Capítulo 9

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Aemond escuchó a Lucy reír mientras volaba en su dragón, a pesar de la distancia podía sentir por medio del vínculo la felicidad de ella. Algo que no había sentido las semanas que permanecieron en King 's Landing luego del celo de ella.

Luego de unas cuantas horas de vuelo visualizaron Dragonstone, pero fueron interceptados por Caraxes y su jinete. El dragón rugió, y Aemond no se inmutó para nada ante la presencia de Daemon.

—¡Padre! — escuchó a Lucy gritar emocionada.

—¡Aterricen en la playa! — les ordenó. Aemond bufando hizo lo que pido, cuando aterrizaron los dragones en la arena, Lucy se desató de las correas de su montura y bajó de un solo saltó.

Daemon Targaryen la atrapó en un abrazo cuando ella saltó como una niña pequeña en sus brazos, le dio unas vueltas antes de dejarla suavemente en la arena. Aemond bajando de Vhagar se colocó a lado de Lucy, sujetándola de la cintura cerca de él.

Escuchó gruñir a Daemon, pero poco le importó, lo dejaron detrás de ellos y aquello fue su error, ya que sintió el golpe de la empuñadura de Hermana Oscura en su cabeza, dejándolo mareado.

—Llévenselo — ordenó Daemon y dos capas Blancas lo tomaron de los brazos y lo arrastraron hacia dentro del castillo. En el camino podía escuchar a Lucy reclamarle a Daemon.

Estás siendo irracional, Kepa*

Por amor a los Dioses, no viene en son de guerra.

¡Kepa, no le vas a quitar el otro ojo!

Cuando llegaron a la sala del trono, ambos capas Blancas lo arrojaron al piso, Aemond levantó la mirada encontrándose con su hermana mayor sentada en el trono de piedra y llevando la corona de padre. Estaba más gorda por su avanzado embarazo.

—Estás en presencia de "Su Alteza, Rhaenyra de la Casa Targaryen, la primera de su nombre, reina de los Ándalos y los Rhoynar y los Primeros Hombres, señora de los Siete reinos y protectora de los siete Reinos. — dijo Daemon.

Aemond se puso de pie sacudiéndose la poca arena que se pegó a su ropa.

—Hermano— dijo Rhaenyra levantándose lentamente del trono sujetándose el vientre para luego sonreír —Luceanerys, mi hermosa perla.

Lucy corrió a los brazos de Rhaenyra, ella sollozó mientras frotaba su cabeza contra el pecho de la falsa reina como si fuese una niña pequeña. Rhaenyra, le acarició el cabello mientras cantaba en Valyrio, la muy impertinente le apartó el cabello viendo la marca.

—¡¿Cómo pudiste?! — rugió Rhaenyra, siempre había sido una alfa sobreprotectora con todos sus hijos, Lucy se separó de ella y caminó hacia él—¡Tendré tu cabeza por esto! ¡Has mancillado a mi dulce hija!

Aemond bufó, pero Lucy tomó de los brazos negando con la cabeza. Él sonrió al ver a su omega defendiéndolo.

—Lo hecho, hecho está madre — dijo Lucy. — No puedes matarlo. No puedes.

—Que sea juzgado — Aemond giró su cabeza, cerca del trono estaba Jacaerys como heredero bastardo de su hermana. — ¿Qué saben que cosas horribles le hicieron a Luceanerys en la capital?

—Muchas cosas. Hubo gritos, pero no de dolor — contestó Aemond deleitándose como el pequeño alfa está listo para sacar su espada.

Lucy caminó a su lado, tomando su brazo, pero no como las damas de las cortes, sino que clavó sus uñas en su brazo y le dio una mirada fría.

—Aemond— le advirtió Lucy.

—Solo digo la verdad, esposa — Aemond la miró con una sonrisa — Es necesario aclarar que obtengo mis derechos como esposo y que gozas de ello.

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