| 𝐖𝐄𝐋𝐂𝐎𝐌𝐄 𝐓𝐎... 𝐓𝐇𝐄 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 𝐎𝐅 𝐁𝐀𝐊𝐔𝐆𝐎 𝐊𝐀𝐓𝐒𝐔𝐊𝐈 |
‧₊˚✧| Diferentes mundos, escenarios, momentos, experiencias y sentimientos junto al mejor de los personajes: Katsuki Bakugõ. Conviértete en la protagonista y vive mi...
· Bakugõ y la protagonista son adultos, y una pareja.
· Mundo de BNHA.
· ¡Viva el amor!
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Estaba más quejumbroso de lo normal.
La punta de su nariz estaba fría, el moretón en su espalda comenzaba a hacerse presente con un importante dolor, recordándole el enfrentamiento contra un villano esa misma tarde donde su cuerpo salió volando y dio contra un poste de luz. Sentía el cabello sucio luego de esas peleas, y estaba comenzando a picarle la presión del cinturón en la cintura. Le dolían demasiado los pies. Creyó tenerlos malditamente hinchados para ese entonces, y pensó que necesitaría otro par de botas una talla más grande si es que quería seguir con la circulación fluyendo por sus extremidades.
Bakugõ soltó un bufido y contuvo sus quejas dentro de su cabeza, tampoco iba a ponerse a llorar por eso; después de todo él había aceptado estar caminando por la ciudad luego de que terminara su turno de patrullaje para buscar un restaurante en el que cenar. Se lo habías propuesto con tanta energía y entusiasmo, que de una forma habías logrado que se olvidara de sus planes de llegar a su casa, tomar un baño y dormir. Quizá también había sido porque le habías mencionado varias opciones de comida que eran un punto débil para su paladar y lo hacían babear en medio de la calle. Así que, por ello, arrastró sus pies hasta llegar al restaurante que ambos ya tenían en mente.
Tenía puesto su traje de invierno, y a pesar de que la noche era fresca, él seguía acalorado luego del largo día de intenso trabajo en las calles. Sabía que si se quitaba alguna prenda de abrigo, luego podría terminar enfermo porque llevaba todo el cuerpo sudado, pero tampoco podía tolerar el acaloramiento concentrado que podría hacerlo sudar de más, así que, contando las calles que faltaban para llegar, prefirió abrir el cuello de su traje solo por unos pocos minutos, a su vez se desprendía del antifaz sobre su cara para situarlo por encima de su frente. Esa era otra cosa que resultaba molesta luego de llevarla por muchas horas.
Al sentirse más aliviado de su propia temperatura corporal, respiró más calmo y desvió su vista a los negocios abiertos, repletos de gente y con sus luces iluminando la noche. Quizá así dejaría de buscar tantos factores para quejarse.
Pero, sin embargo, pronto le dieron tres golpes pequeños en el brazo que lo llevaron a orientar su atención a tu persona, que ibas caminando a la par junto a él. Estabas mirando el celular, con un rostro de profunda seriedad y concentración. Tu ceño fruncido, tu boca apretada, y tus ojos atentos que no se apartaban de lo que veías en tu celular sin siquiera importarte por dónde ibas en el camino. ¿Qué era lo que te tenía de esa forma?
