Camino nuevamente por el pasillo, todo es exactamente igual a cómo lo recordaba. Las esferas de fuego que me guían a el cuadro de la pareja, el frío desgarrador que se me pega en los huesos, los caminos de los pasillos interminables, la oscuridad que me aterra. Excepto por...
Esta vez el segundo camino que siempre aparece, al cual nunca puedo llegar, no se desvanece, tengo una posible salida. Comienzo a caminar por aquel pasillo nuevo, deslumbro que en sus paredes reposan la misma exhibición de los mismos cuadros que he visto en la academia y en el palacio de los druidas. Los cuadros que relatan la historia de la segunda guerra contra Lucifer, todos los cuadros exactamente iguales, en el mismo orden, que termina con la pintura de los demonios enfrentándose con los celestiales en la guerra. Hasta que veo que ese no es el final de esta fila, hay otro cuadro.
Muestra la la imagen de una habitación de bebé, con una pequeña cuna rosa, una mecedora cerca ella con una linda decoración de tonos pasteles, lo que más llama mi atención es que en la parte visible de la cuna esta tallado el mismo símbolo de mi muñeca derecha.
La estrella de seis puntas.
¿De quién es la habitación? ¿Por qué tengo el mismo sueño una y otra vez? ¿Qué significa? Una puerta se materializa a justo a un lado del cuadro. ¿Podrá ser la salida?
Intento girar el pomo, más la puerta no cede, intento varias veces más hasta que escucho un pequeño clip proveniente de la puerta. Se abrió, cuando estoy a punto de empujar para entrarla brisa descomunal hace su aparición, y como en las veces anteriores me arrastra lejos, como si no quisiera que vea lo que hay dentro. Nuevamente vuelvo a la oscuridad y silencio total. Vuelvo a flotar en la oscuridad.
Siento algo húmedo en mi rostro, empiezo a escuchar voces que dicen mi nombre entre susurros, es cuando despierto. Abro mis ojos lentamente, lo primero que veo o más bien siento es una escurridiza lengua que pasa por todo mi rostro llenándolo de bebas. Al enfocar mi vista, puede ver que es a Max a quien le pertenece esa lengua, embozo una pequeña sonrisa al ver como mueve la cola emocionado al ver que estoy despierta, paso mi mano sobre su cabeza y orejas altas acariciándolo.
Con esos ojos ¿Quién no se siente mejor?
—Hey... hola amigo...¿Cómo estás? —le digo con mi voz débil y rasposa mientras acaricio su cabeza, noto que estoy acostada sombre la cama de reconozco como la de mi habitación o bueno en la habitación del palacio.
El sol se refleja por las ventanas abiertas del balcón, haciéndome saber que ya es de día ¿Cuánto tiempo estuve dormida? Intento levantarme, pero al hacer el intento mi cuerpo está muy pesado, tanto que se me hace imposible moverme demasiado, los recuerdos del baile llegan a mi mente una vez que el sueño desaparece por completo ¿Qué paso con Baltazar y los demás? ¿En dónde están los chicos y la reina?
Tengo que saberlo cuanto antes.
Nuevamente intento levantarme, con mi mayor esfuerzo logro sentarme en la cama, la mitad de mi cuerpo en el espaldar de madera, Max salta de la cama y camina hasta la entrada del balcón, empieza a ladrar, no entendiendo que hace hasta que veo una sombra acercarse desde el balcón, la sombra pertenece a William. Entra y me dirige una pequeña sonrisa, se acerca hasta estar a un lado de la cama.
—Hey... ¿cómo te sientes? —me pregunta sentándose en la silla que está cerca de la cama mirándome.
Me aclaro un poco la garganta al sentirla seca.
—Estoy bien... solamente que mi cuerpo me pesa mucho y me duele un poco el tobillo pero aparte de eso estoy bien—respondo—¿Qué ocurrió? ¿Qué paso con Baltazar y los príncipes? ¿La reina está bien? ¿Y los chicos? —intento levantarme de la cama, dejo los pies en el suelo, al hacerlo mi cabeza comienza a dar vueltas, William se levanta y por suerte me sujeta por la cintura antes de caer al suelo.
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La Descendiente Y los Cuatro Principes Del Infierno
FantasyMagia. Desde muy pequeña Grace ha sabido que la magia tan solo existe en los cuentos de fantasía, a pesar de los cuentos nocturnos sobre peligrosos demonios y hermosos angeles alados que su tía le contaba cuando era niña, que aseguraba que eran real...