Ha pasado una semana, al menos es lo que se dice Horacio para darse ánimos, una semana en la que se ha mantenido alejado de todo, y de todos.
Se encuentra sentado en una de las sillas del comedor la cual arrastró hasta quedar justo al lado de la ventana. Observaba el blanco paisaje, la nieve no había dejado de caer en lo que iba de día, acompañando con cada copo que caía la melancolía del moreno, quien no hacía más que suspirar mientras sus ojos se clavaban en algún punto del horizonte.
El móvil comenzó a sonar, Horacio apartó su vista del exterior para posarla sobre el aparato, el cual, además de tener un estridente sonido, vibraba sobre la mesada a unos metros de donde estaba sentado. Se mantuvo allí, sin intenciones de incorporarse para poder atender a quien le solicitara, a decir verdad, no quería hablar con nadie, prefería no enfrentarse a las constantes preguntas de Blake, o al regaño de Gustabo, o a la voz estridente de su hermana diciéndole que volaría hacia allí en cualquier momento mientras su padre refunfuñaba a lo lejos. Solo había una persona, aunque lo negara, que podría sacarlo de aquel letargo en el cual se había introducido luego de la lesión.
El sonido se detuvo por unos instantes hasta que nuevamente volvió a romper el silencio, el moreno suspiró sabiendo que quien estuviese del otro lado era lo bastante insistente para seguir llamando, por lo que se levantó del asiento yendo hacia la mesada.
- Hola – habló sabiendo que desde el otro lado la voz chillona de su hermana no se haría esperar.
- Al fin contestas, me tenías preocupada hermanito.
- Es que estaba... – rápidamente miró hacia sus costados intentando inventarse una excusa – estaba intentando cocinarme algo.
- ¿Cocinándote? ¿Cómo vas a cocinar con un solo brazo? ¿no tienes a alguien que cocine por ti? ¿Por qué no pides comida a domicilio?...
El aluvión de preguntas era demasiado para Horacio quien caminando hacia el sofá alejó unos centímetros el aparato hasta que la voz de su hermana no se escuchó más.
- Pediré algo a domicilio – dijo, esperando que así Maia no volviera disparar su sentido de hermana protectora que en algún momento, debido a la culpa, se había adjudicado ser.
- Bien ¿Cómo te encuentras?
- Estoy bien – mintió – la próxima semana comienzo la fisio.
Quizás mentirle a su hermana, como lo había hecho con Blake días atrás, no era la mejor manera de afrontar la situación, pero odiaba que todo el mundo preguntara como estaba, odiaba sentir que no podía hacer aquello que más quería, odiaba tener que convivir con sus pensamientos sin tener ninguna vía de escape. Bien, era la respuesta que todos esperaban y era la que mejor sabía dar.
- ¿Estás seguro que no quieres que vaya?
- Muy seguro – afirmó, apoyando su cabeza sobre el respaldo.
- De acuerdo, pero si necesitas algo me llamas, sabes que en cualquier momento tomaré un avión y estaré allí.
- ¿Qué dice papá de eso? – cuestionó, aún sabiendo que probablemente la respuesta no le gustaría.
- No importa lo que diga, yo digo que si me necesitas ahí estaré.
- ¿Le mandas un saludo a mamá? Dile que la quiero.
- Se lo diré.
En cuanto cortó, Horacio se quedó con el móvil en la mano notando la cantidad de notificaciones que este tenía. Navegó por la casilla de entrada de los mensajes, deteniéndose en uno de los remitentes y abriéndolo "estoy libre en la tarde, puedo pasarme por ahí"

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Fuera de juego
FanfictionHoracio y Volkov llegan un tiempo de relación, una relación oculta por culpa del entorno en el que se mueven, el fútbol. Pero todo se vendrá abajo cuando una persona capture un momento íntimo de la pareja. El mundo del fútbol no está preparado y ell...