18. It Was A Bad Idea.

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Enid se despertó a las 05:00 de mañana para ir al baño.

La tenue luz de la luna que se escondía en el horizonte se colaba por la ventana tapada con una cortina traslúcida. Esta leve luz iluminaba el rostro pálido de la Addams, quien dormía boca arriba y con las manos cruzadas sobre su pecho: parecía muerta, y esto causaba algo de gracia en la Sinclair.

El dolor en su cabeza se hizo presente cuando salió de la cama. Era un dolor punzante, y todo empeoró cuando las ganas de vomitar la obligaron a correr hasta el baño.

No vomitó, simplemente se había llevado un susto. Mientras lavaba sus manos, escuchó un golpe seco provenir desde la habitación. Se asomó por la puerta, creyendo que la pelinegra había despertado, pero en realidad sólo había sido un libro que cayó desde un estante.

Inevitablemente sintió algo de miedo, pero no le dio mucha importancia.

Caminó tambaleándose hasta la cama, pues los efectos del alcohol seguían presentes en ella, y se sentó en esta, dispuesta a acostarse y seguir durmiendo. Pero cuando se estaba cubriendo con las mantas, dos libros más cayeron al suelo de repente.

Tragó saliva y se cubrió completamente con las mantas, aterrada. La gótica abandonó su pose de muerta y se removió en su lugar, dándole la espalda a la rubia y mirando hacia la pared.

-Deja de moverte, coño. Tengo sueño. -Masculló irritada. Enid se hizo bolita, intentando combatir el frío que se había apoderado de su cuerpo.

-Merlina... A-algo raro está pasando. Tus libros se están cayendo solos y-y...

-Seguro es el espíritu de alguno de mis tíos muertos que anda con ganas de molestar. No le prestes atención, y tampoco le temas. Lo peor que podrían hacerte sería quitarte los dientes lenta y dolorosamente.

Se retorció en su lugar, abrazándose a si misma con tal de tranquilizarse. El sonido del tecleo de la máquina de escribir de Merlina sólo le puso los pelos más de punta.

-Merlina...

-Ya cállate, por favor.

El tecleo se detuvo. Enid creyó que ya había acabado, pero no. Escuchaba como ese ente hurgueteaba entre los estantes, botando algunas cosas de paso. La rubia se acercó más a Merlina, asustada, queriendo sentirse protegida y a salvo.

La rubia salió de su escondite y echó un corto vistazo: logró ver un extraño ente con forma de extremidad parado sobre el gramófono de la gótica. Enid se escondió casi de inmediato.

Casi muere de un infarto al escuchar cómo una tétrica melodia empezaba a reproducirse gracias a un vinilo que giraba sobre el gramófono, siendo rasgado por una aguja.

[...]

[Acompañen este momento con la música, le queda muy bien :D]

La antigüedad del disco sólo provocaba que se oyera más tétrico. Enid se aferró a Merlina, abrazándola con pavor. Esta se removió molesta, pero no pudo librarse del agarre.

-Dile a esa cosa que pare, por favor... -Suplicó la Sinclair. Merlina, hastiada, obedeció.

-Dedos, sé que eres tú. Para y vuelve al armario si no quieres terminar en cachitos.

Enid salió nuevamente de su escondite, aun sin soltarse de la más baja. Fue ahí cuando logró ver con mas claridad al pequeño y escurridizo ser que le había puesto los pelos de punta.

Una mano. Una muy descuidada: con cicatrices, uñas largas, suciedad y piel seca.

La rubia quiso gritar, pero Merlina le cerró el hocico de un manotazo.

En Mi Hombro | Wenclair AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora