Únete a mi. II

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Un par de orbes verdes te observaban con pasmo frente a ti. Su boca estaba entreabierta y dejaba ver la comida que recién acababa de ingerir porque luego de haber escuchado las palabras que jamás habría imaginado oír de tu boca, quedó rígida como tempano de hielo.

"Me uní a un club." —Eran las palabras mágicas para hacer callar a Kendo en medio del almuerzo y dejarla pintada sobre el aire sin siquiera mover un pelo. Algo que te pareció bastante exagerado.

—Puedes decir algo —hablaste con gesto serio, llevándote un bocado de arroz a la boca.

Kendo pareció caer a la realidad y salir de su trance perdido en otro universo, y parpadeó incontables veces para entender qué estaba sucediendo.

—Aún... No puedo creerlo —murmuró, comenzando a masticar la carne que llevaba en la boca—. Pensé que tardarías más días en buscar uno.

Solo había pasado una semana desde que aceptaste unirte a la banda de Jiro, y entendías —teniendo en cuenta lo poco que te gustaban los clubs— que tu amiga se mostrara así de sorprendida ante tal noticia. Además, ya se habían reunido cuatro veces para ensayar todos juntos y poder entenderse más estando tú presente. Debías acompasarte a ellos, y ellos a ti, y también generar más confianza entre el grupo. Éste era el primer almuerzo, en todos estos días, que te sentabas únicamente a comer con Kendo; los anteriores los habías pasado junto a Jiro, conversando juntas, compartiendo técnicas y consejos de canto, además de estar escribiendo nuevas canciones. Así que, Kendo estaba en su derecho de sobresaltarse al verte tan animada al decir que habías encontrado un club.

—¿Y qué instrumento tocas en la banda? —interrogó, llevando la botella de jugo a sus labios.

—Emm... No. Yo... soy vocalista —murmuraste.

Al instante, Kendo escupió dramáticamente todo el jugo de naranja que había ingerido dentro de su boca, y parecía que se le iban a caer los ojos por llevarlos tan abiertos hasta su límite. Quedaste boquiabierta por su acto, viendo con ligero asco la mesa cubierta de jugo y su saliva. Nuevamente, tu amiga de cabellos anaranjados había quedado tiesa en el lugar, incluso más absorta que antes, con gotas de la bebida deslizándose por su mentón.

—Kendo, tienes... —Señalaste tu mentón para hacerle entender que era ella la que estaba sucia.

Dejando su mirada anclada a la tuya, sin siquiera parpadear, se limpió con el dorso de la mano cada una de las gotas y cerró la boca, ignorando el gran par de miradas que en ese momento se posaban sobre ustedes en la cafetería de la academia.

—¿Desde cuándo quieres cantar? —preguntó asombrada—. ¿Te obligaron a hacerlo? ¿Sabes que no es necesario? Puedes buscar otro club si quieres, yo te ayudo.

𝐁𝐀𝐊𝐔𝐆𝐎'𝐒 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 ‧₊˚✧| 𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐀𝐑𝐈𝐎𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora