Capítulo 1

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Un año más tarde

-Me acabo de separar -Mónica asintió poniendo cara de circunstancias-. Esto es algo que le puede pasar a cualquiera, pero me ha pasado a mi. Y es una putada. Tengo cuarenta y ocho años y aquí estoy, sola en una casa inmensa. ¿Y cómo se queda una persona después de una separación? Pues hecha mierda. Triste. Vacía. Y sin líbido. -Mónica respiró hondo y se mordió el labio, era evidente lo mucho que le estaba costando decir aquellas palabras-. He dedicado la mitad de mi vida a dejarme la piel en los escenarios y la otra mitad a construir una familia y una vida que nunca he querido compartir con nadie. He sido todo. Y nada. Y por eso, hoy más que nunca, quiero ser yo. Una mujer de más de cuarenta años, orgullosa de cada arruga y del camino recorrido. Quiero hablar sin tapujos, enfrentarme a mis miedos, trabajar con gente nueva, gente que quiero que conozcáis porque forman parte de este proyecto. Sin miedos. Sin máscaras. Porque quiero que me conozcáis muy bien. Esto es: Mónica y el sexo

Mónica se levantó de la cama y apagó la cámara de su móvil, estuvo tentada a ver el vídeo que acababa de hacer, pero rechazó la idea, seguramente si lo viera vería algún fallo, algo que hubiera hecho de otra forma, y había decidido dejarse llevar y ser menos controladora. Las palabras que había dicho las había sentido de verdad, le había costado una gran depresión, pero por primera vez en mucho tiempo volvía a sentirse orgullosa de quien era.

Mónica se había separado de su marido hacía seis meses. Después del viaje de Bali, casi un año atrás, cuando vio a su marido correr tras aquella mujer mucho más joven, más atractiva, una mujer que la había rechazado al verla desnuda, se sintió hundida, cuando Óscar le dijo que podrían superarlo, le creyó. Siguió viviendo con su marido, agradecida de que no la hubiera dejado por aquella mujer más joven, pero dentro de Mónica algo se había roto, empezaba a entrar en una espiral depresiva, que se acentuó, cuando seis meses después Óscar la abandonaba diciéndole que no la amaba, que hacía mucho que no lo hacía, pero sin dudas lo peor fue escuchar que su vida junto a ella había sido un infierno. Y se marchó.

Mónica intentaba sonreír, poniéndose esa máscara que tantas veces se había puesto, una máscara con la que pocas personas sabían que le estaba pasando realmente. Una máscara que cualquiera que la mirase podría decir que era una mujer feliz y no rota por dentro que era la realidad.

Mónica y el sexo era un proyecto que iba a hacer junto a Óscar, cuando se separaron estuvo a punto de mandar el programa a la mierda, pero no se dejó abatir, se obligó cada día a salir de la cama, a trabajar, aunque poco a poco, comenzaba a aceptar que había perdido a su familia, seguía sin sentirse mujer. No tenía líbido, no se sentía deseada y tampoco lo deseaba.

Aquel proyecto había comenzado con una co-dirección, ella era una de las partes, pero había otras dos partes implicadas, Anita y Miguel, entre los tres llevarían el programa, y parecía que a los tres les había afectado la maldición del programa. Pues en un corto periodo de tiempo, a los tres los habían dejado sus respectivas parejas. Mónica después de dieciséis años de casada, Anita después de catorce y Miguel después de siete. Una hetero, una lesbiana y un gay. Y con algo en común, a los tres los habían dejado.

Aquella locura había comenzado unos meses antes de su viaje a Bali, Mónica sabía que quería hacer un programa de sexo, pero quería algo divertido, y se le ocurrió la idea de hablarlo con su amiga Anita, había visto varios videoreportajes que Anita había hecho con su amigo Miguel, le gustó la forma en la que trabajaban, eran muy extrovertidos, muy espontáneos y pensó que podría ser una buena oportunidad. Tenía algo de nervios, pues trabajaría con personas con las que no había trabajado y a las que no conocía, pues no conocía a Miguel. Y aunque estaba muy emocionada, el formato le daba miedo, Miguel grabaría todo en todo momento, la seguiría a todos lados como si fuera un reality, para que cada impresión, cada gesto fuera natural, sin filtros, sin máscaras, y aquello la aterraba, pues durante toda su vida había vivido con un personaje que sabía que decir, como actuar..., y ahora simplemente era ella.

Mónica y el (sexo) amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora