2- Amenaza

3.6K 391 569
                                    

Modric lo empujo, separandose de aquel apasionado beso. Tenía el croata un rostro molesto, más de lo que debería si alguien lo besa tan de repente.

—¡¿Qué te pasa?!—explotó el casi retirado croata—primero que haces como si tu equipo no nos haya ganado y después me llevas a este lugar que parece cuarto de tortura.

—Luka... No sabes cuanto te deseo, y todas las cosas que te haría...

Luka movió su cabeza de lado a lado, con una mirada de "No lo puedo creer", el sentía lo mismo, estaba más que claro, pero no quería rebajarse a tal nivel como su compañero argentino.

—Creo que te hace falta un detalle, los dos estamos casados y tenemos hijos con nuestras esposas. Yo a Vanja y a mis hijos los quiero mucho y no puedo seguir con esto, lo lamento mucho.

El croata abrió la puerta y salió de esa desolada habitación. ¿A donde se dirigía? Ni él lo sabía. Dieron tantas vueltas por ese estadio que le dificultaba saber donde estaba parado.

«¿Ahora qué hago?»

 Se repetía en su mente mientras caminaba a, literalmente, cualquier lugar. Pensaba en que tal vez había sido un poco cruel con Di María, pero solo se quedó en un «tal vez, nada más».

Se le subía el pánico porque estaba completamente perdido en el estadio. Luka ansiaba que venga alguien de seguridad o de limpieza y lo lleve con el resto de sus compañeros, pero ni una mera mosca se atrevía a pasar por aquellos abandonados pasillos sacados de una película de terror de bajo presupuesto.

«No puede ser que me este perdiendo en un estadio qatarí»

Solo se limitaba a dar paso tras paso hasta que, por arte de magia, oyó una voz demasiado conocida para su gusto.

—¡Luka, Luka!

Modric volteó a ver de quien se trataba.

—Ahí estás, te estabamos buscando por todas partes—era, sin duda, el rubio y alto Borna Sosa.

—Ah, sí, sí

—¿Qué hacías?

—Estaba buscando el baño pero me perdí, nada de otro mundo.

«Un argentino me llevó para acá, y me perdí»


—⁕—

Era de noche, y estaba toda la selección argentina reunida en el Hotel, específicamente en la habitación de Di María, De Paul, Messi y el clon de David Beckham.

—¿Ustedes pueden creer que le ganamos a Croacia?—preguntó emocionado De Paul.

—Todos es posible, si ellos le ganaron a Brasil, ¿Por qué nosotros no a ellos?—respondió Messi, siempre seguro de lo que decía y hacía.

—Bueno, bueno pero esto se lo tenemos que agradecer a nuestro nuevo jugador estrella...¡Julián Álvarez!—agregó el Dibu

El portero empezó una ola de aplausos que rápidamente se contagió a los demás, excepto a Ángel Di María, que se encontraba sentado en un pequeño sillón, contemplando el limpio suelo.

—¿Y a este que le pasa?—señaló Enzo Fernández con la mirada hacia Di María.

—No va a volver a ver Modric, pobrecito—se burló Foyth.

Al oír ese apellido, Di María levantó la cabeza. Todos confirmaron para si mismos la afirmación de Foyth.

—Ay, pero hay croatas más lindos, como el...¿Sosa era su apellido?—comentó el Papu de repente.

Todos se miraron entre sí, mientrás que a Julián se le ruborizaron las mejillas. Dybala notó ese detalle y no evitó largar una pequeña risilla.

—Bueno, ehh...cambiando de tema, ¿A ustedes les llegó la invitación de cumpleaños de Mbappé?—dijo el Papu.

—¿Qué?—preguntaron todos.

—Si les llego la invitación de cumpleaños de Mbappé, vean sus gmails.

—¿Por gmail?—cuestionó De Paul entre risas—¿El negro ese esta en el 2008 o cómo?

—Y bueno, digamos que si la mandaba por Instagram nadie la vería—agregó Julián.

Todos sacaron su celular para verificar si se encontraban invitados.

—Ah, mira, tan mal no le caen los latinos porque estoy invitado—dijo Lautaro, que andaba desaparecido.

—A mi también me invitaron—siguió Mac Allister.

Al final, estaban todos invitados pero la actitud de Messi extrañó a todos. El número diez no dijo ni una sola palabra, se encontraba leyendo un texto con una cara de impactado. Salió de la habitación con su celular en la mano. Todos se miraron confundidos hasta que Julián y Rodrigo fueron trás de él.

Lo acorralaron en un pasillo, y empezaron a cuestionarlo. Messi, nervioso, evitó el contacto visual con alguno de los dos.

—Me llegó una carta de amenaza... de los holandeses—le entregó el celular a Julián, para que ambos leyeran.

—No quieren que juegues la final—habló Julián.

—Son unos malos perdedores, encima andan reclamandonos las faltas cuando ellos mismos se compraron al árbitro—añadió De Paul, enfurecido—ya me van a conocer esos holandeses.

Messi agarró fuertemente de la remera de Rodrigo, cambiando su cara entristecida a una de furia.

—No te vayas a mandar una cagada, porque después todos tenemos que limpiar los vasos rotos.

De Paul lo separó, chocando la espalda de Lionel con la pared.

—No te prometo nada.


El último Mundial - ModríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora