Perfect Love 3: The Last Day (Tokio Hotel Twc)

Capítulo 19: El padre de Nuray

Perfect Love 3: The Last Day

Capítulo 19: El padre de Nuray

Al verse solo, Gustav se separó del herido y preguntó—. ¿Quién eres tú?

—Soy el padre de Nuray.

—Eres el hombre lobo que intentó matarme —dijo Gustav alejándose lo suficiente para estar fuera del alcance de un zarpazo del licántropo—. Iré por el sheriff.

—¡No! ¡Espera!  —Si ellos se enteran que estoy aquí, atacarán a mi hija.

Esas simples palabras, hicieron tambalear la decisión del rubio—. ¿Por qué viniste aquí? ¿Qué quieres?

—Voy a morir, pronto —tosió y el rubio arrugó el ceño, escrutando las heridas del lobo. Era extraño, no estaban sanando, no dejaban de sangrar.

—No puedo tenerte aquí, no quiero involucrar a mi esposa en tus problemas —dijo, sonando más frío de lo que en realidad intentaba.

—No soy un problema, lo juro, solo quería ver a mi hija por última vez.

—Pero ella ni siquiera sabe que existes. —Gustav empuñó las manos—. No puedo confiar en ti.

—Si te pone más cómodo, puedo llamar a tu amigo, el lobo guardián.

El médico arrugó el ceño—. ¿Cómo?

El hombre soltó un aullido lastimero. Nuray apareció en la sala con la mirada preocupada y se arrodilló junto al hombre, buscando entre sus ropas, hasta que dio con un amuleto.

—Eres de mi tribu —afirmó ella.

—Soy uno de los guerreros.

—¿A qué has venido? —Preguntó ella. Gustav sintió el pecho henchido al ver la seguridad de su mujer—. ¿A quién has llamado?

—A los otros lobos de la ciudad. Debo advertirles del mal que se aproxima —respondió el hombre, cerrando los ojos. Y agregó en su mente «Debo rogar que te cuiden»

Gustav pensó que sufriría un desmayo y se acercó a revisar su herida—. ¿Por qué no para de sangrar? Si es un lobo debería estar cicatrizando.

El hombre gruñó de dolor.

—Voy por el agua —dijo la chica y volvió a internarse en la casa.

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En la herrería del pueblo, Pepe escuchó el llamado de otro de su especie, su piel se erizó ante la presencia del extraño. Era un lobo guerrero, un soldado, y sus instintos animales se activaron, instándole a gruñir y reclamar el terreno como suyo. Los Kaulitz eran los lobos de esas tierras, cualquier otro ser que llegara presumiendo superioridad, debía morir, pues era una amenaza.

Arrojó la espada encendida en el agua, donde una columna de vapor se elevó al instante. Salió hacia la entrada, donde John se hallaba con la petaca en la boca—. Debo irme —dijo con el rostro serio.

Al notar sus facciones endurecidas, John dejó el trago y se puso de pie—. ¿Qué ha pasado?

—Hay un lobo en la ciudad —respondió, su jefe abrió grandemente los ojos—. Me ha llamado.

—¿Qué? No puedes ir solo.

—Mi padre no está aquí, debo ir, no podemos dejar un lobo suelto en la ciudad, menos uno que aúlla llamando a otros.

—Iré por tu padre —afirmó—. Ve con cuidado.

Pepe salió disparado en dirección del sonido, mientras John, dejaba a su hijo a cargo de la herrería. Luego, montó en su caballo y emprendió el rumbo hacia la mansión Kaulitz.