Capitulo 25 Aguas rojas turbulentas

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Luego de regañar a Max y limpiar un poco el desastre que hizo, voy al baño a cambiarme de ropa para reemplazar mi ropa de ejercicio por el uniforme de combate de la academia. Recuerdo el momento en que regañe a Max, perecía una madre regañando a su hijo. Creo que hasta escuche a William reírse por debajo mientras Max estaba sentado a mis pies con las orejas hacia abajo al igual que su hocico mientras lo reprendía. Él solo un cachorro, debo recordar eso cada vez que su travesuras son peores que las anteriores. Nadie dijo que cuidar a un cachorro mágico y eléctrico sería fácil.

Me cambio en el baño de mi lado de la habitación mientras que William, supongo, que hace lo mismo el suyo. Es un poco raro compartir habitación con un chico y más con uno que apenas conoces.

Cuando termino de cambiarme, dudo si salir o no, bueno tampoco es que pienso quedarme aquí todo el día... es solo que me da algo de miedo salir y encontrarme a William a medio vestir. Es posible que siga en el baño, tampoco voy a gritar a través de la puerta para preguntarle si puedo salir o si continúa en el baño. ¡Rayos! Esto no me pasaría si estuviera compartiendo habitación con alguna de las mellizas, con la duda carcomiéndome la cabeza salgo pensando que tal vez solo imaginaciones mías y él ya está listo y solo espera por mí. Total ¿Qué tan malo podría ser?

Al final dicen que las mujeres nos tardamos más que los hombres, asique seguramente él ya está listo, al abrir la puerta me encuentro... bueno ahora sé que no se ha terminado de vestir. Y que ese miedo se ha vuelto realidad. Ahora mismo tengo una gran vista del chico con el que comparto habitación.

Abro los ojos hasta más no poder. Pero mis ojos descarados no dudan en hacerle un repaso.

Su torso está completamente descubierto, unos brazos musculosos pero no en exceso y un abdomen muy marcado se pasean delante de mí, su piel se ve suave a la vista y sin ningún tipo de mancha o cicatriz, solo pequeños lunares repartidos en la parte de los hombros y espalda baja. Siento que mis mejillas se calentarse, luego de admirar a tal monumento me doy cuenta de que él me está mirando con esos ojos azules brillantes con una pequeña y descarada sonrisa en su rostro. Sostiene una camisa blanca en las manos, por suerte ya está vestido por completo en la parte de abajo

¡Qué vergüenza! NO, NO, NO.

Claro debí imaginarlo. Creo que William es el típico chico cliché, guapo, rico, con un buen cuerpo y además con un buen humor y agradable. De esos que leía en las novelas románticas. Todo un príncipe literalmente, quien diría que en este mundo también puede haber chico cliché como en los libros de romance.

Irónico ¿cierto?

—¿Te encuentras bien Grace? —me pregunta con un toque de burla con una sonrisa con los mismos aires que su tono de voz y picara.

Él sabe que estaba viendo su cuerpo. ¡Dios! ¿Por qué me pasan estas cosas a mí?

—S-si es solo pensé... que ya te habías cambiado, que estaban en el baño —respondo aclarando mi garganta, camino rápidamente a donde están mis maletas para guardar mi ropa en ella. Intentado mirar a otro lado. —Lo siento —digo en un susurro tan bajo que dudo que lo haya escuchado.

¿Hace calor o solo es mi imaginación?.... Porque yo tengo mucho calor. Demasiado CALOR.

—Ya casi estoy listo, espero que no te moleste. Los baños son incomodos para cambiarse —aunque yo este de espaldas, puedo sentir que se está burlando de mi comportamiento.

Idiota.

—No descuida estoy bien —hago con un gesto de indiferencia con la mano sin mirarlo. Dándole la espalda.

¡MENTIRA!

Oh claro que no estoy bien, pero no dejare que vea en el estado de una adolescente cuando ve a un chico sin camisa. ¡QUE VERGUENZA! Así que me tranquilizo y me volteo chocando con su mirada, no sin antes darle una última mirada a su ese cuerpo tan perfecto que tiene.

La Descendiente Y los Cuatro Principes Del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora