11- Venganza

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Los argentinos entraron al Hotel armando un escándalo. Era comprensible, habían ganado la Copa del Mundo, pero el barullo asustó hasta al personal de limpieza.

Saltaban, gritaban, reían, y estaban excedidos de botellas.

—¡Oigan!—corrió hacia ellos uno de los cocineros con una bandeja y una carta en la mano, ganándose la atención de los argentinos.

Los campeones del mundo se quedaron callados.

—Nos dieron estos postres para ustedes, con una carta de quienes lo mandaron—le entregó la bandeja a Messi.

—¿De parte de quién?—preguntó Di María, que a la vez recibía la carta.

—Me parece que eran de Croacia, en la carta debe especificar. Hasta luego—el chef se despidió con una sonrisa.

Ángel comenzó a leer detenidamente la carta.

"De la selección de Croacia para la selección Argentina, campeona del mundo.

Como forma de felicitación, usurpamos la cocina del Hotel y preparamos este postre autóctono de nuestro país, Croacia, llamado Orehnjaca, es una especia de pastel de hojaldre, por lo que tiene nueces. Es muy rico, y seguro les encantará.

De nuevo, los felicitamos enormemente, se lo merecen, sabemos lo mucho que han luchado por ganar la Copa, es admirable. Nosotros estamos sumamente conformados con el tercer puesto, peleamos por el primer puesto, como todos los países, pero no se dio, lamentablemente. Disfruten este regalo de nuestra parte, nos esforzamos bastante y estuvimos toda la tarde preparándolo, en especial nuestros jugadores Luka Modric, Lovro Majer, Josko Gvardiol y Andrej Kramaric que fueron los que más trabajaron en esto.

Saludos."

Di María aún no estaba por el penúltimo renglón que, de un momento a otro, el Dibu, ya comiendo el postre croata, le arrebató la carta y dió una simple leída rápida.

—Que cursi, me muero—expresó con la boca llena.

Ángel se le quedó mirando con una mirada asesina, el arquero lo notó pero no hubo reacción de su parte.

—¿Estarán despiertos? Hay que agradecerles—habló Nahuel, que terminaba de comer.

—Están durmiendo, seguro—respondió Julián.

De pronto, entró la selección de Francia. Se tornó un ambiente tenso. Los franceses optaron por pasar de largo, excepto por Mbappé.

—Perdón...—le susurró Griezmann a Julián.

«¿Perdón de qué?»—trataba de recordar Julián.

—Ay, querido Mbappé, ¿qué tanto miras? ¿Te dimos un golpe de realidad?—lo enfrentó el Dibu.

—Ustedes ganaron, sí, pero no crean que me quedaré de brazos cruzados.

—Adivino, cuando estés jugando en el PSG le vas a romper las piernas a Messi en los vestidores—siguió el Dibu metiendo la leña al fuego.

Messi ni se inmuto.

—No, eso no me beneficia.

—Ah, ya se—dijo el Papu—nos vas a mandar un espíritu africano.

—Menos, esos ya fueron contra los ingleses—declaró.

Los argentinos se miraron entre sí.

—Tengo varios vídeos de dos hombres besándose, y creo que uno de ellos es uno de ustedes, ¿y saben? Me parece que a la policía qatarí no le va a gustar—dijo.

Di María tembló, tenía que avisarle a Luka enseguida. Julián y Rodrigo no dudaron en mirarlo. Mbappé pasó de largo, volviendo con sus compañeros.

—Dice que tiene un vídeo de dos chabones besándose pero no sabe que nosotros tenemos un vídeo de él llorando desconsoladamente en los vestuarios—dijo Messi, para nada asustado con la amenaza del "francés".

El último Mundial - ModríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora