"Cuando la esperanza decide darte una paliza justo en las pelotas"
Aster
Mi corazón latía tan fuerte que sentí que se iba a salir de mi pecho.
La adrenalina y energía explotaban como fuegos artificiales por todo mi cuerpo, pero no de una manera positiva. Temblaba, pero no de frío. Definitivamente nada iba bien.
El movimiento brusco de la ambulancia nos movía de un lado al otro.
Mi niña, mi tonta...
Su cuerpo inconsciente yacía en la camilla de la ambulancia. Su piel se notaba tan pálida y frágil como porcelana. Los médicos la atendían rápidamente para tratar de mantenerla lo mejor posible en el trayecto de nuestro vecindario al hospital.
Ninguna paliza física podría doler más que presenciarla en ese estado. La imagen que se plantó en mi cabeza cuando coloqué mi mano debajo de su cabeza y esta estaba empapada de sangre me perseguiría hasta el fin de mis días y no iba a ser tan fácil de olvidar. Ella calléndose de su bicicleta, el sonido de su cabeza estrellándose contra el pavimento, sus movimientos repitiendose una y otra vez y el olor infame de su sangre corriendo por su cabeza....
-Tenemos que movernos- La voz apresurada y agitada de uno de los médicos me sacó rotundamente de mis pensamientos.
Tres médicos levantaron la camilla con agilidad y prescición. Infirieron rápidamente de la ambulancia y se dirigieron a paso rápido hacia la ala de urgencias del hospital.
Corrí detrás de ellos. Apenas y mis piernas podían responder, es como si mi mente trabajara por sí sola. Todavía no podía procesar lo que estaba ocurriendo. Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos.
Lo ultimo que pude presenciar fue como la ingresaban a una sala de estudios de radiografía y como me decían firmemente que me apartara.
Mi cabeza daba mil vueltas, no sabía que hacer... como reaccionar. En ese momento quería con todas las fuerzas del mundo obtener el súperpoder de regresar el tiempo y nunca haber recomendado la idea de hacerla andar en bicicleta en medio de la madrugada. Fue una estúpida idea. Yo fui un estúpido, estúpido, estúpido...
Es mi culpa, que esto este ocurriendo. Es mi culpa que mi tonta este en esta situación. Es mi culpa por impulsarla a ir más lejos. Es mi culpa por no haber llegado a tiempo. Mi culpa. Es todo mi culpa.
-¡Mi niña! ¿¡Dónde está!?- De nuevo mis pensamientos se vieron interrumpidos, pero esta vez era una mujer adulta en bata clínica, gritándole a cualquier persona que se le cruzara en su camino.
La mamá de Ale.
Cuando sus ojos se encontraron con los míos los dos dímos pasos rápidos y grandes hasta llegar al otro.
Mientras nos dirigíamos al hospital en ambulancia llamé a la señora Blake. No recuerdo precisamente que fue lo que le dije pero si recuerdo haberle mencionado que a su hija le había ocurrido un accidente y que íbamos en ambulancia directo al hospital donde trabajaba.
-¿Dónde está mi hija? ¿Está bien? ¿Están bien? ¿Tú estas bien? ¿Que ocurrió?- Me bombardeó con preguntas que apenas mi sistema pudo procesar ya que todavía mi organismo seguía en modo de shock. Mientras me seguía soltando preguntas, tocaba mi cara repetidamente y suavemente con sus manos para asegurarse que me encontraba en buen estado.
A diferencia del tono en el que gritaba las cosas que había usado con los enfermeros y enfermeras a los cuales les tengo lastima. Conmigo, la señora Blake relajó su temperamento y me hablo con calma, aunque todavía extremadamente preocupada.
No me puedo imaginar como una madre puede llegarse a sentir si algo le pasara a su única familia que le queda después de haber perdido a su hijo mayor y a su esposo en un accidente automovilístico.
Alessandra era la única familia que le quedaba a la señora Blake. La culpa me volvió a consumir.
¿Como pude ser tan egoísta? tan tonto, tan estúpido e inmaduro. Las lagrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas.
-Yo estoy bien- el pulgar de la señora Blake recorrió mis mejillas para limpiar mis lagrimas. Me estremecí ante su tacto. No me merecía este trato. La mamá de Ale debería de odiarme, no estar preocupada por mi. Al fin y al cabo yo fui quien casi mató a su única familia.
-Ella....- mi voz temblaba, ni siquiera quería imaginarme como iba a estar ella. Quiero pensar que todo va a estar bien y que esto es algo de lo que nos reíremos en unos años pero la señora Blake y yo sabemos que no es así. -Ella no está bien, se golpeó gravemente en la cabeza, la acaban de ingresar para hacerle radiografías...- Las lagrimas volvieron a salir desenfrenadas de mis ojos. -Es todo mi culpa.-
La señora Blake me dedicó una sonrisa tranquilizadora y negó lentamente con la cabeza. -No te culpes, Aster. Estoy 100% segura de que nada de esto es tu culpa y no le harías daño intencionalmente a mi hija, así que no te culpes. Eres un buen hombre, Aster, nunca jamás te vuelvas a sentir culpable por algo que el destino quiso que pasara de esa forma.-
Una sonrisa triste apareció en mi rostro y asentí una vez con la cabeza.
-Sabes, Aster...- La señora Blake me agarró de las manos, su tacto era recomfortante y cálido. -Tu madre ha sido mi mejor amiga desde la preparatoria, hemos sido inseparables desde el momento en que nos conocimos. Estuvimos la una para la otra en las buenas y en las malas. Ella estuvo en mis peores momentos y yo en los suyos, así como también estuvimos en los mejores momentos, y cuando nacieron Ale y tú...- Pude notar un brillo en sus ojos -... Las dos supimos que si nuestros dos bebés no se casaban cuando crecieran entonces renunciaríamos a la vida y a todo lo que siempre creímos.- Bromeó.
De alguna extraña manera logró sacarme una sonrisa sincera.
-Aster.... Ale te ama y yo se que tu también la amas a ella tanto como ella puede llegar a amarte. Los dos sabemos que esto no puede llegar a salir bien. - Una lagrima se deslizó por la mejilla de la señora Blake. -Te pido de favor que no renuncies a ella.-
-Te prometo que ni la mayor pared construida por el ser humano podría siquiera lograr separarme de ella. Ella es parte de mí y si eso no ha cambiado desde que tengo 6 años entonces nunca cambiará.
La señora Blake sonrió y me acarició la mejilla con la palma de su mano.
A lo lejos percibí a un doctor de edad mayor, canoso y robusto dirijiéndose hacia nosotros.
La señora Blake sintió como me puse tenso y volteo en un movimiento brusco.
-Doctor Mark- Soltó con alivio y preocupación a la vez. -¿Como está mi hija? ¿Se encuentra bien?
El tal Doctor Mark no mostraba señal alguna de sentimiento, su semblante estaba vacío.
-Doctora Blake, su hija....- Negó con la cabeza y desde ese momento pude sentir a mi mundo partiéndose en pedazos. -Su hija se encuentra en un estado crítico-
Mis piernas se debilitaron y puedo jurar que estaba a punto de gritar de la desesperación. La señora Blake comenzó a sollozar en mi hombro. El Doctor Mark continuó.
-El lado derecho de la cabeza de su hija al estrellarse contra el pavimento causó una grave lesión cerebral traumática. Estas lesiones pueden ser leves y no causar efectos secundarios. En el caso de que su hija se haya pegado en el lado izquierdo de su cabeza, creemos que no hubiera pasado a mayores, pero... como ese no es el caso y su hija que golpeó fuertemente en el lado donde localizamos Epilepsia Focal Derecha...
La señora Blake continuaba llorando en mi hombro. Yo todavía no procesaba correctamente lo que el Doctor Mark quería decir con esto. Estaba tratando de no pensar lo peor y tener la máxima y mayor esperanza en esto.
Pero el sonido de esa esperanza rompiéndose en mil pedazos se escuchó por mi corazón cuando el doctor soltó como si no fuera absolutamente nada la siguiente oración:
-...Alessandra entró en un estado crítico y ahora se encuentra en coma.-
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Diario de un Columpio
Roman d'amourUn Columpio. Un niño inmaduro. Una niña tonta. Un pasado enterrado que volverá a unirlos después de tantos años de no haberse visto a pesar de ser prácticamente vecinos desde los cinco y seis años. ¿Casualidad? ¿Destino? ¿Coincidencia? Aster Glen e...