Grace
Todos me miran y murmuran entre ellos, mientras que otros jóvenes ayudan al chico que hice volar por los aires.
¿Ángelus? ¿Y cómo carajos llegue a un lugar que se llama así?
Esto va de mal en peor. No, no, no esto no me gusta para nada. Me siento devuelta en la primaria, observada por algunos y juzgada por todos. Giro mi cabeza en busca de una salida y la encuentro justo a mi izquierda hay una gran puerta que va del techo hasta el suelo corro y tiro de las grandes manillas para abrirla pero por más que lo intente esta no se mueve ni un centímetro, me giro otra vez asustada encontrando paredes pintadas de gris, pasillos con alfombras carmín y una sala llena de sillones y mesas. Si la puerta parece estar soldada que ni la fuerza de mil hombres puede abrirla ¿Entonces por donde se supone que entre?
—¿Por qué hay tanto alboroto? —se escucha una voz varonil proveniente de uno de los pasillo.
Un hombre con lente y un uniforme diferente al de los demás entra en mi campo de visión. El tipo de hombre alto de ojos cafés, cabello oscuro y piel clara que encontrarías en las academias extranjeras, con una postura impecable y un semblante firme y meticuloso este mira con las manos en la cadera a todos en la escena mientras frunce el ceño.
Hasta que fija su vista en mí, abre los ojos sorprendido sus manos caen a sus costados, sus labios se movieron pero de ellos no salieron nada, aclara su garganta antes de hablar.
—William ¿quieres explicarme quien es esta joven y porque está aquí? —pregunta sin dejar de mirarme.
Genial ahora soy el bicho raro del lugar.
El chico de antes se apresura a llegar al lado del hombre de lentes, sacude un poco su ropa y pasa una de sus manos por su cabello oscuro.
¿William?...¡Claro! Él es el chico del parque, el de hace unos meses, sabía que lo había visto esos ojos en otro lugar... al que casi le rompo el cuello, pero ¿Qué hace el aquí?
—Apareció de la nada tío, ella... me hizo volar por los aires —respondió William mientras me mira de pies a cabeza, el hombre frunció más el ceño claramente está confundido.
Ya somos dos.
Olvidaba lo bien que suena su voz... no Graciela no estamos aquí por eso... bueno en realidad no sé porque estoy aquí.
—Debo aclarar que no fue mi intención, en realidad no sé qué paso, en un momento estaba en un callejón y al otro puff estaba aquí —hablo nerviosa mientras muevo las manos en todas las dirección.
Esta situación, me está poniendo nerviosa cada vez más, hasta el punto que mis manos comienzan a sudar y mi corazón amenaza con salirse de mi pecho en cualquier segundo. Acto seguido los candelabros del techo comenzaron a temblar acompañados de pequeños tintineos por los cristales chocando entre sí, todos dirigen su vista a ellos. El hombre de lentes pellizca el arco de su nariz por unos segundos mientras mueve su cabeza lentamente de un lado a otro en forma de negación.
—Todos a su habitaciones, la hora de cenar ya terminó, no quiero ver a ningún estudiante fuera de su habitación después de las nueve —el hombre agita sus manos echando a los chicos fuera del lugar, en menos de dos minutos vacía el salón. Algunos estudiantes parecían renuentes a irse pero con una sola mirada del sujeto de lentes se retractaron y tomaron camino hacia quien sabe donde.
En el lugar solo quedamos el chico llamado William, el hombre de lentes y yo.
—Señorita...—pregunto en busca de mi nombre.
—Graciela, Graciela Black pero prefiero que me llamen Grace.
Graciela es un nombre extraño para algunas personas.
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La Descendiente Y los Cuatro Principes Del Infierno
FantasyMagia. Desde muy pequeña Grace ha sabido que la magia tan solo existe en los cuentos de fantasía, a pesar de los cuentos nocturnos sobre peligrosos demonios y hermosos angeles alados que su tía le contaba cuando era niña, que aseguraba que eran real...