Prólogo

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El primer día de Merlina Addams en su nueva escuela fue un infierno para ella, y no de los infiernos que le gustan; fue un mal infierno, principalmente porque la única razón por la que era relativamente conocida era porque había intentado asesinar a otro alumno en su escuela anterior...

Eso manchó su imagen más de lo que ya estaba, aunque no le importaba. Nada le importaba a esa gótica chica de trenzas.

Al caminar por los pasillos de "Nunca más" sentía las miradas de todos los demás alumnos sobre ella. Miradas llenas de recelo, terror, disgusto... Le encantaba.

Cuando iba saliendo de la escuela, pudo oír a un grupo de adolescentes gritándole "rara", vaya insulto más original. Ni siquiera los miró, no les prestó ni una pizca de atención, porque no se la merecían en lo absoluto.

Caminaba hasta la estación de tren, mientras escuchaba "Cemetery Drive" de My chemical romance con sus auriculares. Lo único que quería em ese momento era llegar a su hogar y encerrarse ahí por siempre, pues las calles, llenas de gente y ruidos molestos, no eran lo suyo.

Odiaba que su casa quedara tan lejos de la escuela, pero lamentablemente ninguna de las escuela cerca de su hogar quería aceptarla gracias a pequeños problemas del pasado...

La habían expulsado de todas esas escuelas por "mala conducta", vaya mierda.

Aceleró el paso cuando visualizó el tren ya en la estación: ese era el último tren que llevaba hasta su casa, si no lo tomaba, tendría que buscar otro método para irse. Se hizo paso entre la gente que estorbaba en su camino y consiguió entrar al tren, el cual iba bastante vacío.

Se sentó en uno de los tantos asientos disponibles y cerró los ojos por breves momentos, descansando su vista. Se encontraba agotada: el día fue bastante agotador para ser apenas el primero. El año escolar recién había empezado y Merlina ya quería que terminara.

El tren partió y la pelinegra siguió con los ojos cerrados, disfrutando del extraño silencio que había en el vagón y golpeando uno de sus dedos al ritmo de la canción que escuchaba en ese momento.

Sintió un escalofrío recorrer su espalda al percatarse que algo tocaba su hombro. Abrió los ojos con lentitud y se percató que una chica, que llevaba el mismo uniforme que ella, descansaba placenteramente sobre su hombro...

Merlina estuvo a punto de decirle que se quitara, pero aquella chica... Se veía tan cansada. Merlina sería más cruel de lo aue debería si la despertase. Así que, por esta única y exclusiva vez, permitiría que aquella desconocida descansara sobre su hombro, aun si era la cosa más jodidamemte incómoda del mundo.

Cerró los ojos nuevamente, intentando ignorar a aquella chica rubia que movía constantemente la cabeza, irritando a la de trenzas.

"Que agradezca que ando de buenas, porque o sino ya me la hubiese quitado de encima"

La chica roncaba, incomodando aún más a la Addams, quien solo se dedicaba a cerrar los ojos con fuerza y subirle el volumen a su música, intentando distraerse para no cometer alguna locura... Por suerte, la chica rubia se quedó quieta por un par de minutos, así que Merlina pudo descansar. La próxima vez que viajara en tren, iría parada para evitarse esta clase de inconvenientes.

Pasaron los minutos, Merlina estaba a punto de dormirse, pues el cansancio también la consumía, pero por suerte, logró mantenerse despierta hasta que el tren llegó a si destino. Miró a la chica que descansaba en su hombro, frunciendo levemente el ceño.

— Oye... Chica rubia. — Exclamó la Addams sin recibir respuesta alguna. — Ey, muchacha, tú, la que está echada sobre mi. Me tengo que ir, quítate, por favor. — Intentó sonar lo más amable posible, aunque siendo sinceros, ni siquiera se acercó a eso.

La chica rubia abrió lentamente los ojos hasta que se percató de la situación, que fue cuando se levantó velozmente.

— ¡Me bajo aquí! Muchas gracias por despertarme. — Le dio un corto vistazo a la chica, queriendo morir de la vergüenza en ese momento. — Perdón por las molestias.

Y luego se marchó, siendo seguida por Merlina, pues también tenía que marcharse.

Al bajarse no pudo divisar a la chica por ningún nado, así que supuso que esta se había largado rápidamente. No le prestó atención a esto y caminó hasta su hogar, que quedaba solo a un par de cuadras.

Aquel acto insignificante de esa misteriosa chica rubia no había causado más que incomodidad en Merlina, sin saber que, en un futuro, el destino las volvería a unir.

En Mi Hombro | Wenclair AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora