Capítulo 23

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La fría noche nos recibió en cuanto cruzamos la puerta, mi nariz y mejillas se sentían frías y pequeños temblores salían de mi cuerpo, aún así prefería estar aquí con James que en otro lado.

— ¿En serio no quieres tu chaqueta? — me detuve para preguntarle, estábamos tomados de la mano, a esta hora pocas personas estaban por las calles.

— Estoy bien, deja de preocuparte — dijo y me abrochó la chaqueta.

Seguimos caminando bajo la luz de la luna, ambos en silencio, me sentía ansiosa tanto que las mariposas en mi estómago no se quedaban tranquilas.
Un viento helado me hizo estremecer, James lo notó y me pegó a él de inmediato.

— Ven, te estas congelando — bajó la cabeza y me dio un beso en la nariz, amaba que hiciera estas cosas que de alguna manera siempre estemos tocandonos. Su beso se convirtió en dos y luego tres, hasta que bajo hasta mi cuello y dejó un sonoro beso que hizo eco en la calle. Me ruboricé al pensar que alguien nos hubiera visto.

— ¡James estamos en público! — no había casi nadie pero aún no seguíamos siendo los únicos.

— Nadie nos esta viendo — se excusó e intentó hacerlo de nuevo, su barba a medio crecer causandome cosquillas.
Lo empujé y corrí para escapar, su risa y la mía era lo único que mis oídos escuchaban por la calle.
No se cuanto corrí pero dejé de hacerlo cuando mis pulmones ardieron. Mi aliento caliente causaba vaho con la gélida temperatura de la noche. Giré en una esquina para esconderme, había dejado a James dos calles atrás.

Caminé con cuidado las luces de las calles no iluminaban bien el húmedo callejón.
En cada paso dado el olor a podrido se hacía más fuerte, tanto que se me hizo casi imposible seguir respirando el mismo aire.
Volteé y miré a James entrar en la calle, siguiéndome.
Seguí adelante porque el olor no podía ser el de una rata muerta, éste era diferente.

— Beatriz, no te alejes mucho — dijo él a mis espaldas.
Volví a voltear para verlo solo a unos pasos de mí, caí al suelo antes de ver al frente.

— Maldición ¿estás bien? — James me sujetó de los brazos y me ayudó a levantarme — ¿qué diablos es ese hedor?
Mi reflejo de vómito se intensificó cuando el viento sopló en nuestra dirección.
Me acerqué sin pensar a una alfombra que se encontraba enrrollada pegada a una pared.

— No toques eso — me ordenó pero no le hice caso.
Toqué la húmeda alfombra y al moverla varias ratas salieron de los lados, di un salto del susto.

— Deja eso, debe ser la cama de algún vagabundo.

— James esta no es una cama — pateé la alfombra y esta se desenrollo hasta quedar parcialmente abierta, devolví mi cena no por ver el cuerpo si no por el terrible hedor.
El cuerpo completamente desnudo de una mujer estaba envuelto en esa vieja alfombra. Por el olor y el hecho de que le faltaban piel y carne en partes de su cuerpo indicaban que tenía días tirada aquí.
La poca luz no me dejó ver su rostro.

— ¡Aléjate de eso Beatriz! — James me tomó del brazo y me sacó a rastras del callejón.

— ¡Tenemos que volver, es otra de víctima del asesino!

— Ya sé que es otra víctima pero debemos llamar a la policía.

— ¿Para qué? ¿Para que nos echen a patadas como siempre hacen? ¡Aprovechemos la oportunidad de investigar nosotros solos!

— ¡No Beatriz, no te vas acercar a ese cadáver!

— No voy a perder la oportunidad de investigar ahora que no hay nadie que me lo impida — caminé hacia el callejón de nuevo pero James me detuvo tomándome fuerte del brazo.

— He dicho que no te vas acercar a ese cadáver — sentenció aprentando los dientes, le di una mirada de molestia e intenté safarme de su mano — ¿Que piensas hacer Beatriz? Es de noche y además no podemos ver nada.

— Aún así podemos buscar pistas, algo que podamos usar.

— Vamos a dejárselo a la policía — dijo sujetandome con más fuerza.

— Me estas lastimando — James suavizó su agarré y me llevo a jalones lejos del callejón — ¿por qué te comportas así? ¡Antes te quejabas que la policía no nos dejaba ver los cuerpos ni buscar evidencias y ahora te comportas como un loco y peor que ellos!

— No es seguro estar ahí — dijo con calma pero su agarre seguía siendo firme.

— ¡Ya déjame!

— No hasta que lleguemos a la casa.

— James lo digo en serio ¡déjame!

Entonces se detuvo, se inclinó hacia mi para hablarme con voz ruda.

— No voy a dejar que te acerques a ningún cuerpo, ni que lo mires si quiera. No es seguro para tí estar en ese lugar ¿entendiste?

— Dijiste que resolveriamos el caso juntos ¿o ya se te olvidó? — le pregunté molesta.

— Ya sé lo que dije pero eso lo haremos mañana de día, cuando haya más gente en la calle.

— La policía no va a dejar acercarnos — le recordé.

— Me importa un carajo, lo único que me interesa es tu seguridad.

Me jaloneo de nuevo hasta llegar a la casa, las luces ya estaban apagadas, seguro Luisa pensó que no volvería esta noche. Entré molesta pero me quedé callada para no despertar a Emma.
James cerró la puerta y me siguió hasta el dormitorio, estaba vacío, un escalofrío recorrió mi columna al no ver a Luisa aquí, caminé de prisa a la habitación de Emma y las encontré a las dos dormidas y abrazadas en la cama, mi corazón se tranquilizó, me acerqué a la ventana y comprobé el seguro, luego apagué la vela de la mesita de noche.
Volví a la habitación, James estaba ahí sentado en la pequeña cama, se miraba molesto y yo también lo estaba por su comportamiento.

— Ven — dijo ofreciéndome su mano. Deslicé mi mano y dejé que me guiara para sentarme en su regazo — perdón si te lastimé, me asustó mucho pensar que te podía pasar algo.

— Estoy bien ¿no lo ves? — le dije tratando de controlar mi enojo.

— Lo sé pero no quiero verte envuelta en esto Beatriz.

— Puedo manejarlo — James suspiró y luego añadió:

— No me lo perdonaría si te pasa algo — me estrechó contra su pecho y suspiró de nuevo — me volvería loco si te perdiera.

Sus ojos se volvieron cristalinos, su garganta tragó con fuerza y me sentí mal por eso, James solo me estaba protegiendo y yo me comporte como una necia.

— Lo siento — tomé su cara y besé sus párpados, una lágrima rodó por su mejilla hasta llegar a la comisura de su boca — no quería que te preocuparas.

— Solo te estaba cuidando — me recordó él.

— Lo sé — besé su caliente boca para hacerlo sentir mejor, fue un beso largo y tierno.

— Pasaré la noche aquí, no confío en que estén solas.

— Esta bien, aunque la cama es pequeña.

— Encontraremos la manera de acomodarnos — dijo con una pequeña sonrisa.
James se quitó los zapatos y el cinturón, yo me cambié a un camisón blanco sin mangas. Me acosté abrazada a él, era la única posición donde podíamos alcanzar los dos. James acariciaba mi cabello casi haciéndome ronronear, luego con esa misma mano bajo por mi espalda hasta mi cintura y luego me acercó más a él.
Reí y esa fue señal suficiente para qué en la oscuridad y silencio de la noche volviera a ser de él.

— Duerme mi amor, yo te cuidaré — y así  cerré los ojos y soñé con sus hermosos ojos café.

M U J E R C I T A 💋//TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora