Capítulo 19

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Holaaa! Valeria reportándose. Solo con una pequeña advertencia; En este capítulo se encuentran escenas donde explico temas fuertes y para avisar que soy un poco explícita con el tema.
Así que si no te gusta, o simplemente te sientes incomodx con el tema, te recomiendo que quizá no deberías leer este capítulo ;)

Val fuera.


"Mis dos zanahorias favoritas"

Aster se levantó del piso y con su mano me ayudó a levantarme.

Entramos a su auto y como siempre el me abrió la puerta.

Estuvimos un gran rato en silencio hasta que mis pensamientos invadieron de nuevo mi cabeza. Recordé las palabras de Logan de hace un rato:

"No me importa si el zanahorio ese estuvo por cinco años en su escuela de militares"

Nunca me atreví a preguntarle porqué lo habían mandando a esa escuela a los quince años.

Yo siempre asumí que la razón era porque era muy mal portado y travieso, pero esa no es justificación suficiente como para que te manden a tal escuela de miedo.

Mis dudas terminaron ganándole a mi mente.

-Oye...

Levantó la barbilla en forma de respuesta, indicándome que me está escuchando.

-¿Puedo preguntarte algo?

-Ya lo has hecho- sonríe.

-Ja, ja que gracioso.

Voltea rápidamente su mirada hacia mi mientras maneja y la vuelve a dirigir de nuevo hacia él camino.

-¿Cuál es tu pregunta?

Jugueteo con mis dedos debatiendo si decirle o hecharme para atrás.

Vamos Alessandra, no puedes lanzar la roca y esconder la mano.

-¿Por qué te mandaron a la escuela de militares?

Supiró, fue un suspiro largo y fuerte.

Me pregunto si se estaba preguntando lo mismo que yo, cuando dudé si decirle o no sobre mi condición.

¿Él tendrá la misma confianza de poder contarme sobre sus demonios?
¿Se sentirá seguro conmigo?

Rompió el silencio y eso fue suficiente para resolver mis preguntas.

-Todo comenzó la primera vez que Walter me pegó.

Mi cabeza volteó a toda velocidad del shock.

Su mirada se veía distraída en el camino mientras manejaba, hubo una pausa larga.

¿Esa era la razón por la cual odiaba tanto a su papá? ¿Por la cual el otro día lo encontré con la mejilla morada y el labio partido? ¿Había sido eso?

Necesitaba que supiera que no estaba solo, que podía confiar plenamente en mí y soltarse.

Dirigí mi mano hacia su mano que se encontraba apoyada en la manija de velocidades.

La acaricié con mi dedo pulgar.

Todo a su tiempo.

-Tenía quince años cuando ocurrió. Mierda, era tan solo un maldito adolescente- dijo con la voz entrecortada.

Diario de un ColumpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora