30. Mom.

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Mom, I'm tired.

(Por favor lean el capítulo con la canción, lean la letra si es posible ;].)

Tocó el timbre del hogar, pero al encontrarse descompuesto, tuvo que recurrir a dar tres golpes a la puerta. Esperó ansiosa, jugando con sus manos. Cada segundo se volvía más tortuoso y más lento, pero tener  a Merlina a su lado hacia que la situación fuera mucho más pesada.

Para romper el hielo, Enid habló.
—Tu padre fue muy amable en pasarnos su camioneta.

—Oh, la camioneta no es de mi padre. Es de mi tío Lucas, la robó después de asesin-

Calló de inmediato al oír pasos acercarse a la puerta. Luego, un forcejeo y una voz femenina y rasposa insultando por lo bajo. Merlina sintió como la mano de su pareja se acercaba nerviosamente a la de ella, y de inmediato la tomó y acarició con dulzura, esperando pacientemente a que la puerta fuera abierta.

Una mujer de desarreglados cabellos se asomó, y Enid sintió sus ojos cristalizarse. La mujer abrió los ojos con sorpresa, y un silencio incómodo permaneció por varios segundos.

—Mamá. —Habló la menor de los Sinclair. La mujer dejó salir un suspiro y frunció el ceño.

—Nos tuviste preocupados durante meses, ni siquiera me llamaste ¿y ahora te apareces de la nada, junto a esta muchachita satánica, y crees que te dejaré pasar? —Enid apretó su puño y lo ocultó en el bolsillo de la chaqueta negra que Merlina le había prestado. —Creí haberte dejado claro que no quería verte más aquí, y que no te aceptaría de vuelta.

—No vengo a quedarme. —Respondió la rubia. —Vengo a buscar mis cosas.

La mujer frunció el ceño e hizo una mueca. —Ah, ¿así que sigues con tu faceta de niña rebelde? ¿En serio crees que te dejaré pasar después de t-

—Mamá. —Expulsó con dificultad aquella simple palabra. —Por favor. Solo sacaré mis cosas y no molestaré más, lo prometo.

La mujer lo pensó por unos segundos, se hizo a un lado y le indicó que pasara. Una vez estuvo dentro, volvió a interponerse en el camino, negándole la entrada a Merlina.

—Tú no, quédate afuera.

Cerró la puerta, provocando un fuerte ruido que hizo brincar a la rubia. Esther le dedicó una mirada molesta, diciéndole sin necesidad de palabras, que se apresurara y saliera lo más pronto posible de su casa.

Enid no tardó más. Subió las escaleras y entró a su cuarto. Visualizó las cajas de cartón vacías por todos lados, los posters mal pegados en la pared, los peluches llenos de polvo, la ventana abierta, la cortina desgastada, la cama sin mi una manta.

La parecer su madre ya había planeado sacar sus cosas de ahí.

Respiró hondo. Utilizaría las cajas para llevar las cosas que necesitaba. Empezó tomando su laptop, maquillaje, ropa, y por supuesto, los pequeños regalos que Merlina le había regalado (y con pequeños se refería obviamente a aquel vinilo que fácilmente tenía un precio bastante elevado). Tomó algunos peluches, los sacudió y los guardó. Mientras buscaba sus demás pertenencias, de el interior de un libro de primaria que nunca se había dignado a sacar de su habitación, había caído un papel, parecía ser una carta muy colorida y decorada con múltiples caritas felices dibujadas.

En Mi Hombro | Wenclair AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora