Capítulo 9

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Primero fue el golpe, potente, no muy distante de los que había recibido hasta el momento desde el comienzo de la liga, sintió como su cuerpo, debido a la fuerza del cuerpo contrario, caía sobre el terreno de juego golpeando con fuerza.

Después, llegó el dolor, una punzada que le quemaba, impidiéndole procesar otra cosa que no fuera el incesante martilleo de su hombro izquierdo.

El alarido de dolor, sumado a sus movimientos sobre la cancha, era señal de que algo no marchaba como debería. El primero en darse cuenta fue uno de los defensas del equipo contrario, quien no dudó en comenzar a gritar para que el partido fuera detenido y el equipo médico ingresara a atenderle.

Horacio intentó mantener la calma, no era la primera vez que se lesionaba, sin embargo, eso no quitaba el dolor que atravesaba el lado izquierdo de su cuerpo. Cerró los ojos mientras respiraba de forma errática suplicando internamente que aquella tortura terminara.

Sintió como los paramédicos comenzaban a auxiliarle, gritó nuevamente en cuanto lo movieron y volvió a hacerlo cuando presionaron sobre su hombro, creyendo que en cualquier momento se desmayaría debido al dolor.

Sin dudarlo, el equipo médico lo tendió en la camilla sacándolo de allí lo antes posible para que el juego continuara.

Adrian contemplaba todo desde la línea lateral, y sabiendo que se quedaría sin un delantero, fue tomando decisiones sobre la marcha. Giró su cuerpo, observando al plantel suplente que se mantenía a la expectativa de lo que estaba sucediendo.

- Jefferson – Llamó, obteniendo la mirada del jugador más joven de la plantilla, un niño de apenas diecinueve años que formaba parte del primer equipo desde la temporada anterior y que en muy pocas ocasiones había pisado la cancha, no porque fuera malo, por algo estaba allí, sino porque sus tácticas de juego, la mayoría de veces, tenían como protagonista a Horacio – empieza a calentar, entras tú.

El chico, proveniente del mismo país que él, asintió con su cabeza emprendiendo el calentamiento.

El partido se reanudó, después de todo, la fiesta debía seguir, el fútbol movía demasiado dinero como para cortarlo después de la lesión de un jugador, incluso si eso afectaba a parte del equipo.

Volkov intentó concentrarse en lo que quedaba de partido, de su mente no se iba la secuencia en la cual Horacio era tirado al piso, su gesto tomándose el hombro en cuanto cayó y el sonido desgarrador que salía de sus labios, sabiendo que aquello había sido totalmente innecesario por parte del jugador contrario y sumando aquella acción a las tantas que, desde que se supiera su orientación, se venían sucediendo en el campo sin que nadie pusiese un alto, el delantero ruso no pudo evitar que la furia recorriera su cuerpo.

Su primera reacción había sido irse contra el jugador, pero en cuanto le empujó, reclamándole, más compañeros de este llegaron al rescate, apartándolo.

- Deja Volkov, no valen la pena – las palabras de Mike, quien había dejado su lugar bajo el arco, le sorprendieron, era la primera vez que se dirigía a él después de que todo estallase.

El delantero atendió lo dicho por su compañero, alejándose, observando cómo sacaban a Horacio del campo hasta que este desapareció por el túnel. Se sentía impotente y un idiota, mientras él se hundía en la autocompasión, Horacio siempre se había mantenido firme, luchando, soportando los golpes. Por su mente pasó un pensamiento ¿Qué hubiese pasado si en vez de huir se enfrentaba a ello junto al de cresta? Ya era demasiado tarde para saberlo.

A medida que los minutos pasaban, la frustración que sentía Volkov aumentaba, minutos sin saber cómo se encontraba Horacio, minutos en los cuales no era capaz de colocar el balón bajo el arco contrario, minutos en los que luchaba por no depositar toda su rabia sobre aquel jugador que le había provocado la lesión a su compañero.

Fuera de juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora