Tenia dos días de no salir, dos días en los cuales me hice tan pequeña que no fui capaz de salir de la cama. Luisa venia a visitarme, me dejaba una bandeja de comida que apenas tocaba, Emma entraba de puntillas solo cuando creía que estaba dormida, uno de esos días las escuché orar a los pies de mi cama pidiendo que me sanara y que viviera cien años más para estar con ella, cuando le pregunté a Luisa ella le dijo que yo estaba en cama porque sufría un resfriado.
El tercer día me force a salir y caminar hasta la mesa, Luisa y Emma estaban ahí. Emma al verme corrió para abrazarme, a lo cual le devolví el abrazo, lo que pasó con Emma solo fue el empuje para que las cosas salieran a flote pero eso sucedería tarde o temprano, así que nunca la culpé por eso.
— Siéntate, te serviré algo de comer — Luisa caminó a la cocina dejándome a solas con Emma. La tomé de la mano y tomamos asiento, me mostró sus dibujos y la tarea semanal que había terminado.
Luisa regresó con pan, mantequilla y una taza de leche.
— Gracias — le dije. Ella tomó asiento a mi lado, Emma seguía dibujando osos en un papel.
— ¿mejor?
— Me siento muy mal Luisa — confesé, Emma dejó su lápiz a un lado y saltó de su silla para abrazarme, su boca hizo un puchero y con los ojos enrojecidos comenzó a negar con la cabeza.
— ¡Tía Bea, perdóname! Ya no volveré a salir sola, haré la tarea y lavare mis vestidos pero por favor no te mueras.
La tomé por las mejillas, sus ojos azules y brillantes me recordaban a mi hermano, que donde sea que esté espero que este sano y salvo y regrese pronto. Emma quién desde que era un bebé tuvimos una conexión que ni con Sandra su madre tuvo, una bebé hermosa y llena de alegría e inocencia, la razón por la cual hice todo lo que hice.
— No moriré Emma. Estoy bien, es solo un resfriado.
— Luisa dice que ese hombre te rompió el corazón y por eso estás triste — miré a Luisa que sonrió apenada, no esperaba que le dijera la verdad a Emma, con decirle que estaba enferma era suficiente.
— Perdón, es que no dejaba de preguntar si ibas a morir o no.
— Emma, espérame en mi habitación. Llegaré luego a contarte un cuento — me miró a mí y luego a Luisa antes de tomar sus cosas y correr hacia el cuarto.
— ¿Que piensas hacer? – preguntó Luisa en seguida.
— Nada, dejaré las cosas así, es lo mejor — tomé la taza humeante y soplé.
— No debes hacer eso, ve y búscalo en el periódico, seguro que te escuchará.
— No lo hará, te conté lo que pasó. Me odia Luisa, no confía en mí y piensa que lo traicioné con su amigo.
— Aún así tienes el derecho de explicarte, además ¿que pasa con Benjamín? ¿Solo va a desaparecer y listo?
— No sé que hacer, me duele la cabeza de tanto darle vueltas a las cosas — las primeras lágrimas calleron intensificando las punzadas de dolor en mi pecho.
— Creo que deberías ir a verlo, inténtalo al menos.
— No sé si me dejará entrar a su oficina.
— Ve como Benjamín y no Beatriz, entra y luego quitate la peluca y maquillaje.
— Lo pones tan fácil — reí a mi pesar.
— Porque lo es Bea y si después de explicarle todo no te perdona entonces no perdiste nada — Luisa tomó mi mano en la suya y la puso sobre su pecho, sobre su corazón — eres la persona más buena, honesta y trabajadora que he conocido en toda mi vida, me diste tu amistad y apoyo cuando nadie lo hizo, no me rechazaste o juzgaste por nada, así que si ese tipo no ve lo bueno en ti entonces no te merece.
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M U J E R C I T A 💋//TERMINADA
RomanceBirmingham, Inglaterra 1912 La vida de Beatriz no ha sido nada fácil, ella tiene que ponerse un disfraz y fingir ser Benjamín, un odiado reportero, todo por su pasión por el periodismo y por querer tener un trabajo digno en un mundo donde todo es do...