—Grace ¿segura que estarás bien? —me pregunta esta vez Ruby acercándose a mi cuando William se va, con la preocupación en su mirada.
—Estere bien, te lo prometo —aseguro forzando una sonrisa.
Me quito las botas porque con ellas es imposible cruzar, se las extiendo a Ruby que no duda en tomarlas. Me posiciono en frente de la primera roca, todas son casi el mismo tamaño, John tiene razón con suerte entran mis dos pies. Me asomo más de la cuenta para ver mejor el rio pero es casi imposible ver lo que hay debajo del agua... cosa que no ayuda mucho. Trago con un poco de dificultad sintiendo que el corazón se me va a salir por la boca. Es mejor no saber que hay en el fondo por mi salud mental.
Estoy aterrada, mis manos no dejan de temblar ¿Por qué me ofrecí a ir? ¿Y si mejor no voy? Tal vez encontremos otra forma, si buscamos... ¡NO¡. Me hago una reprimenda mental. Debo hacerlo, quero ayudarles además tenemos que apresurarnos el llegar aquí nos llevó demasiado tiempo pronto el sol comenzara a ponerse, estar aquí sería demasiado peligroso cuando eso pase. O es al menos lo que escuche decir a Amarintìa hace unos minutos.
—¡Suerte chica! —el grito de John me sobresalta en el primer momento, me giro para verlo encontrando a todos reunidos mirándome—Si dices que pude hacer entonces adelante, confió en ti. Te veo del otro lado —de alguna forma sus palabras me dan ánimos, le sonrió en forma de agradecimiento y vuelvo mi atención al rio.
Bien, aquí vamos. Así como dijo William en nuestra conversación de anoche, debo creer en mi misma, soy capaz de hacerlo. ¡Confió en mi misma!
Dirijo mi pie a la primera roca.
Me estremezco por contacto de la roca fría con mi piel. Piso la primera, sin mis puntas es más difícil pero no imposible. Todo está en silencio solo se escucha el sonido del agua corriendo por el río para al final caer por la cascada, en mi espalda siento la mirada de todos, atentos a cualquiera de mis movimientos. Es un silencio aterrador.
Piso la segunda, la tercera, la cuarta y así hasta llegar a la mitad del rio, suelto el aire pesadamente cuando me encuentro justo a la mitad. Un brisa fresca agita los arboles haciendo que varas hojas caigan al rio y sean arrastradas por la corriente. Con todos los años de práctica el equilibro fue mi mejor amigo en el ballet... al parecer aun lo sigue siendo. Por suerte.
El sol ilumina el río, sus rayos hacen brillar sus aguas rojas con un rubí. La brisa fresca es acompañada de un olor peculiar, extraño, metálico como...como la sangre. Eso me hace tragar en seco.
Ya no puedo volver, iba por la siguiente cuando mi pie resbala debido lo mojado y liso de la superficie provocando que un calambre extremadamente doloroso recorriera mi pierna izquierda. Como resultado de la ola de dolor repentina que me invade haciendo a mi cuerpo balancearse durante unos dolorosos segundos en los que dejo de respirar. Tenso ambas piernas en busca de mantenerme firme para no caer, escuche las exclamaciones acompañados de gritos ahogados a mis espaldas, a duras penas logro deja de balancearse consiguiendo así estabilizarme. Suelto el aire de golpe.
Estuve a punto de perder el equilibrio. Aterradores segundo en los que pude haber caído al río.
—¡Graciela! —escucho gritar a William, no lo miro —¡¿Estas bien?!
—¡Lo estoy! ¡Solo resbale! —miento apretando los dientes en un intento de que no se me escuche lo asustada que estoy.
Un dolor punzante comienza a esparcirse por toda mi pierna ¡Demonios! Haciéndose cada vez se hace más fuerte, mí cicatriz comienza arder como si estuviera recién suturada, aun así continuo. Todavía tengo la lección... el doctor lo dijo, apenas logre hacer un revele y ya me hecho daño. Con algo tan simple que hasta una niña de cinco años puede hacer, el dolor es tan fuerte como el día en que desperté en el hospital luego del accidente.
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La Descendiente Y los Cuatro Principes Del Infierno
FantasyMagia. Desde muy pequeña Grace ha sabido que la magia tan solo existe en los cuentos de fantasía, a pesar de los cuentos nocturnos sobre peligrosos demonios y hermosos angeles alados que su tía le contaba cuando era niña, que aseguraba que eran real...