[ESPECIAL] 12- El cumpleaños de Mbappé 1/2

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Todos llegaban poco a poco al salón extremadamente enorme, alquilado por el protagonista del evento. La música estaba al tope, y no sería sorpresa si en cualquier momento llegaba la policía qatarí a detenerla.

—¿A poco en Qatar celebran los cumpleaños?—preguntaba el Memo Ochoa a otro de sus compañeros mexicanos.

Detrás de ellos estaba nuestra queridísima selección argentina que, por causa y consecuencia de la cantidad exorbitante de personas en la entrada, no paraban de empujarse entre sí.

—Lo sorprendente acá es que el cumpleañero no es qatarí—comentó Messi en forma de respuesta a la pregunta de Memo, metiéndose en la conversación.

—No puede ser que el tortuga ninja esté recibiendo los regalos en la entrada—dijo el Dibu, que por su gran altura podía ver lo que se le plazca.

—¿Y?—preguntó el huevo Acuña, que estaba a su lado.

—Que no traje regalo—respondió—pero ya vas a ver que se me va a ocurrir algo.

La ola de gente iba entrando, cosa que estresaba a Di María, que no paraba de revisar la hora en su celular.

—¡Parece boliche esto!—expresó Ángel.

—Boliche gay, mejor dicho—le respondió el Dibu, mientras que todos se le quedaban viendo.

Finalmente, fue el turno de ellos.

—Regalos—ordenó Mbappé.

Los argentinos empezaron a darles bolsas, paquetes e incluso regalos sin envoltorio alguno. Dicho anteriormente, todos excepto el Dibu, el cual se quedaba viendo como entregaban los obsequios con una expresión seria.

—¿Y tú?—se quedó viendo Mbappé al portero.

—Mira, no traje regalo—se sinceró el Dibu— pero cuando vayas a Argentina te voy a llevar a los bosques de Palermo de noche, y te va a gustar tanto que te vas a olvidar del regalo.

El francés lo miró sumamente confundido, dejándolo sin respuesta alguna que solo se limitó a dejarlo pasar.

—Aprendan del mejor—se dirigió el Dibu a sus compañeros.

Apenas entraban, pudieron reconocer a algunos futbolistas metidos en algunas situaciones un poco vergonzosas: Neymar bailando con la novia de Mbappé, Gvardiol y Heungmin discutiendo a los gritos en la barra del bar del salón, Lewandowski haciendo de DJ, y Gavi y Joao Félix bailando como si no hubiera un mañana. De fondo sonaba "Say so" de la cantante Doja Cat.

—Definitivamente, esto es un boliche gay—se confirmó a sí mismo el Dibu.

Lionel, Julián, Ángel, Enzo y Alexis fueron a un sillón que, por sorpresa, estaba completamente vacío.

—¿No venís, Dibu?—le preguntó Di María al más alto.

—No, yo voy a cambiar esa música de trolo.

—No te mandes una cagada porque nos van a rajar a patadas de acá.

Ángel volvió con sus otros compañeros, se sentó al lado de Julián. Di María notó que este no paraba de mirar la pista de baile por lo que trató de mirar a donde veía el menor. Sólo logró captar una sola cosa: gente bailando, era obvio.

—¿Qué tanto miras, Juli?

—A ellos—señaló con el dedo hacia Borna Sosa.

Como el resto de la gente, Borna estaba bailando pero, junto a él, estaba el brasilero Antony. Ambos estaban en su mundo, como si no hubiera nadie más en esa pista. Ángel giró a mirar a Julián que, sin darse cuenta, ya derramaba unas pocas lágrimas. Julián, sin haber pasado poco más de cinco minutos, se paró y se fue. ¿A dónde? Ángel lo siguió pero lo perdió de vista por la gente que se le cruzaba cada dos por tres.

El último Mundial - ModríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora