Apenas abrió los ojos, incluso antes de hacerlo, Volkov notó que su móvil vibraba incansablemente sobre la pequeña cómoda situada a un lado de la cama.
Intentó acostumbrarse a la luz que ingresaba por la ventana parpadeando más de una vez, tendría que haber corrido la cortina la noche anterior. Cuando mantener los ojos abiertos no fue una molestia giró su cuerpo, viendo a la persona dormida a su lado. Horacio se encontraba con los ojos cerrados y la respiración totalmente profunda. Se dedicó a mirarlo por un segundo, su cresta despeinada, las largas pestañas, los labios entreabiertos y el torso descubierto en donde podía verse la tinta que adornando su piel, esa piel morena que no hacía más que deleitar su vista.
Nuevamente, el móvil vibró, obligándolo a darle toda su atención.
Volkov se incorporó tomando el aparato y encendiendo su pantalla, pasaban cinco minutos de las seis de la mañana y las notificaciones no paraban de llegar. Varios mensajes de Greco y menciones en una conocida red social a la que no era tan asiduo como debería. Suspiró, tendría que haber colocado el móvil en silencio antes de dormir.
Ni siquiera le dio tiempo a ver los mensajes cuando una llamada de su amigo y representante se dejó ver en la pantalla.
— Priviet – saludó en su lengua natal.
A pesar de llevar varios años lejos de Rusia, seguía utilizando aquel idioma en ocasiones. Era difícil desprenderse de algo que conformaba su identidad.
— Volkov gracias al cielo – la voz del contrario se notaba entre desesperada y angustiada, lo que hizo que el ruso frunciera el ceño, a su lado, Horacio permanecía ajeno a la llamada, acurrucándose junto a él, aún dormido.
— Escucha y escúchame bien – demandó Greco al otro lado de la línea – ha pasado algo, ¿estás con Horacio, verdad? – llevó sus ojos hacia el mencionado por unos segundos antes de responder.
— Sí, ¿qué sucede? – comenzaba a preocuparse, Greco no era de las personas que llamaban a esa hora de la mañana por cualquier motivo, y que hiciera mención de Horacio no era normal, después de todo, habían acordado no hablar de él ni la relación que mantenían en estricto secreto, relación de la cual su amigo estaba al tanto.
— Ayer alguien los vio – se apresuró a decir, aunque quizás no de la mejor forma.
Desde que su relación con el moreno hubiera comenzado tenían mucho cuidado con demostrarla al exterior, habían guardado está en un secretismo prácticamente hermético por el miedo que significaba hacerla pública. Lo que Greco le estaba diciendo no tenía sentido.
— ¿Cómo?
Volkov comenzó a sentir que el corazón se le aceleraba, sin poder estar un minuto más en la cama, se incorporó con el teléfono en mano, salió en dirección a la sala, donde se acercó a la ventana para poder observar el exterior, no vio a nadie exceptuando algunos vecinos paseando a sus mascotas.
— No te alteres, en estos momentos hay que mantener la calma – le recomendó sabiendo como de delicado era lo que le estaba soltando.
— ¿Qué no me altere? – el pánico ya estaban apoderándose de él, aquello había temido desde que comenzase su relación con Horacio se volvía realidad – ¿Cómo quieres que no me altere? ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?
En la línea se pudo escuchar el suspiro que Greco soltaba intentando calmar la situación, desde el momento que había visto aquella imagen supo que la conversación con Volkov no podía esperar, pero sobre todo, conociéndolo como lo conocía, estaba totalmente seguro de que aquella conversación no sería fácil. Hubiera preferido ir hasta su casa para conversar cara a cara, pero dicha acción simplemente ocasionaría más problemas que soluciones.
— Una foto se filtró en la red – comenzó a explicar con toda la calma que pudo reunir - son ustedes dos, besándose.
Volkov no dijo nada, por un momento sintió que su mundo se cerraba, el piso bajo sus pies se movían y el ruido sordo del móvil cayendo era solo un eco distante. Atinó a sostenerse de la amplia mesada que separaba la cocina de la sala para no caer, sin embargo, no pudo moverse, ni siquiera cuando Horacio apareció en su campo de visión.
— ¿Viktor? – Le llamó con la voz aún somnolienta, llevaba solamente el bóxer, lo único que encontró en su camino antes de movilizarse debido al golpe que escuchó apenas se hubo despertado - ¿Qué sucede?
La mirada del de cresta fue del pálido rostro de Volkov hacia el móvil tirado, se acercó tomándolo entre sus manos para llevarlo a su oído.
— Volkov ¿estás ahí? Joder, ¿Volkov?
— ¿Greco? – Fue lo primero que dijo frunciendo el ceño, el silencio se hizo al otro lado de la línea, por lo que volvió a repetir - ¿Greco?
— Horacio, ¿Volkov está ahí?
Horacio miró al otro, observando como parecía encontrarse en una especie de trance, estaba más pálido que de costumbre y sus ojos miraban un punto fijo.
— ¿Qué ha pasado? – fue lo único que pudo preguntar teniendo en cuenta el estado del contrario
— ¿Tienes una portátil cerca?
— Si – respondió viendo la de Volkov encima de la mesa.
— Enciéndela y busca sus nombres – pidió
Horacio lo hizo, tomo asiento abriendo la pestaña y colocando sus nombres. En cuanto la pantalla mostró las búsquedas tuvo la ligera sospecha del motivo por el que Volkov se encontraba en aquel estado. Apoyó el puntero en el primer enlace, ingresando rápidamente a aquella red social, viendo en algo que lo dejó estupefacto.
— Mierda – fue lo único que pudo pronunciar al ver una foto de él y Volkov besándose, era una imagen algo lejana y bastante oscura, pero eran ellos, lo sabía, y al parecer la persona que la había tomado también porque su encabezado era bastante claro "Viktor Volkov y Horacio Pérez, compañeros en la cancha y mucho más fuera de ella".
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Fuera de juego
FanfictionHoracio y Volkov llegan un tiempo de relación, una relación oculta por culpa del entorno en el que se mueven, el fútbol. Pero todo se vendrá abajo cuando una persona capture un momento íntimo de la pareja. El mundo del fútbol no está preparado y ell...