A tus cuidados.

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‧₊˚✧| 𝐀𝐃𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀𝐒 |

· Bakugõ y la protagonista son adultos.

· Universo de BNHA.


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El refulgente y esplendoroso celeste brillaba sin ninguna nube que estorbara su gran vista, mostrando a todos el mejor color a las primeras horas del mediodía. Tal color plasmado en el cielo resplandecía en unos pequeños ojos rojos que lo miraban alucinado, reflejando su entusiasmo y alegría jovial por el paisaje que tanto le gustaba ver. Esos mismos ojos también valuaban cada alto edificio que se alzaba a ambos lados, junto a algunas libélulas que llegaba a pescar con su vista al pasar con rapidez frente a él. Oía con atención el particular sonido de las cigarras u otras aves que no lograba reconocer pero sí admirar, haciendo caso omiso de los sonidos de la ciudad; como los autos o peatones a su lado... Hasta que una voz lo desconectó de sus pensamientos.

—Takeo. —El mencionado orientó su cabeza hacia ti, mostrándose expectante a tu llamado y observándote ahora con curiosidad destellando en el rojo de sus ojos—. Entonces, ¿qué deseas almorzar?

El pequeño queda dubitativo, emergiendo un puchero en sus labios ante cada idea que cruzaba su cabeza pero que no se decidía por cuál.

—Lo que comió papá el otro día... ¿Qué era? —vuelve a mirarte, esta vez con su ceño levemente fruncido.

—¿Miso tsukemen? —preguntaste sorprendida—. Pero eso es completamente picante, solo tu padre puede comerse dos platos de eso —rebatiste con humor, retomando el paso que previamente habías detenido al estar el semáforo en verde, y ahora cruzabas junto al pequeño rubio de hebras rebeldes, tomados de la mano—. ¿Qué te parece un poco de sõmen? Puedo agregarle jengibre —miraste con convicción al pequeño, sabiendo que era una de las cosas que más le gustaban.

Obtuviste una sonrisa complacida, con un brillo en sus ojos que respondieron antes de que su boca lo hiciera. 

—¡Sí quiero! —dio un pequeño salto al subir nuevamente a la vereda y reíste ante su emoción por aquel platillo—. ¿Y ahora sí podemos acompañarlo con helado? 

Observaste los grandes y suplicantes ojos que ahora te miraban desde su altura, sumado a la manera en que su puchero temblaba mínimamente, buscando desarmar algo dentro de ti y que lo logró con gran éxito. Inhalaste profundamente, exhalando el aire con resignación pero también viéndote tentada a su oferta, la cual era difícil negarse cuando llevaba semanas entre suplicas y, ahora, ante un día tan caluroso como hoy, podías cumplirle el gusto al pequeño Takeo.

𝐁𝐀𝐊𝐔𝐆𝐎'𝐒 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 ‧₊˚✧| 𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐀𝐑𝐈𝐎𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora