| 𝐖𝐄𝐋𝐂𝐎𝐌𝐄 𝐓𝐎... 𝐓𝐇𝐄 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 𝐎𝐅 𝐁𝐀𝐊𝐔𝐆𝐎 𝐊𝐀𝐓𝐒𝐔𝐊𝐈 |
‧₊˚✧| Diferentes mundos, escenarios, momentos, experiencias y sentimientos junto al mejor de los personajes: Katsuki Bakugõ. Conviértete en la protagonista y vive mi...
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La aglomeración de alumnos ocupaba el espacio de los angostos pasillos de la academia. Las porristas saltaban de un lado a otro reluciendo sus nuevas faldas, a una altura no tan permitida, y agitaban los pompones en el aire entre cantos y festejos; el grupo de soquer practicaba sus pases con el balón de una punta a la otra ignorando las quejas de los profesores que llegaban a verlos; el club de canto no hacía más que sus habituales ensayos para el coro de la misa; los matemáticos, con sus calculadoras en mano y siempre un lápiz de más descansando en sus orejas, corrían nerviosos por los pasillos cuestionando si la respuesta era Pi elevado al cuadrado o si tenía que ver con los números imaginarios de Cardano; el club de ajedrez buscaba miembros para su solitario y escaso grupo; y el club de drama debatía quién entre ellos era el mejor exponiendo sus lágrimas en escena; entre otros grupos, asociaciones y clubes más.
Entre medio de todo ese ajetreo y revuelta estudiantil te encontrabas tú, con la música sonando únicamente en tus oídos a través de los auriculares, y con la vista fija en uno de tus escritos que cargabas entre manos junto a los libros de la clase de historia. Caminabas a paso lento, sumergida en tu mundo pero estando atenta para esquivar los balones que cortaban el aire, o alguna que otra patada que lanzaban las animadoras con sus bailes.
Te detuviste frente a tu casillero y, tarareando inaudiblemente Paradise de Coldplay, lo abriste para guardar los libros y sacar los de matemática. Era la clase que continuaba, así que debías dirigirte al segundo piso antes de que el profesor llegara. Al cerrar el casillero te encontraste con unos ojos esmeraldas mirándote tímidamente, pacientes a que le pusieras atención porque no oías sus llamados y él no deseaba molestarte.
—¿Midoriya? —preguntaste al desprender ambos auriculares de tus oídos.
—(Nombre), ¿cómo estás? —Sus comisuras se deslizaron con delicadeza para una sonrisa amable que movió sus pecas.
—Estoy bien. —Le devolviste la sonrisa y apoyaste tu cuerpo sobre los casilleros para brindarle tu total atención—. ¿Y tú?
—Mu-muy bien. Gracias. —Asintió con entusiasmo aunado en nervios y, antes de volver a hablar, un micro-picor lo llevó a rascarse la mejilla. Verdaderamente parecía ahogado en inquietud para lo que sea que quisiera animarse a expresar—. Me enteré que tú aún no eliges ningún club para unirte, así que... —Sacó un pequeño panfleto color celeste de entre sus libros y te lo extendió—. Nosotros tenemos bacantes libres. Sé que eres muy lista y seguro te gustará.
