Capítulo 18

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Tenia dos días de no salir, dos días en los cuales me hice tan pequeña que no fui capaz de salir de la cama. Luisa venia a visitarme, me dejaba una bandeja de comida que apenas tocaba, Emma entraba de puntillas solo cuando creía que estaba dormida, uno de esos días las escuché orar a los pies de mi cama pidiendo que me sanara y que viviera cien años más para estar con ella, cuando le pregunté a Luisa ella le dijo que yo estaba en cama porque sufría un resfriado.

El tercer día me force a salir y caminar hasta la mesa, Luisa y Emma estaban ahí. Emma al verme corrió para abrazarme, a lo cual le devolví el abrazo, lo que pasó con Emma solo fue el empuje para que las cosas salieran a flote pero eso sucedería tarde o temprano, así que nunca la culpé por eso.

— Siéntate, te serviré algo de comer — Luisa caminó a la cocina dejándome a solas con Emma. La tomé de la mano y tomamos asiento, me mostró sus dibujos y la tarea semanal que había terminado.

Luisa regresó con pan, mantequilla y una taza de leche.

— Gracias — le dije. Ella tomó asiento a mi lado, Emma seguía dibujando osos en un papel.

— ¿mejor?

— Me siento muy mal Luisa — confesé, Emma dejó su lápiz a un lado y saltó de su silla para abrazarme, su boca hizo un puchero y con los ojos enrojecidos comenzó a negar con la cabeza.

— ¡Tía Bea, perdóname! Ya no volveré a salir sola, haré la tarea y lavare mis vestidos pero por favor no te mueras.

La tomé por las mejillas, sus ojos azules y brillantes me recordaban a mi hermano, que donde sea que esté espero que este sano y salvo y regrese pronto. Emma quién desde que era un bebé tuvimos una conexión que ni con Sandra su madre tuvo, una bebé hermosa y llena de alegría e inocencia, la razón por la cual hice todo lo que hice.

— No moriré Emma. Estoy bien, es solo un resfriado.

— Luisa dice que ese hombre te rompió el corazón y por eso estás triste — miré a Luisa que sonrió apenada, no esperaba que le dijera la verdad a Emma, con decirle que estaba enferma era suficiente.

— Perdón, es que no dejaba de preguntar si ibas a morir o no.

— Emma, espérame en mi habitación. Llegaré luego a contarte un cuento — me miró a mí y luego a Luisa antes de tomar sus cosas y correr hacia el cuarto.

— ¿Que piensas hacer? – preguntó Luisa en seguida.

— Nada, dejaré las cosas así, es lo mejor — tomé la taza humeante y soplé.

— No debes hacer eso, ve y búscalo en el periódico, seguro que te escuchará.

— No lo hará, te conté lo que pasó. Me odia Luisa, no confía en mí y piensa que lo traicioné con su amigo.

— Aún así tienes el derecho de explicarte, además  ¿que pasa con Benjamín? ¿Solo va a desaparecer y listo?

— No sé que hacer, me duele la cabeza de tanto darle vueltas a las cosas — las primeras lágrimas calleron intensificando las punzadas de dolor en mi pecho.

— Creo que deberías ir a verlo, inténtalo al menos.

— No sé si me dejará entrar a su oficina.

— Ve como Benjamín y no Beatriz, entra y luego quitate la peluca y maquillaje.

— Lo pones tan fácil — reí a mi pesar.

— Porque lo es Bea y si después de explicarle todo no te perdona entonces no perdiste nada — Luisa tomó mi mano en la suya y la puso sobre su pecho, sobre su corazón — eres la persona más buena, honesta y trabajadora que he conocido en toda mi vida, me diste tu amistad y apoyo cuando nadie lo hizo, no me rechazaste o juzgaste por nada, así que si ese tipo no ve lo bueno en ti entonces no te merece.

M U J E R C I T A 💋//TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora