Contumaz - [El clan perdido]

Capítulo 5

—¡Da-Dante, no es lo que crees! —entre titubeos Flavia se trataba de excusar—. ¡Ellas vienen de Mermar!

—¿Y eso qué relevancia tiene?, ¿importa de donde ellas vengan? —Dante se mostraba totalmente imparcial sobre el asunto.

—No, pero... —susurró la pelirroja intimidada por la presencia del chico.

—¡Basta! —hizo callar a la contraria con un tono de voz fuerte y claro. Flavia, dirigió su vista hasta los ojos del contrario, encontrando así una mirada totalmente fulminante. el encuentro de ambos ojos duró solo un instante y, luego con un desdén Dante alzó su vista hacia la multitud para gritar—. ¿Debo repetirlo?, ¡un miembro del Clan Contumaz, nunca usa la fuerza de forma innecesaria, ni mucho menos contra gente inocente!

Dhamar se encontraba atónita ante aquella escena que estaba presenciando, mientras que Sol al escuchar el nombre Contumaz, recién se daba cuenta del peligro al que se encontraban expuestas.

—¡Y la persona que no esté de acuerdo con nuestro legado de vida!, puede marcharse... —el líder del clan era claro en sus palabras.

Todo el mundo se quedó en silencio, la voz al mando de Dante era escalofriante, Dhamar pensó que debía ser una persona con ideales y principios muy claros. El líder volvió a mirar con desdén a su escuadrón y luego dirigió su completa atención hacia las forasteras. Se acercó con cautela y luego a una distancia prudente el chico se inclinó levemente hacia las chicas.

—¿Con que oriundas de Mermar? —Dhamar negó con rapidez la pregunta del chico—. ¿A no? —murmuró Dante al ver su acción.

—Nosotras no tenemos idea de lo que es Mermar —mintió la trigueña.

—Mmm... que extraño —el líder del escuadrón se encontraba confundido ante la respuesta—. Entonces, ¿de qué pueblo son?

Dhamar sabía que no podía decir que venía de Mermar. Esta gente guardaba un claro rencor, el cual aún no lograba entender, hacia los habitantes de Mermar. Con la mirada pensativa la trigueña bajó su mirada y divisó su collar que contenía un dije en forma de la letra «D», en seguida inventó un nombre para salir del apuro.

—Somos de... —titubeó un momento y luego dijo—. ¡Deslanda!

—¡¿Deslanda?! —incrédulo preguntó Dante—. He de confesar que se me hace un poco peculiar el nombre de tú pueblo

—Pues, eso es... —se quedó pensando una excusa que fuera más creíble—. Porque somos nuevos.

—El chico se quedó en silencio mirando a la contraria, no creía ninguna de sus palabras—. Como líder del Clan Contumaz, siempre mantengo contacto con los otros pueblos de alrededor y nunca escuché sobre la llegada de tu particular pueblo.

—A veces las comunicaciones fallan —le reviró Sol.

Dante enfocó su vista en la pequeña rubia y luego asintió pensativo de sus palabras.