17. It's Fucking Miserable...

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"Love made me approachable..."


Ese dia, Tyler había invitado a una cita a la Sinclair; Irían a un lujoso bar en el centro de la ciudad, y Enid, sin saber con qué pretexto no ir, terminó aceptando. Estaba nerviosa, pues no sabía de qué sería capaz Galpin cuando ella estuviese pasada de copas.

Se lo dijo a Merlina, quien pareció algo molesta.

—¿Qué crees que debería ponerme? ¿Una falda? Tal vez algo más formal, es un lugar bastante lujoso... ¿O simplemente algo casual? —Parloteaba la rubia. —¿Qué piensas?

“Pienso que deberías ponerte un traje de protección química, porque con la toxicidad de ese hijueputa terminarás muriendo de tanta radiación.”

—Ponte lo que quieras. Lo más probable es que la ropa solo le estorbe a ese cenutrio cuando consiga emborracharte. —Replicó indiferente.

—Ajá. —Gruñó, pues su amiga no ayudaba de mucho. —Andas muy cascarrabias últimamente, por lo menos deseame suerte ¿no?

—Si te rompe el corazón, le arrancaré el suyo. ¿Feliz?

Enid sonrió.

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Era recurrente para Merlina no dormir durante la noche; acostumbraba a utilizar esas horas de sueño en algo "más productivo", como escribir, escuchar música o simplemente quedarse viendo el techo. Esa era una de las principales razones por las que siempre solía estar adormecida durante el día.

Y hoy no sería la excepción, pues siendo ya las 02:30 de la madrugada, ella seguía despierta, continuando su novela. Aunque cada cierto tiempo, cierta chica de cabellos rubios aparecía en sus pensamientos y le era muy difícil olvidarla.

¿Cómo estaría ella? ¿Le habría ido bien en su "cita" con el pelotudo de su novio, o había terminado descuartizada en algún callejón de la ciudad?

Por más que intentaba sacarla de su cabeza, no podia, y el sonido de las gotas cayendo en su techo no ayudaban para nada, al contrario.

Recordaba aquel día en que el que ambas corrieron bajo la lluvia, tomadas de las manos. Recordaba cómo había puesto su chaqueta de cuero de manera cariñosa sobre sus hombros, sin importarle que se estropeara, pues le preocupaba que la rubia llegase a enfermar. Recordaba el beso que le había dado en la mejilla, y que le había causado aquella gélida sensación de cosquilleo en el estómago...

Realmente se estaba ablandando con la Sinclair. La había dejado entrar a su corazón, se había vuelto accesible sólo para ella.

Era jodidamente miserable... E inevitable.

Su teléfono vibrando sobre su escritorio logró distraerla. Lo tomó y logró visualizar el nombre de Enid junto con una foto de ella haciendo una mueca chistosa: la rubia la estaba llamando. A las 2 de la madrugada.

En Mi Hombro | Wenclair AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora