19- Compras pre-navidad

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De Paul ya estaba terminando de escribir y cortar los nombres de todos, Julián lo estaba ayudando y eso aceleraba el proceso. El resto los veían, nada más.

—¡Terminamos!—anunció Rodrigo, ya cerrando los papelitos, para segundos más tarde mezclarlos—agarra vos primero, Papu—este le hizo caso y sacó uno.

Siguió Ángel, después Alexis, Nahuel, Julián, Enzo y, por último, Rodrigo.

—Bueno, ya saben—dijo De Paul, parándose de su silla—mañana despiertense a las 11, que vamos a ir a comprar los regalos—terminó de hablar y se fue a su habitación.

—Re mandón—comentó de repente el Dibu, mirando el papel que tenía el nombre de Ángel.

La noche se hizo rápida, todos volvieron a su habitación. A Ángel se le fue el sueño por los ruidos alarmantes de la habitación de al lado (el narrador los deja a libre interpretación), por lo que sacó su celular y abrió la primera aplicación que se le apareció: Instagram. Entró y la primera publicación que se mostró era de Luka Modric. Se quedó mirando la foto por unos largos diez minutos, suspiró, recordó esos buenos y no tan buenos momentos que vivieron, y apagó el celular. Ya estaba harto de ese "casi algo", o seguía el consejo de sus compañeros de cortarla o luchaba por él. Era más digna y heroica la segunda (y más conveniente para la trama), ¿cómo? Ni él lo sabía, seguramente iba a conseguir su número, de alguna forma u otra.

Su compañero de cuarto, Emiliano, pareciera que tampoco había conciliado el sueño, debido a que se hallaba aplaudiendo, imitando los ruidos de la pieza siguiente.

—¡Qué suerte tienen algunos, che!—comentó el portero en medio de aplausos, los de él y los de al lado—total, como en Qatar no podían echar fierro ahora aprovechan, esta bien, supongo—agregó.

Di María soltó un par de carcajadas a sus comentarios. Se silenció la habitación, el Dibu ya se había cansado de aplaudir. Ambos miraban al techo, no les quedaba otra opción.

—¿Tenés el número de Luka?—Ángel puso tema de conversación, girando a verlo.

—Mejor hablale por Instagram, los croatas no usan WhatsApp, ¡que manera de complicarse la vida, Dios!—se quejó.

—Dios mío...—suspiró el fideo.

—Así que ya sabes.

—♥—

Ya era de día. Rodrigo y Enzo estaban tomando té de tilo en el sillón de la cabaña, discutiendo acerca de una noticia que habían leído en Clarín.

El resto bajaba, Ángel y Julián tenían unas ojeras enormes que opacaban sus rostros. Rodrigo giró a verlos.

—Ay, ¿cómo durmieron? Yo re bien—volteó su mirada hacia el grupo que bajaba—¿están listos? Ya estamos con Enzo por llamar a los ubers—ni los dejó contestar la primera pregunta.

—No dormimos—dijo Julián.

Detrás de ellos bajaban Alexis y Nahuel, este último adolorido.

—¿Durmieron bien?—cuestionó el Papu, con una pícara sonrisa.

—Muy bien—respondió Alexis, devolviéndole la sonrisa. Nahuel estaba nervioso

El Dibu iba a decir algo, pero justo Julián lo hizo callar con un golpe en el brazo. El grupo fue a desayunar: unos mates y unos criollos que habían comprado en una panadería en la ciudad chubutense, mientras iban a la cabaña.

Enzo y Rodrigo ya se habían contactado con los ubers mencionados, estos ya estaban en camino al lugar. Habían pedido dos debido a que no entraban ocho personas en un sólo auto, por obvias razones.

El último Mundial - ModríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora