Capítulo 14

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La bala estaba afuera y su herida ya no sangraba

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La bala estaba afuera y su herida ya no sangraba. Dhamar, como llevaba días sin comer, al recibir el impacto de la bala, quedó agotada, cayendo así al colapso. Por esa razón, se vio obligada a beber de un suero, para recuperar energías.

La señora Margaret se encontraba terminando de vendar el brazo herido, mientras que la trigueña la miraba tratando de descifrar su expresión. Lo más racional, era que ella se encontrara muy molesta, dado que Dhamar había intentado matar a su líder, pero para su sorpresa, la mujer se encontraba muy serena.

—¿Usted sabía que Dante me conocía? —interrogó la trigueña, recordando la pequeña conversación que tuvieron con esa mujer, antes de la fatídica cena.

—Por supuesto... —dijo sin más, sin ni siquiera correr su vista del vendaje.

—¿Por qué no me lo dijo?...

—Por una razón muy simple, eso es algo que a mí no me incumbe —fue clara—. Además, tampoco se los por menores. Lo único que puedo decir, es que nunca vi a mi nieto mirar a alguien de la misma forma en que te mira a ti Dhamar —hubo una entonación especial, en sus últimas palabras.

Un suspiro brotó de forma natural en la trigueña. Nana, expendía una tranquilidad, que la oriunda de Mermar, nunca había sentido. Al hablar con ella, se podía sentir un amor puro, como el que debía brindar una madre.

—¿No está molesta conmigo porque... amenacé a Benek? —susurró.

—Claro que no.

Dhamar se quedó sorprendida ante su respuesta, era algo que no se esperaba.

—Ebeth, ya me contó la razón de tu actuar... —hizo una pausa—. Por supuesto yo no puedo juzgar tal dolor, mucho más al considerar que yo nunca he pasado por una situación similar. De hecho... nadie te puede juzgar.

Nana la miró directo a sus ojos y luego le dedicó una sonrisa.

—Pero, lo que sí te puedo decir pequeña... es que la violencia no es la respuesta. A veces debemos romper ese ciclo y actuar con sabiduría.

—¿A qué se refiere con eso?... —interrogó.

—A que analices todos los hechos con calma, y luego en base a eso, tomes una decisión.

La señora se acercó con cautela y dio una suave caricia en la mejilla de Dhamar. En respuesta a su actuar, la trigueña cerró sus ojos por unos escasos segundos, para luego dedicarle una leve y débil sonrisa.

La bella acción, se vio interrumpida por Sol, que se encontraba de pie en el umbral de la puerta, sonriendo tímidamente al ver aquella escena. Nana, supo que era momento de dejarlas solas, por lo que tomó sus cosas y procedió a retirarse de la habitación.

—¿Cómo te sientes? —cuestionó la rubia.

—Confundida, aturdida, perdida... —confesó—. No lo sé con exactitud, la lista es larga.

Contumaz - [El clan perdido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora