Capítulo 5

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Madelaine había vuelto a Villa Naranjo sola, los otros tres iban a grabar en otro lugar, ella había rechazado acompañarlos, ya que iba a consistir en hacer unas fotos a Mónica para meterla en una página de contacto para que conociera gente.

La casa la verdad se sentía bastante solitaria y silenciosa cuando esos tres no estaban, sobre todo Anita que no dejaba nunca de hablar. El resto del equipo a no ser que se requiriese sus servicios porque iban a grabar solían estar atendiendo otros compromisos. Mad se metió en la ducha, quería ponerse algo cómodo, pero lo cierto era que llevaba casi una hora con una incomodidad entre las piernas que le pedía a gritos que se encargara de ella. No se sorprendió al encontrarse mojada y no era por el agua de la ducha. Sabía que estaba siendo poco profesional, pero desde que había visto por primera vez a Mónica un año atrás, le había puesto muchísimo, el paso del tiempo no había hecho que encontrase menos atractiva a aquella mujer, y esa tarde arrodillada frente a ella, escucharla gemir, ver su cuerpo estremecerse, el rubor de sus mejillas y sus ojos nublados momentáneamente por el deseo, había conseguido ponerla cachonda, no dudó en masturbarse bajo el agua de la ducha tomándose su tiempo, aprovechando que estaba sola en aquella inmensa casa

Cuando los demás llegaron, Mad estaba sentada en el sofá, leyendo

-¿Has hecho la cena? -preguntó Mónica sorprendida

-Sí, he aprovechado que he llegado antes, sé que te encanta cocinar, pero por un día que descanses no te matará

-No..., si no me quejo...

Los tres subieron a ponerse más cómodos, cuando volvieron a bajar Mónica estaba riendo

-¿Por qué hay un maletín lleno de juguetes sexuales sobre mi cama?

-Cosa del equipo -dijo Mad encogiéndose de hombros-. Son todos nuevos, no son los de la sesión. Está incluido el "micrófono" -dijo guiñándole un ojo

Comieron los cuatro entre charlas y bromas, la relación entre Mad y Mónica había dado un giro de 360 grados, desde que habían hablado ambas estaban más relajadas, más dispuestas a conocer a la otra, como si se conocieran por primera vez. Mónica tenía que admitir que Madelaine podía ser cautivadora, cuando la miraba la hacía sentir especial, aunque sabía que no era a ella, Mad miraba así a todo el mundo, pero su forma de mirar, de escuchar, de empatizar la intrigaba.

-¿De verdad no conoces el trabajo de Mónica Naranjo? -preguntó Anita cuando estuvieron todos en el sofá más relajados-. ¡Es Mónica Naranjo!

-Lo siento -dijo Mad encogiéndose de hombros con cara de disculpa

-Mi orgullo está herido, pero me sobre pondré -dijo Mónica

-¿Y qué cantantes escuchas? ¿Qué música te gusta? -preguntó Miguel, era raro verlo relajado y sin su cámara

-De todo, y no te puedo decir casi ningún artista -dijo Mad riendo-. Mi nube está llena de canciones que me han ido agregando, me gusta conocer cosas nuevas, así que cuando escucho algo que no conozco le pido a esa persona que me añada su lista de reproducción. Y suelo escucharlo cuando trabajo, conduzco, cuando hago cosas, por lo que ni me paro a ver el nombre del artista ni la canción. Además... -Mad le pasó el móvil a Miguel-, intenta adivinar el nombre de la canción. Cuando pones una canción la puedo reconocer e incluso cantarla, pero no me preguntes quién la canta o cómo se llama

-Pista 1, pista 2, pista djehand, pista canción favorita Nico, pista... ¡No vienen nombres! -dijo Miguel pasando rápido la larga lista de canciones

-¿A ver? -Anita se echó sobre él, picó en una aleatoria

Los tres la miraron con caras raras cuando comenzó a sonar una canción en otro idioma

-Árabe -explicó Mad

Mónica y el (sexo) amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora