.
Lucy se vistió con un camisón fino de seda de Lys, suave al tacto, ella aún estaba sola así que se preparó.
Si se iba a quedar sin esposo un largo tiempo, se lo follaría esta noche, oh sí, esta noche Aemond estaría bajo su total dominio. Ella ya se sentía preparada para volver a intimar con él luego de semanas.
Ella se acostó en la cama fingiendo trabajar en un bordado, cosa que no estaba quedando bien, era un milagro que su Capa de Doncella quedará hermosa. Aemond entró en el cuarto y se cambió la ropa a un pantalón de chándal cómodo para dormir, también quitándose el parche.
él se acostó a su lado abriendo el libro que estaba en el velador. Impaciente, y un poco hormonada, dejó su bordado en el velador a su lado y atacó levemente.
Ella empezó a besar el cuello de su esposo, embriagándose por el aroma a sándalo y cuero, sus dedos tocaban levemente el pecho de Aemond.
—¿Qué haces Lucy?
—¿Qué crees? — ella fue a sus labios y mordió levemente su labio inferior —Mi esposo se ira, por no sé cuánto tiempo y quiero tener sexo de despedida.
Aemond sonrió y la besó, un beso donde sus labios chocaban buscando quién dominará el asunto, Lucy ferozmente se sentó a horcadas en la cadera de Aemond, ella colocó sus manos en la mandíbula de él.
—Quiero estar en la cima— dijo deslizando su mano derecha hacia los pantalones de Aemond, con cuidado tomó su polla y empezó a masturbarlo
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—Cuando todo esto acabe— dijo Lucy mirándolo directamente, unidos por el nudo— Quiero que volvamos a intentar concebir un bebé. Quiero mis propios hijos.
—Te lo cumpliré, lo juro — prometió Aemond tramando círculos sobre el corazón de Lucy.
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N/a: Planeo que este libro llegue a los 25 capítulos y un epilogo.
Tenía que darles este capítulo en compensación de lo que hizo Aemond en Eternal Eternity.
