Revisa tu pulso. II

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—Bakugõ. —Volviste a llamarlo, más alertada y anhelando una respuesta. Pero tampoco la hubo—. Oye, no bromees. Enciende la luz —alzaste tu voz para que oyera tu tono molesto, a su vez que tu respiración comenzaba a fallar ante los nervios. 

La figura negra bajo el marco de la puerta se mantenía imperturbable ante tus palabras y parecía no desprender su mirada de ti pese a que no pudieras ver sus ojos, pero sí la podías sentir. Sentías aquel frío hormigueo sobre tu cuerpo, crispando tus extremidades y tensando cada músculo hasta su punto máximo. Tus manos comenzaron a sudar y una opresión en tu pecho parecía ahogarte hasta subir a tu garganta. Nada más que tus pensamientos eran los culpables de cada sensación, porque no había nadie más que Bakugõ quien pudiera estar allí. ¿O sí?

—Bakugõ, te dije que enciendas la luz. Esto no es gracioso —espetaste con más irritación, y un tono áspero debido al nudo en tu garganta. 

Comenzaste a palmear los bolsillos de tu uniforme hasta dar con la pequeña linterna que siempre llevabas para las consultas de poca gravedad e importancia en la sala de urgencias. Su luz no era fuerte ni de largo alcance, pero, al menos, podías alumbrar a la brevedad el suelo bajo tu nariz.

Volviste a ver la figura a varios metros de ti y te resignaste a querer alumbrarlo porque tu débil linterna de bolsillo no sería capaz de hacerlo. Así que, te aseguraste internamente que era Katsuki y una de sus tantas bromas. No dejarías que el miedo te engañe.

Ante la irritación por su mal juego, avanzaste hacia él. Ignoraste las camillas a tu lado; o, más bien, te obligaste a hacerlo para no caer en su broma de terminar asustada, aunque te asediaran unas incontenibles ganas de llorar ante la oscuridad que parecía sumergirte en aquella profunda habitación, cayendo en manos de lo inimaginable y lo más temido para tu mente. 

Cerraste tus manos en puños para darte fuerza ante cada paso e ignorar tus pensamientos, o direccionar los ojos a un punto perdido y desconocido de la oscuridad, no queriendo darle el permiso a tu imaginación de soñar y ver lo que no había. Mantuviste la linterna apuntando a tus pies, queriendo ver bien por donde caminabas, evitando con esfuerzo no alumbrar un cuerpo, el cual pudiera asustarte debido a la cargada tensión que llevabas. Tu mandíbula comenzó a fallar, temblando hasta querer castañear tus dientes a causa de un frío que te rodeaba, pero más por la incertidumbre que por la baja temperatura de la morgue.

Fijaste tus ojos en la figura de Katsuki sobre el umbral de la puerta, sin embargo, un ruido a tus espaldas hizo que te detuvieras en seco. Era otra vez aquel pequeño y casi insonoro ruido del papel cayendo al suelo. Así lo identificaste.

Le diste una última mirada recelosa a la figura sobre la puerta, y tragaste grueso al voltearte lentamente, llamada ante la curiosidad de lo que había por detrás. Diste tres pasos hasta que la luz de tu linterna alumbró el suelo bajo la camilla del difunto que habían llevado ese día. 

𝐁𝐀𝐊𝐔𝐆𝐎'𝐒 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 ‧₊˚✧| 𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐀𝐑𝐈𝐎𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora