| 𝐖𝐄𝐋𝐂𝐎𝐌𝐄 𝐓𝐎... 𝐓𝐇𝐄 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 𝐎𝐅 𝐁𝐀𝐊𝐔𝐆𝐎 𝐊𝐀𝐓𝐒𝐔𝐊𝐈 |
‧₊˚✧| Diferentes mundos, escenarios, momentos, experiencias y sentimientos junto al mejor de los personajes: Katsuki Bakugõ. Conviértete en la protagonista y vive mi...
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El resplandeciente sol brillaba como nunca antes a la hora pico del mediodía. Las cigarras proferían su canto ambientando el perfecto día primaveral de marzo. Junto a los rayos de sol, un pequeño y frágil pétalo rosado entra por tu ventana meciéndose por la brisa hasta caer al suelo, a pocos centímetros de tu rostro.
Inhalas profundo, dejando que el aire llene tus pulmones y el dulce —pero sutil— aroma del cerezo se impregne en tu nariz.
Recostada en el suelo, con los brazos extendidos de lado a lado, te sumerges en el más puro aburrimiento que la pandemia —además del pánico— había causado. Todo el mundo había parado, y la Academia U.A no iba a hacer excepción. La asistencia a clases se suspendió y ahora, obligatoriamente, cada curso debía estar en sus dormitorios. Proclamaron un toque de queda total las veinticuatro horas, donde ningún alumnos tenía permitido salir al exterior, ni para volver a sus hogares durante los fines de semana. Además, a partir del mediodía hasta la mitad de la tarde, todos debían mantenerse en sus respectivos cuartos para que un equipo de asistencia fuera a limpiar y desinfectar el primer piso del área común, junto a los baños y la sala femenina y masculina.
De todos modos, por todo esto, nadie iba a parar de estudiar para convertirse en héroe profesional. El profesor Aizawa, junto a otros profesores, mandaban cantidades exuberantes de tarea por día. También, algunos pocos momentos a la semana, habían prácticas en salas de entrenamiento, pero dividían a la clase en dos grupos por precaución.
Habiendo ya hecho todo para matar el aburrimiento, tú, estabas a punto de resignarte e ir a dormir una siesta, hasta que el pitido de tu celular te avisó de un nuevo mensaje. Al desbloquearlo, ves que Mina te había invitado a su habitación que estaba, justamente, en el mismo piso que la tuya.
—¡(Nombre)! —grita Mina al abrirte la puerta.
Ni la más cruda pandemia iba a borrar la sonrisa y opacar la alegría de tu rosada amiga.
—Vaya —suspiras, sentándote en la esponjosa y peluda alfombra del suelo—. Ya no se qué más hacer —bufas, con un puchero en labios.
—No finjas —exclama Mina, sentándose sobre su cama y orientando su torso hacia ti—. No me digas que ya hiciste toda la tarea que mandó Aizawa.