04. Reading On The Train

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Otra nueva jornada escolar daba inicio el día de hoy. Merlina ingresaba por la entrada principal de la escuela, escuchando, como siempre, My chemical romance con sus audífonos.

O al menos así fue hasta que sintió a alguien quitarle su auricular izquierdo... ¿Quién había sido el graciosito hijo de puta que se atrevía a desafiar a Merlina?

- ¡Hola, Merli! - Por supuesto. Nadie sería tan idiota para hacer eso como esa porrista cabeza hueca.

- Hola. -Saludó desganada, arrebatándole el auricular de las manos. - ¿Necesitas algo?

- No, solo quería saludarte. - Desvío la mirada por breves instantes, logrando visualizar a dos de sus amigos. - ¡Ey, Yoko, Ajax! - Gritó, levantando la mano para atraer la atención de los mencionados, los cuales no dudaron en acercarse. - Ella es la gótica de quien les hable, se llama Merlina.

El chico de gorra miró de pies a cabeza a la pelinegra, "vaya chica más rara", pensó.

Mientras tanto, la chica de lentes, Yoko, se fijó más en un pin que había en su mochila.

- ¿Te gusta My chemical romance? -Habló la de ojos rasgados, con una ligera sonrisa en el rostro.

- Si. Ellos son mi terapia. Me ayudan a afrontar mi miserable y decadente vida de adolescente.

- Enid, tu amiga gótica ya me cayó bien. - Carcajeó después de eso, volteando a ver a el chico de gorra, quien parecía algo molesto.

Merlina aprovechó que Enid estaba distraída para irse rápidamente, pero fue inútil, pues a los segundos después, la rubia volvió a aparecer a su lado.

- Ah, Enid, ¿Qué carajos quieres de mi? ¿Qué parte de no entiendes de que no quiero tener una amistad contigo ni con nadie? - Gruñó, aquella chica ya empezaba a hartarle más de lo que debería.

- ¡Solo me da pena que estés sola! Me pareces una persona interesante, no creo que seas tan cruel como te pintan, creo que todos nos merecemos una oportunidad para demostrar como somos, incluida tú.

- Ah, ¿Te doy lástima? Mira, no sé que bicho te picó para que hayas querido ser mi amiga, pero te aseguro que no la pasarás bien. No soy una buena persona, te pisotearé, te haré sufrir y desearas nunca haberme conocido, porque soy una apática, narcisista y obsesiva que siempre se aprovecha de los demás.

- Entonces yo me encargaré de cambiar eso.

Merlina suspiró, no llegaría a ninguna parte con esto.

- Admiro tu perseverancia, Enid. Te deseo suerte. - Y siguió caminando, dejando a la porrista con la frase en la punta de la lengua.

Sería complejo, pero se haría amiga de esa chica, cueste lo que cueste, por más forzado que sea, y le haría ver aquello que tanto detestaba con otra visión.

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Ambas estaban en el tren que las llevaba de vuelta a casa. Merlina leía un libro que había pedido en la biblioteca de la escuela, mientras que Enid, confianzuda, reposaba en el hombro de la pelinegra, sin estar dormida.

- ¿Qué lees? - Cuestionó la porrista, volteando dirigiendo su vista al libro en manos de la contraria.

- Carmilla. Es una novela gótica de 1872. Por raro que parezca es primera vez que la leo.

- Te gustan mucho ese tipo de libros, ¿no?

- Si, el subgénero gótico es de mis favoritos, en especial si son escritos de Edgar Allan poe.

Enid asintió sin saber que carajos era la literatura gótica ni quien era ese tal Edgar pou, pero al menos sabiendo uno de los gustos de la pelinegra.

El tren finalmente llegó a su destino. La pelinegra se levantó, pero ante de irse, miró por breves instantes a la rubia.

- Llévalo, el lunes me lo devuelves. Léelo y tal vez así la ortografía de tus post de Instagram tenga una mejoría. -luego de entregarle el libro, se largó, no sin antes despedirse. - Adiós.

- ¡Chao, Merli! - La gótica frunció el ceño ante aquel apodo, pero no se detuvo y siguió caminando.

La rubia miró con curiosidad aquel libro. No tenía muchas ganas de leerlo, pero lo haría, así tendría algo de que hablar con Merlina y su nueva amistad podría florecer.

Y si, Enid era la típica chica popular, con un montón de amistades, ¿por qué querría tener una con aquella misteriosa gótica? Ni ella lo sabía. Probablemente era porque aquellas a las que llamaba "amigas" no eran más que canallas que solo hablaban mal de ella a sus espaldas.

Tal vez Merlina era diferente.

En Mi Hombro | Wenclair AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora