Capitulo 6

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En aquella parte de la ciudad, bastante escondida de la miradas curiosas, Horacio bebía un sorbo de su café mocca a la espera de su mejor amigo y confidente, no llevaba allí más de media hora pero podría considerar aquel lugar uno de sus nuevos favoritos.

Las personas ni siquiera le habían prestado atención cuando ingresó, el lugar se sumía en una clama totalmente distinta de la que estaba acostumbrado, y los trabajadores, a pesar de seguramente reconocerlo no hicieron mención ninguna, e incluso lo trataron con normalidad cosa que agradecía después de pasar la mayor parte del tiempo bajo la lupa de la crítica.

Lo primero que le llamó la atención al ingresar fue la decoración, algo bastante de su gusto, un tanto retro, con discos en las paredes, cuadros colgados en varios puntos estratégicos y unas luces que iluminaban gran parte del local se asemejaban a pequeñas estrellas lo que daba al techo la apariencia de la bóveda celeste.

La campanilla sonó, haciendo que su mirada se trasladara en dirección a la puerta donde Gustabo apareció con un atuendo poco convencional para tratarse de un representante, pantalones vaqueros con varias roturas, una camiseta blanca y una chaqueta oscura que contrastaba perfectamente con el azul de sus ojos y el rubio de su cabello. En cuanto este le vio su sonrisa se ensanchó y automáticamente sus labios hicieron lo mismo, hacía bastantes días que la única comunicación que tenía era por mensaje debido a sus agendas laborales lo que le generaba una sensación de intranquilidad al no poder desahogarse como quería.

- Pero ¿que tenemos aquí? – el rubio tomó asiento en la silla justo frente al de cresta – disculpe, me puede traer lo mismo que está tomando él – pidió a la mesera.

- Hola Gus – pronunció el moreno con poca efusividad aunque algo más calmado en comparación a las horas anteriores.

Ver a su amigo le producía algo de tranquilidad, luego de encontrarse en una vorágine de comentarios poco agradables y reporteros intentando sacar tajada de la situación después de que se mostrara la hostilidad de sus compañeros de equipo, Gustabo representaba parte de esa estabilidad que comenzaba a anhelar en su vida, aquella a la que deseaba regresar.

- Perdona Horacio – le llamó la reportera de uno de los canales más reconocidos, a pesar de que su mente se encontraba en el partido finalizado minutos antes, su cuerpo se detuvo y sus ojos le dieron la atención que solicitaba la chica – ¿Qué tal?

- Hola, bien – respondió el delantero ante aquella pregunta inocente, sabiendo que justamente por ser el capitán debía dar la cara a todo aquel que le solicitase al menos unas palabras, sin tener posibilidad de rechistar.

- Enhorabuena por la victoria – le felicitó ella dejando ver su sonrisa.

- Muchas gracias.

- Si continúan así posiblemente remonten ¿Crees que puedan lograrlo?

- Eso espero, nos estamos esforzando para poder tener una buena posición y llegar a ganar la liga – se desenvolvió respondiendo como tantas otras veces había hecho.

- ¿Y no te preocupa que tus compañeros no estén llevando bien tu sexualidad? – inquirió dejando atrás toda presunta inocencia, adentrándose en aquello que más le interesaba.

- ¿A qué te refieres? – cuestionó en cuanto el micrófono, junto con cinco más, fue colocado casi sobre su rostro. Inmediatamente se dio cuenta que aquella pregunta era totalmente estúpida.

- Bueno, han dejado ver que no estaban muy contentos con tu gol...

Horacio no pudo evitar fruncir el ceño, aquellas preguntas tan directas que dejaban a la vista la morbosidad de muchos le incomodaban, sobre todo porque la chica tenía razón. Un miedo se instaló en su pecho, si los reporteros estaban al tanto de la animosidad en el equipo, la hinchada al completo no tardaría en sucumbir ante la hostilidad y eso repercutiría en el club y por ende en su persona.

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